“México vive, en suma, una nueva etapa de su historia: la de una democracia con instituciones sólidas y procesos electorales competidos, plurales y participativos”, señaló el recién llegado presidente, Enrique Peña Nieto, en su primer discurso el 1 de diciembre de 2012.

 

Todo era alegría entre los miembros del PRI, había abrazos, risas, palmadas en las espaldas y gestos de satisfacción por el deber cumplido, tras una candidatura que pasó momentos difíciles, pero que al final obtuvo 19 millones, 226 mil 896 votos que les permitieron retomar el poder después de 12 años.

 

Hasta Palacio Nacional (lugar del evento) llegaron académicos, empresarios, intelectuales, líderes religiosos, legisladores, mandatarios y otras figuras para escuchar al nuevo mandatario, quien traía consigo las propuestas de cambio que el PAN no pudo cristalizar.

 

Lo primero

 

El “nuevo PRI” como entonces fue llamado, impulsó el Pacto por México, un acuerdo firmado entre las tres principales fuerzas políticas (PRI-PAN-PRD)
que buscaba modificar distintas leyes en materia educativa, energética, telecomunicaciones y radiodifusión, etcétera.

 

Los meses transcurrían y el gobierno priista se ufanaba por las alianzas legislativas con la oposición, mientras tanto, los problemas como la inseguridad y corrupción iban en ascenso. De acuerdo a cifras del Inegi, en el primer año de esta administración (2013), la cifra de homicidios en el país fue de 23 mil 63.

 

Caos y desestabilidad

 

El colapso del régimen peñanietista inició en septiembre de 2014 con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y en noviembre del mismo, una investigación periodística reveló el origen de la casa de la pareja presidencial, lo cual puso en “jaque” al Ejecutivo.

 

Peña Nieto no había cumplido 24 meses en el cargo y su imagen y credibilidad se habían visto afectadas al grado de registrar -desde aquel tiempo- una caída permanente en los índices de popularidad.

 

Suma de hechos

 

Una larga lista de escándalos ha sucedido los casos de “Iguala” y la “Casa Blanca”, por ejemplo: su vínculo con los últimos exgobernadores de Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz; la fuga de “El Chapo” Guzmán, la presunta ejecución extrajudicial en Tanhuato (Michoacán), la visita a Los Pinos del entonces candidato republicano, Donald Trump, la “Estafa Maestra” o la más reciente, la exoneración de la exlideresa magisterial, Elba Esther Gordillo.

 

A 90 días de terminar su mandato, el mexiquense se encamina a dejar uno de los sexenios más polémicos y tal vez, más repudiados en la historia contemporánea del país; ya que la falta de transparencia, la mala comunicación y la ineficaz estrategia contra la violencia serán su sello distintivo.

 


La democracia sólida de la que habló Peña durante aquel mensaje aún dista de la realidad, pues en este periodo se contribuyó muy poco a mejorar la confianza de los mexicanos hacia la institución presidencial. Tener un final sin aplausos, con “caras largas” y vituperios, parece ser el lugar que le depara a Peña y sus colaboradores.

 

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