Parte 2.

En la primera parte de este editorial se abordo el interés tenaz de grupos y sectores sociales, cabe señalar principalmente a los académicos, intelectuales y empresariales y como complemento simpatizante y/o militantes de partidos políticos adversarios al presidente AMLO que perderían privilegios con una reforma político electoral como la plantea el Presidente de la Republica.

 

En esta segunda parte esta editorial se concentra en la perdida de privilegios que tendrían los partidos políticos sub liderazgos, y, sobre todo, de manera extensiva los intereses ligados a los partidos políticos sobre todo lo relacionado a prerrogativas económicas, en medios de comunicación y, sobre todo, en la injerencia de dinero del sector privado que jugaría un papel importante en la elección presidencial venidera.

 

A manera de resumen los privilegios están en el organismo electoral y sus extensiones los OPLE, pero también en las prerrogativas de intereses que derivan de una elección presidencial dentro de dos años en sincronía con elecciones del congreso general, la mitad de gubernaturas la mayoría de congresos locales y casi la totalidad de presidencias municipales del país.

 

Es decir, una reforma como la plantea presidencia menciona intereses enormes mayúsculos y por eso la defensa brutal del INE y la relacionada al sistema electoral.

 

Veamos porque lo segundo; se acabaría la figura de representación proporcional (200 diputados federales y más de 30 senadores y como consecuencia de ello la representación proporcional en los estados del país y en y/o cabildos municipales).

 

Es decir, el pastel económico financiero mediático y con todos los intereses que ello significa lo perderían partidos políticos con registro federal y ya ni se diga la cantidad enorme de partidos locales en los estados del país.

 

Desaparecerían muchos de esos cargos que no representan a ciudadano alguno y que más bien son cargos para amigos y compadres, familiares, y otro tipo de intereses individuales tanto de partidos políticos en tiempo ordinario y el negocio de las candidaturas que significa en, lo económico una reforma que haría más pequeño el senado, la cámara de diputados federal, los congresos locales y los ayuntamientos.

 

Vaya que estar en contra de todo ello es una sacudida legal a privilegios de todo tipo tanto en organismos electorales como en partidos, en liderazgos, medios de comunicación afines al sistema electoral anterior y todas sus consecuencias que derivarían de ello en los privilegios de un sector de la población reducido en términos globales como se dio en la marcha del domingo pasado que aun con lo cuantioso que fue no representan tanto en la ciudad de México como en los estados más del 1 por ciento del padrón electoral nacional.

 

Por ello las grandes resistencias a una reforma que cada presidente en turno desde hace más de tres décadas realiza.

 

No tocar al INE, como emblema de resistencia es una idiotez porque cada presidente ha modificado la constitución y sus artículos centrales en materia político electoral.

 

La que ahora se pretende es para acabar con privilegios para mejorar al INE aun con las resistencias de los anteriores y sobre todo acabar con un sistema electoral federal y local dañino, y toxico en lo político, no nos engañemos.

 

Aunado a esta propuesta de reforma electoral, planteada por el presidente de México, los legisladores opositores deberían de analizar con que legitimidad llega el titular del “poder ejecutivo a la presidencia”, en vez de enojarse y hacer marchas deberían de hacer una propuesta más saludable para la democracia, y proponer que se elija al presidente de la república, con mayoría calificada es decir el 50+1 de la votación como lo es el caso de Brasil, y no con mayoría simple, como hoy pasa en nuestra democracia débil y pobre en legitimidad política. 

 

Antena. La guerra de las marchas. Los 200 o 300 mil manifestantes el domingo pasado en todo el país no representan ni el 0.5 por ciento del padrón electoral actual.

 

Por AMLO votaron más del 35 % del padrón total en el 2018. El propio AMLO anuncia una marcha el próximo domingo 27 de noviembre y habría que estar atentos a su cuantía numérica.

 

Con todo y ello una y otra no anticipan ni aseguran resultados del 2024. Lo que sí es cierto es que resulta un engaño brutal las resistencias a la iniciativa de una reforma que para aprobarse debe cambiarse y mejorarse con las opiniones de opositores políticos  resistencias ciudadanas.