Con solo 100 días de Gobierno, poco más de tres meses de ejercicio del poder, Andrés Manuel López Obrador ha mostrado que quiere sacudir al país; transformarlo, cambiar un régimen político, anacrónico y caduco saturado de corrupción e impunidad; modificar un modelo económico que ha generado extrema pobreza. Y desigualdad lacerante, siempre enfrentará resistencias, críticas desacuerdos, controversias, desatinos etc.

 

Lo cierto es que, Andrés Manuel López Obrador llegó a Palacio Nacional para desde ahí, imponer un estilo personal de marcar día a día la agenda mediática que le ha valido mantener niveles de aceptación, mucho mayores (80 % de la población) que a cualquier otro Presidente en sus inicios.

 

Otra situación muy diferente son los modos, los métodos, para encarar los problemas más urgentes del país; allí si muchos lo cuestionan por no acatar principios democráticos; respeto a organizaciones civiles, órganos autónomos; al estado de derecho existente con todo y sus deficiencias. Los contrastes de quien tiene una elevada legitimidad política pero que utiliza prácticas para ejercerla, no precisamente dentro de los cánones democráticos; es decir enfrenta claroscuros su forma personal de gobernar, una cosa es cierta, en 100 días de su Presidencia nadie puede negar que da la cara a los problemas más visibles (Corrupción, inseguridad) mantiene cercanía con la población y los medios; recorre el país como un ciudadano más, sin privilegios; polemiza sobre temas relevantes, tanto internos como externos; descalifica muchas veces sin pruebas; inculpa sin castigar, un torrente diario que tendrá que ordenarse, planearse y serenarse porque de otra forma la valoración de su gobierno difícilmente se mantendrá en esos niveles de aceptación.

 

Esta columna de opinión es redactada con aportaciones del equipo editorial así como por colaboradores de este medio de comunicación previamente verificadas. Comentarios y sugerencias: politica.puebla.portal @gmail.com