Un debate más allá del escarceo político es el que libran estos días Alejandro Moreno y Jorge Álvarez Máynez. El presidente nacional del PRI y candidato al Senado lanzó un reto para buscar concretar una gran alianza opositora.

 

Alito, dejaba la dirigencia tricolor y su candidatura plurinominal garantizada, si el candidato presidencial de M.C.  declinaba y le daba su apoyo a Xóchitl Gálvez.

 

Nadie puede negar este acto de generosidad. Pero apenas se digería la propuesta cuando otro emecista, Luis Donaldo Colosio, candidato al Senado propuso que, al margen de partidos, quien quiera que después del tercer debate, fuera el tercer lugar en las encuestas ya sea Álvarez Máynez o Xóchitl Gálvez declinaría en favor del segundo lugar para garantizar mayor competitividad frente a la Morenista Claudia Sheinbaum.

 

El argumento tiene su peso y ya operó con éxito en otra reñida elección, la del 2000, en donde el panista Vicente Fox convenció al Partido Verde de no postular candidato y apoyar su causa azul contra el priista Francisco Labastida.

 

 Al final fueron los 8 puntos de votación verde los que hicieron la diferencia para que el vaquero de Guanajuato se instalara en Los Pinos.

 

Algo similar sucede hoy, cuando el diferencial en las encuestas entre Claudia y Xóchitl se va cerrando. Arrancaron con 24 puntos de diferencia y las más recientes -y creíbles- hablan de una distancia entre 7 y 10 puntos.

 

Para el candidato de Movimiento Ciudadano, el de la cancioncita, las encuestas le dan entre 5 y 10 puntos. Así que, en un diferencial apretado entre la candidata de Morena y la de Fuerza y Corazón Por México, esos 5 o 10 puntos pueden hacer la diferencia entre la victoria o la derrota.

 

Hasta ahora, el candidato presidencial de M.C. se resiste, aunque no acaba de cerrar definitivamente la puerta. Samuel García, el gobernador de Nuevo León, que es su amo y señor, o no fija postura o finge demencia. Y Dante Delgado, que se dice todavía el máximo dirigente naranja, ni siquiera aparece en escena para rechazar o validar la propuesta, el fantasma del 2024.

 

El punto crucial de este debate es confirmar para los electores si de verdad Movimiento Ciudadano está operando para ganar una elección en un triunfo que está muy lejos o si se hace evidente y se confirma el papel que se le está endosando de esquirol de Morena. Palero útil.

 

En Nuevo León, por ejemplo, ya se confirma que las diputaciones locales que gane Morena van a obligar a la reconversión de sus candidatos a ganadores naranja para que Samuel García -ahora sí controle el Congreso, hoy en manos del PRIAN.

 

 Y que las diputaciones federales de Movimiento Ciudadano acabarán cambiando en favor de Morena. Samuel García controlando el Congreso de Nuevo León y AMLO fortaleciendo su dominio camaral que, después de la Presidencia, es lo que más le importa. ¿Sería legal o éticamente válido que el elector vaya a votar por alguien de un partido que, apenas triunfe, cambie de colores partidistas por intereses ajenos a la decisión popular? Será muy difícil, aunque no imposible- que los emecistas rectifiquen su postura.

 

El control de su plan de vuelo 2024, parece estar ubicado en Palacio Nacional, cuyo inquilino tiene en sus manos las pruebas suficientes para operar una presión que aleje a los naranjas de cualquier coqueteo con el Frente Amplio por México.

 

 Y después de todo esto, ¿alguien sabe dónde está Dante Delgado, quien jura que todavía tiene las riendas de Movimiento Ciudadano?