Uno más de sus acostumbrados desplantes de autoritarismo, el presidente AMLO rindió adulación a los diputados y senadores de Morena, y sus partidos satélites PT y PVEM, que aprobaron su Plan B de llamada “Reforma Electoral”.

 

Todos no fueron convocados al besamanos, menos el líder de los senadores morenistas, Ricardo Monreal, quien en un acto de “honestidad intelectual” rechazó por inconstitucionales las reformas propuestas por el inquilino de Palacio Nacional.

 

Tuvo el valor de votar en contra públicamente; con ello, el presidente López Obrador, se vio mal, cuando el día de la aprobación sin el voto de Monreal dijo respetar su disidencia, prometiendo que no habría purgas en Morena después del voto del líder de la Junta de Coordinación Política. Nooo. Si no somos, con todo respeto, estalinistas.

 

¿Para qué las purgas? Si nosotros tuviéramos un desarrollo político de nivel, de primer orden, somos un pueblo de lo más politizado del mundo. Con esa declaración, el mandatario pretendía salvar cara al presuntamente mostrarse respetuoso de la disidencia de Monreal, su todavía correligionario y precandidato presidencial morenista.

 

Pero no fue así. Lo purgó de sus listas, de inmediato, el mandatario salió a decir que invitaría a todos los senadores de Morena y sus partidos afines a celebrar su victoria -que todavía tiene que pasar por los tribunales judiciales- y anunció que Monreal no estaría invitado.

 

Al estilo de J. Stalin, excluyó al líder de su bancada a la cita en Palacio Nacional. Gracias a Dios, en México todavía no existe el Gulag.

 

A ese acto de agradecimiento al servilismo presidencial fueron también invitadas las llamadas “corcholatas'' de Morena, que por obra y gracia del inquilino presidencial disputan la candidatura 2024.

 

Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López; fueron convidados al festín de la gratitud, por la fe y la obediencia ciega, siguiendo al más, rancio, puro y viejo estilo priista, de ir de agachones al besamanos.

 

El cuarto aspirante, Ricardo Monreal, no se le convocó ni en su calidad de corcholata oficial.

 

Confirmado está que fue expulsado de la gracia presidencial, en pocas palabras, el presidente López Obrador, dijo primero que no quería parecer autoritario frente a la disidencia en casa, pero terminó fusilando políticamente al único morenista que tuvo el valor civil de mostrar un rasgo de perfil de coraje.

 

Por si alguien dudaba de dónde están las filias y las fobias de la 4ta, el propio López Obrador, se encargó de salir a recordar en el acto su admiración por León Trotsky, Lenin, Fidel Castro y el Che Guevara, me llama más la atención, diría Trotsky, no Stalin, y le tengo mucho respeto a Lenin.

 

Pero yo soy idealista, y entonces sí admiro a los hombres del poder, los que ejercen el poder. Es el caso de Fidel (Castro) y el Che (Guevara). Al Che, por el idealismo, pero Fidel fue el que condujo, estemos o no de acuerdo, ese proceso de independencia, porque es un ejemplo, lo que olvida el inquilino de palacio es que aquí se vive una república, y en cuba una tiranía, con un solo partido único en el escenario político.

 

El día de las incongruencias en Palacio Nacional se cerró, con otra aberración presidencial. El canciller Marcelo Ebrard anunció que México, no sólo daría asilo político a la familia del ex presidente peruano Pedro Castillo, sino que reiteraba el ofrecimiento del gobierno de la 4t para exiliar al mandatario encarcelado en Lima, acusado de rebelión y de intentar asestar un golpe de Estado.

 

Una y otra vez, en su mañanera, el inquilino de Palacio Nacional, viene reiterando que México respeta el principio de la “Doctrina Estrada”, de no intervención.

 

Pero en los hechos, su respaldo al depuesto Pedro Castillo, y su negativa de reconocer a la nueva presidenta demuestran lo contrario. por decir que en el caso de Monreal, como en el de Boluarte, lo dicho por el presidente López Obrador, es una cosa, y en  los hechos confirman otra.