Estamos cerca de que se cumplan 150 días de gobierno de alternancia que encabeza Andrés Manuel López Obrador. A poco más de un mes de que se cumplan 6, que para algunos es tiempo suficiente para analizar el rumbo de un gobierno, con sus pros y contras, y sobre todo porque ya para entonces deberá contar con el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024.

 

Por este motivo, se dedicarán 3 de sus editoriales para una descripción rápida de este inicio de gobierno federal, utilizando 3 metáforas como una forma de explicar lo ocurrido hasta antes del 1 de diciembre y los casi 6 meses primeros de gobierno actual:

 

La Máquina (I)

 

El gobierno federal mexicano, es como una gran máquina compuesta por centenas y hasta miles de piezas, unas de mayor o menor tamaño, unas muy visibles otras no tanto, unas rectas otras curvilíneas, en fin; esa totalidad de piezas funcionan desde el gobierno centralizado y otras se extienden a los estados del país. La máquina por sí misma no funciona, requiere de energía para trabajar y combustibles que permiten que su funcionamiento sea el óptimo, y la entrega de resultados de la misma, beneficien a la mayor parte de la población mexicana.

 

Esa máquina, en los últimos 30 años funcionaba con regularidad para entregar esos resultados al pueblo, a la gente, a la ciudadanía. Las partes de esa máquina otorgaban respuestas en materia de seguridad pública, en desarrollo social, en inversión y en materia económica, en educación y cultura, de tal forma que, nadie ponía en duda que su funcionamiento daba “gobernabilidad” a la sociedad mexicana. Sólo que los lubricantes y aditivos de esa máquina, se fueron desgastando, ensuciando y corroyendo de tal manera, que la máquina ya requería de una afinación mayor que permitiera seguir operando sin mayores problemas. El (sistema político-mexicano) servía de máquina y cada 6 años con mínimos cambios en sus piezas y en sus lubricantes, más la energía con la que se accionaba a favor del mismo sistema político , es decir, con cambios cosméticos pero que seguían dando marcha a la máquina. Y ganaban elecciones.

 

El 1 de julio del 2018, la sociedad mexicana se hartó con los pobres resultados que ya le daba esa máquina. Y a través del voto decidió que llegara alguien que cambiara las piezas más importantes de ese difícil entramado mecánico y, sobre todo, hiciera el cambio de los lubricantes que ya apestaban a extrema “corrupción, a impunidad gaseosa, a inseguridad y violencia sorprendente”. Hasta el 1 de diciembre pasado esa máquina daba gobernabilidad, pero con un motor a punto de desbielarse por la falta de cambio de esos lubricantes.

 

AMLO es ya el nuevo maquinista: se ha propuesto ir haciendo cambios de piezas corroídas por otras diferentes. De engranes que por su desgaste ponían en duda el funcionamiento de la máquina. Hasta tuercas, tornillos y rondanas para que las piezas se ajusten mejor. Pero sobre todo cambiar el aceite sucio, el aditivo con fuerte olor FeCal, y también con una energía más lejana a la corrupción e impunidad que daba marcha a la máquina. La máquina llamada México debe lograr todos esos cambios, sin que se paralice, sin que deje de moverse (de preferencia hacia adelante), que continúe su marcha para que la gente sobreviva. La pregunta obligada es, ¿En seis meses queremos ver los resultados de esa máquina que en más de treinta años la llevaron al desastre? Que cada quien saque sus propias conclusiones.

 

Esta columna de opinión es redactada con aportaciones del equipo editorial así como por colaboradores de este medio de comunicación previamente verificadas. Comentarios y sugerencias: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.