Justo en medio de la pandemia, la crisis económica, la violencia en muchas regiones del país y las críticas al por mayor en los medios de comunicación, Andrés Manuel López Obrador cumplió veinticuatro meses en el cargo con un respaldo ciudadano aceptable.

 

¿Cómo empezó?

El 2020 se vislumbraba como un año de poco crecimiento pero con cierta estabilidad económica para México, mientras que en el ámbito internacional, el suceso más importante sería la elección presidencial en Estados Unidos; no obstante, la epidemia causada por el coronavirus alteró los planes de todas las naciones.

 

Desde el mes de febrero, los reportes de un virus en expansión eran cada vez más alarmantes, por lo que el gobierno encabezado por el morenista ideó una estrategia de reconversión a Hospitales Covid y por ende, un gasto de millones de pesos que no estaba presupuestado.

 

Ola de contagios

Las semanas transcurrieron y la enfermedad llegó al continente, los contagios y las muertes crecieron aceleradamente en las zonas metropolitanas de la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, entre otras. A la par, la economía se desplomó tras la medida impuesta por las autoridades del cierre de las actividades no esenciales.

 

Esto generó reclamos de varios sectores de la sociedad mexicana (partidos de oposición, periodistas, académicos, empresarios, etcétera), los cuales denunciaron falta de insumos médicos, mala atención en los nosocomios, falta de un programa de rescate económico y las tres principales: el no hacer obligatorio el uso del cubrebocas, la falta de pruebas rápidas y el error en las cifras oficiales.

 

La respuesta

Para informar sobre el tema, el gobierno federal puso en marcha una estrategia de comunicación a cargo de la Secretaría de Salud, en específico, de la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud a cargo de su titular, Hugo López- Gatell, quien a través de ruedas de prensa diarias, intentó actualizar los datos de hospitalizaciones y decesos y al mismo tiempo, “atajar” los golpes mediáticos hacia el mandatario.

 

Lo anterior no estuvo exento de errores, por ejemplo, la tardía sugerencia a la población para que portara cubrebocas (hasta el 11 de abril), así como la utilización del término “aplanar”, que si bien es empleado en la epidemiología para referirse al decremento en los casos de transmisión, en el uso común era confuso y un tanto contradictorio, ya que el número de infectados nunca bajó durante los meses de mayo, junio y julio.

 

Con respecto a los contagios, existe un desfase debido a la espera de los resultados en los laboratorios estatales y a la respectiva actualización de sus datos en el sistema; en las muertes, podrían existir cifras menores, ya que en algunos casos, se reportó una causa de muerte distinta a Covid-19.

 

Mensajes polémicos

Para aminorar el impacto negativo en la opinión pública, López Obrador y su equipo desplegó (además de las ruedas de prensa en materia de salud) otra táctica basada en la elaboración de mensajes de contraste y denuncia, es decir, hacia sus oponentes.

 

Esto trajo una reacción de los aludidos y al final, desemboca en la polarización (radicalismos en ambos bandos), pero que es una fórmula que los asesores de comunicación en el mundo “recomiendan” para hacer al político más “proactivo” o en otras palabras, quien fije la agenda del día o de la semana.

 

Si AMLO alcanzó 64 por ciento de aprobación en noviembre (encuesta de El Financiero) a pesar de los problemas mencionados, fue porque su Comunicación tuvo y tiene un elemento clave: el mensaje claro, sencillo, que “conecta” con el ciudadano.

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