Ya se veía venir este desatino y ocurrencias en el gobierno federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador, su intento de maquillar todo bajo etiquetas de programas sociales.

Estamos ante una situación de una espiral descendente, producto de esa visión absurda de querer sacar dinero de todas partes, recortes, cancelación de programas sin sentido alguno, planteamientos sin el menor análisis, y por supuesto, sin racionalidad, sin técnica financiera, etcétera.

El político que ha visto todo, Porfirio Muñoz Ledo, un hombre especial por su inteligencia, habilidad para la polémica, inteligente y culto; y qué también fue un excelente bailarín de mambo y que participó en un torneo de box; y que su única ambición fue ser presidente de la república y no lo logró. Además, le solicitó a Lopez Portillo que lo hiciera candidato para ser presidente, por lo que López Portillo le contestó ¿Tú sabes que eso no es posible, no funciona de esa manera? Aunque Muñoz Ledo insistió sin una respuesta positiva.

Donald Trump aventó la toalla y acabo por cancelar su amenaza de que si México no hacia algo más contundente, impondrían aranceles a las importaciones mexicanas. El presidente norteamericano no puede vender la cancelación de su amenaza como una victoria, dio marcha atrás porque sabia que los legisladores republicanos de su partido, rechazarían la medida, y Trump decidió bajarse del ring vendiendo la idea de que el gobierno mexicano había cedido a sus demandas, contrayendo una victoria falsa para salvar cara y no perder el respaldo de los suyos.

Llego a la Presidencia a la tercera, después de igual número de campañas a ras de suelo por todos los estados del país y la mayoría de municipios. Ha sido el político mexicano con mayor cercanía con la gente, de mayor contacto en la relación gobernante – gobernado, si se toma en cuenta que fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Durante más de tres décadas de régimen político PRI-AN el discurso en materia económica de Miguel de la Madrid Hurtado a Enrique Peña Nieto, fue reiterativo: el único modelo económico a seguir era el neoliberal, de economía abierta, de obediencia a  dictados de organismos internacionales (BM, FMI y otros) no hay otro camino más que la fuerza del mercado con aplicación de políticos por una tecnocracia formada en postgrados en universidades de Estados Unidos.

Una de las acciones que más se valoran y se aplauden en el gobierno de la cuarta transformación es su programa de “austeridad republicana”, después de transitar por gobiernos priistas y panistas que derrocharon una riqueza nacional en excesos y lujos para satisfacer los caprichos de una burocracia palaciega, la urgencia era cerrar la llave para reencauzar el gasto público. Pero reconociendo el enorme esfuerzo que demanda tapar las fugas del presupuesto, aquellos responsables de las finanzas nacionales tienen que cuidar que el enfermo no se les vaya a morir. Sucede cuando existe una hemorragia y como emergencia se aplica un torniquete para frenar la sangre, si ese torniquete se aprieta de más se corre el riesgo de asfixiar la extremidad propiciando una gangrena que no deje otra salida que amputar.

Estamos cerca de que se cumplan 150 días de gobierno de alternancia que encabeza Andrés Manuel López Obrador. A poco más de un mes de que se cumplan 6, que para algunos es tiempo suficiente para analizar el rumbo de un gobierno, con sus pros y contras, y sobre todo porque ya para entonces deberá contar con el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024.

 

Por este motivo, se dedicarán 3 de sus editoriales para una descripción rápida de este inicio de gobierno federal, utilizando 3 metáforas como una forma de explicar lo ocurrido hasta antes del 1 de diciembre y los casi 6 meses primeros de gobierno actual:

 

La Máquina (I)

 

El gobierno federal mexicano, es como una gran máquina compuesta por centenas y hasta miles de piezas, unas de mayor o menor tamaño, unas muy visibles otras no tanto, unas rectas otras curvilíneas, en fin; esa totalidad de piezas funcionan desde el gobierno centralizado y otras se extienden a los estados del país. La máquina por sí misma no funciona, requiere de energía para trabajar y combustibles que permiten que su funcionamiento sea el óptimo, y la entrega de resultados de la misma, beneficien a la mayor parte de la población mexicana.

 

Esa máquina, en los últimos 30 años funcionaba con regularidad para entregar esos resultados al pueblo, a la gente, a la ciudadanía. Las partes de esa máquina otorgaban respuestas en materia de seguridad pública, en desarrollo social, en inversión y en materia económica, en educación y cultura, de tal forma que, nadie ponía en duda que su funcionamiento daba “gobernabilidad” a la sociedad mexicana. Sólo que los lubricantes y aditivos de esa máquina, se fueron desgastando, ensuciando y corroyendo de tal manera, que la máquina ya requería de una afinación mayor que permitiera seguir operando sin mayores problemas. El (sistema político-mexicano) servía de máquina y cada 6 años con mínimos cambios en sus piezas y en sus lubricantes, más la energía con la que se accionaba a favor del mismo sistema político , es decir, con cambios cosméticos pero que seguían dando marcha a la máquina. Y ganaban elecciones.

 

El 1 de julio del 2018, la sociedad mexicana se hartó con los pobres resultados que ya le daba esa máquina. Y a través del voto decidió que llegara alguien que cambiara las piezas más importantes de ese difícil entramado mecánico y, sobre todo, hiciera el cambio de los lubricantes que ya apestaban a extrema “corrupción, a impunidad gaseosa, a inseguridad y violencia sorprendente”. Hasta el 1 de diciembre pasado esa máquina daba gobernabilidad, pero con un motor a punto de desbielarse por la falta de cambio de esos lubricantes.

 

AMLO es ya el nuevo maquinista: se ha propuesto ir haciendo cambios de piezas corroídas por otras diferentes. De engranes que por su desgaste ponían en duda el funcionamiento de la máquina. Hasta tuercas, tornillos y rondanas para que las piezas se ajusten mejor. Pero sobre todo cambiar el aceite sucio, el aditivo con fuerte olor FeCal, y también con una energía más lejana a la corrupción e impunidad que daba marcha a la máquina. La máquina llamada México debe lograr todos esos cambios, sin que se paralice, sin que deje de moverse (de preferencia hacia adelante), que continúe su marcha para que la gente sobreviva. La pregunta obligada es, ¿En seis meses queremos ver los resultados de esa máquina que en más de treinta años la llevaron al desastre? Que cada quien saque sus propias conclusiones.

 

Esta columna de opinión es redactada con aportaciones del equipo editorial así como por colaboradores de este medio de comunicación previamente verificadas. Comentarios y sugerencias: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.