Si 2019 fue el año de la aparición del coronavirus y 2020 el del desarrollo y aparición de la vacuna, 2021 se recordará por la labor más titánica en la historia de la medicina: comenzar a inmunizar a casi 4 mil millones de personas mayores de 16 años.

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó en diciembre pasado que garantizará la compra y distribución de 2 mil millones de dosis a través de la iniciativa Covax, la cual busca que todos los países tengan un acceso equitativo a la vacuna.

 

De acuerdo con su titular, Tedros Adhanom Ghebreyesus, la aplicación de la misma arrancaría en el primer trimestre de este año en las naciones desfavorecidas, muchas de éstas, ubicadas en América Latina y el Caribe.

 

Las primeras etapas

 

Por lo anterior, ha signado acuerdos con varios laboratorios, tales como AstraZeneca/ Oxford, Johnson&Johnson, Sanofi/ GSK, entre otros. Sin embargo, llevar las vacunas hasta el último rincón del planeta es una tarea más compleja que requiere una coordinación entre proveedores, gobiernos, personal médico y demás actores.

 

En primer lugar, la fabricación de vacunas aún es lenta por la gran demanda internacional, lo que supera la línea de producción de cualquier compañía, pero  también, sus primeros lotes han sido acaparados por las potencias occidentales (Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea).

 

Las cadenas de distribución todavía están en la fase de adaptación para poder llegar hasta el lugar más recóndito. Aeronaves, embarcaciones (grandes y pequeñas), camiones, camionetas, así como los almacenes, clínicas y hospitales, deberán tener contenedores y refrigeradores en buenas condiciones para agilizar dicho proceso.

 

Estrategia en “tierra”

 

Desde estos últimos sitios, el envío de las vacunas hacia las comunidades más apartadas correrá a cargo de las brigadas, las cuales deberán manipular con sumo cuidado los recipientes que contendrán los frascos y verificar las condiciones de estos debido al clima u otros factores.

 

El penúltimo paso es la aplicación, para ello, un ejército de médicos y enfermeras deberán aplicar cientos o quizá, miles de inmunizaciones por día para lograr la meta. La dotación de material adicional como jeringas, cubrebocas, algodón, etcétera, será fundamental.

 

Por último, la vigilancia es otro paso que consiste en medir la eficacia de cada una de las vacunas, así como las posibles reacciones adversas que éstas podrían generar.

 

Millones y millones

 

De acuerdo con la revista médica BMJ, al menos 3 mil 700 millones de personas alrededor del mundo estarían dispuestas a recibir la vacuna (sea cual sea el fabricante); en otras palabras, los sistemas de salud en todo el mundo necesitarían inyectarla –en conjunto- a 300 millones de individuos por mes, un objetivo deseable pero difícil de conseguir en el mediano plazo y que seguramente abarcará todo 2022 y parte de 2023.

 

Con respecto a México, el portal Política Expansión estima un total de 116 millones de personas con posibilidades de recibir la inmunización, campaña que empezó el 24 de diciembre del año pasado con el personal sanitario y que concluirá entre enero y marzo de 2022 con la población menor de 40 años.

 

Todos los que intervienen (e intervendrán) en toda esta cadena, sin duda merecen un reconocimiento por tan extraordinaria labor en beneficio de la humanidad.

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