El 16 de julio de 1965, dos niños, los hermanos Rosa y Severiano Manuel Pascual mientras jugaban en la comunicad de Las Limas, al sureste del Estado de Veracruz, a cuarenta kilómetros de la zona arqueológica de san Lorenzo Tenochtitlán, encontraron un montículo en la tierra que llamó su atención por su extraordinaria dureza. Se trataba de un monolito de 60 kilogramos labrado en serpentina, tipo de piedra verde. Esta figura sedente, de ojos rasgados, de gran belleza, permanece incólume con expresión suplicante, sosteniendo lo que parece un niño jaguar que yace inerme. Pieza de gran rareza por la multitud de inscripciones en el rostro y brazos; en principio, fue llevado a los altares católicos porque “alguien” interpretó que representaba a la virgen María con su niño; peregrina ocurrencia. Poco después fue llevada a un museo donde fue robada cinco años más tarde; sobrevivió al robo, la pieza fue recuperada y hoy se puede admirar en el museo arqueológico de la ciudad de Xalapa. La historia del robo llamó la atención del arquitecto Norberto Oropeza Rosas, quien inspirado en esta historia, escribió una novela ligera en 1970, misma que nos proponemos, eventualmente, adquirir.