Ante la tragedia, el gobernante debe tener sensibilidad, empatía y respeto hacia la(s) victima(s) y su familia, es una regla básica de la política que no siempre se aplica de forma correcta y puede generar problemas durante el ejercicio del poder, entre otros.

 

Este error lo cometió el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien a raíz de la matanza de 13 personas en Minatitlán (Veracruz) el pasado viernes 19 de abril, reaccionó equivocada y tardíamente, pues sus condolencias y los resultados en seguridad pública se demoraron.

 

Falta de sensibilidad

 

La lenta respuesta es poco usual en un político experimentado como el morenista, asimismo, desató las críticas de muchos ciudadanos, a través de ese “circo romano” llamado redes sociales, y es que el vacío de información evidenció lo mal que afrontó la crisis.

 

AMLO es un actor que maneja eficientemente la comunicación, sus mensajes son frecuentes y polémicos; sin embargo, su herramienta principal, Twitter, permaneció inactiva en las horas más críticas (inmediatas al hecho) y cuando la gente más esperaba una postura.

 

El tuit llegó con palabras desafortunadas: “Callaron como momias cuando saqueaban y pisoteaban los derechos humanos y ahora gritan como pregoneros que es inconstitucional hacer justicia y desterrar la corrupción. No cabe duda de que la única doctrina de los conservadores es la hipocresía. Son como sepulcros blanqueados”.

 

“Todos menos yo”

 

Lo que más se le cuestiona al ejecutivo federal (en materia comunicativa) es su constante repartición de culpas, específicamente a Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto por la mala estrategia de seguridad, dijo, adoptada en esos sexenios y su clara animadversión hacia los partidos de oposición y algunos periodistas.

 

Si bien, el tabasqueño heredó un gobierno debilitado y endeudado, en un sistema descompuesto, éste ha logrado equilibrar las fallas mediante el respaldo popular que aún conserva, pero si en el corto plazo no “armoniza” su decir con su actuar, precipitará el desgaste al cual todo gobernante mexicano está expuesto.

 

Fallas graves

 

Pelearse en las redes sociales antes que ponerse de lado de quienes sufrieron un ataque, habla de la insensibilidad tan característica de los funcionarios públicos. López Obrador ha tenido una buena estrategia que le ayuda a marcar la agenda de la semana, pero también es necesario señalar que el caso Minatitlán es uno de sus primeros errores, tal vez, equiparable a aquella ausencia de 10 días de Enrique Peña Nieto con respecto a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

 

Mientras la violencia se recrudece en varias zonas del país, el gobierno de la Cuarta Transformación tiene cifradas sus esperanzas en la Guardia Nacional, un cuerpo militarizado que no se ha conformado por la falta de una ley que la rija; mientras tanto, AMLO parece voltear al pasado, culpando de la tragedia a terceros y quizá, cuando desee recomponer el camino, la percepción y la realidad lo terminen rebasando.

 

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