Nuestro sistema tradicional de valores tiene que ser repensado y tenemos que encontrar una nueva relación con la naturaleza, con el cuerpo y con nuestro propio erotismo, añade el doctor en filosofía Herbert Frey

 

Friedrich Nietzsche murió en agosto de 1900, después de varios años de aislamiento por cuestiones de salud mental. A los más de cien años de su muerte, su obra sigue provocando lecturas diversas, completas y complejas. Uno de los más acuciosos especialistas en América Latina sobre la obra de Nietzsche es el doctor Herbert Frey (Viena, 1949), ingeniero agrónomo, quien obtuvo el título de doctor en filosofía por la Universidad de Viena con la tesis La génesis del nihilismo en Nietzsche. Autor de La feudalidad europea y el régimen señorial español y La arqueología negada del Nuevo Mundo, entre otros libros, Frey señala: “Nuestro sistema tradicional de valores tiene que ser repensado. Y en esa crisis de la modernidad tenemos que encontrar una nueva relación con la naturaleza, con el cuerpo y con nuestro propio erotismo de alguna forma. Tenemos que observar, entre otras cosas, que hay una serie de conceptos que repetimos sin reflexionar y se trata de toda la hostilidad de Occidente a cierto tipo de erotismo y a la sexualidad”.

 

     - ¿Vivimos una devaluación de nuestro mundo según Nietzsche?

 

-No solamente se trata de la devaluación de este mundo, el nuestro, en el que vivimos, sino de una devaluación de los deseos naturales. Y esa tergiversación de la tradición del monoteísmo, que se transformó después en la tradición de Occidente, es lo que acusa Nietzsche: su propuesta es la de regresar a un mundo donde el cosmos está lleno de dioses.

 

     - ¿Cómo lo desea Nietzsche y cómo se podría lograr dicha transformación?

 

-Creo que la gran propuesta de Nietzsche es la de abandonar el monomito de Occidente (tradición judeo- cristiana) y regresar a una variedad de historias donde cada pueblo tenga sus propios dioses.  Nietzsche, como gran filólogo de la tradición de Grecia, obviamente piensa en Grecia y su mundo lleno de dioses, y un cosmos que estaba ordenado sin haber sido creado por un Dios desde fuera. En el cosmos griego se daba toda una sacralización de la naturaleza. En este mundo de contradicciones, situado mucho más allá de la esperanza y la desesperanza, es hora de reflexionar en torno de que la filosofía debe tener otras funciones, y en donde campos como la historia, la antropología y las ciencias sociales juegan un papel importante. Por eso me interesa la vigencia del pensamiento de Nietzsche, para tener una mejor respuesta sobre nuestro mundo.

 

     - A más de cien años de la muerte de Nietzsche se podría decir que ya Occidente superó, o mejor dicho, ya logró interpretar una filosofía, ¿o todavía es insuperable?

 

-Creo que la radicalidad de su filosofía sigue siendo insuperable. Al Occidente cristiano le duele tenerlo que honrar como a uno de sus grandes hijos; a él, que anunció el fin de la tradición cristiana u de la Modernidad, poniéndolos en el centro de sus reflexiones, de sus profecías. El canto del cisne de la ilustración, y la Edad Moderna obligó al siglo XX a ocuparse de este pensador y a retomar sus temas. No hay que olvidar que en el siglo XIX fue malquerido y admirado, fue además quien le propinó los más duros golpes a la tradición filosófica hasta entonces, y anticipó, en sus obras, la crisis de sentido del siglo XX y XXI.

 

     -¿Podríamos desprender de ello el motivo por el cual se han sobrevalorado algunos conceptos como el de la voluntad del poder?

 

-Me gustaría pensar en que de cierta manera se pueden crear nuevos mitos, quizás más cercanos a la vida de Nietzsche. No quiero decir con esto que los conceptos que mencionas no tengan ninguna validez. Pero sí pienso que no son ideas capitales en la filosofía de Nietzsche. Hay que destruir la idea de que nuestro filósofo fue un intelectual del partido nacional- socialismo alemán. Este es un mito que inventó su hermana. Ella se apropió de su filosofía, e incluso, falsificó y editó muchos textos que no eran de Nietzsche.

 

     -Diversos especialistas han tratado de encarar o reducir a Nietzsche a un sistema, ¿qué significado tienen para usted estas diferencias?

 

- No se puede enfrentar con indiferencia a aquel que anunció de manera profética el fin de lo que hasta entonces ya se había considerado sagrado. Fr ahí los intentos, con frecuencia importantes, de instrumentarlo para fines ideológicos, o, los más logrados, de encasillarlo como el último representante de una tradición. Hay que precisar que en la tradición de la interpretación de Nietzsche hubo incontables intentos de reducirlo a un sistema, para despojarlo así del aguijón que él mismo había representado para la tradición y toda la filosofía anterior.

 

     - Considera que hay interpretaciones críticas acertadas en lo fundamental de su pensamiento?

 

-Los intentos de castración y tranquilización de los ánimos se caracterizan por agotarse rápidamente en su misma simplicidad, de modo que sus interpretaciones nacen muertas sin jamás alcanzar al público. Y esto justamente porque la realidad, o mejor dicho la realidad imaginada, es más radical aun en su destructividad que las profecías más radicales, de manera que éstas todavía parecen, frente a lo fáctico, meras ensoñaciones infantiles.