Gabriella de Beer dice que su libro Escritoras contemporáneas: cinco voces es mirada a la nueva narrativa mexicana hecha por mujeres. Inició como un proyecto para una revista literaria de NY, añade la investigadora estadunidense

 

Con el libro Escritoras contemporáneas: cinco voces (FCE), la crítica e investigadora  estadunidense Gabriella de Beer completa un ciclo de ensayos y entrevistas en torno a la literatura femenina mexicana contemporánea. En  este caso,  la autora confianza haber “realizado una visión integral de la actividad literaria mexicana, construida por un número importante de escritoras”.

 

—¿Cuál fue el proceso de investigación para compilar a cinco escritoras desde un punto de vista crítico?

 

— El libro tiene un desarrollo interesante, diferente en cuanto al proceso de otros libros. Empezó como un proyecto para una revista literaria de la ciudad de Nueva York, y terminó como un libro sobre cinco escritoras mexicanas: Carmen Boullosa, María Luisa Puga, Silvia Molina, Brianda Domecq y Ángeles Mastretta. Las cinco autoras han captado no sólo mi atención, sino la de otros estudiosos norteamericanos de la literatura mexicana; por otra parte, son escritoras maduras cuyos primeros textos empezaron a publicarse en los años 60 y 70. Desde luego, su producción todavía tiene un proceso de evolución importante, que poco a poco va madurando con los años.

 

—¿Qué encontró de interesante de estas cinco escritoras para seleccionarlas?

 

—Cada una de las cinco tiene un interés muy especial. Todas comparten características y difieren entre sí en otras muchas, lo cual las hace representativas de la gama de escritoras actuales. A medida que su obra ha evolucionado, también han ido cambiando sus técnicas, los escenarios o los usos del lenguaje. Todos estos elementos fueron importantes al momento de seleccionarlas. Me  gustaría destacar que las cinco comparten el mismo deseo de ser reconocidas y juzgadas por sus méritos como escritoras, y de ser incluidas en la literatura mexicana sin  que se haga referencia a un género; es decir;  al hecho de ser mujeres.

 

— ¿Existen  afinidades entre las formas de narrar o utilizar el lenguaje en la narrativa de las cinco escritoras seleccionadas?

 

— Quiero explicar que este volumen constituye una aproximación a cada una de las escritoras, y en cierta medida pretende cumplir su cometido por medio de un ensayo que se centra en las razones por las cuales cada una de ellas decidió seguir la carrera literaria, además de analizar sus principales obas.

 

Ahora,  como decía anteriormente, creo que  comparten cosas, imágenes de un mismo país, por ejemplo.

Pero, dígame, ¿hay alguna afinidad narrativa entre Puga y Mastretta, o es su estudio un mero análisis reflexivo?

 

No, creo que los ensayos que ofrezco sobre cada una de ellas va más allá de la mera o simple reflexión académica. Por ejemplo, Ángeles Mastretta tiene un lenguaje especial, en sus novelas Mujeres de ojos grandes y Arráncame la vida, la historia es un tema importante, para crear sus personajes en una atmósfera del siglo XIX y principios del XX; también Silvia Molina utiliza la historia para cuestionar e interrogar las versiones oficiales de su país; Boullosa, se centra en múltiples  personajes, que al mismo tiempo tienen algo que ver con un proceso histórico determinado.

 

—En su libro continuamente señala que la temática literaria de María Luisa Puga  es de índole más urbana, ¿cree que las otras cuatro no?

 

—Bueno, la obra de María Luisa Puga está  marcada por su formación  autodidacta: hay  en su obra  una búsqueda de un espacio donde puede ser ella misma y desde donde puede ver el mundo. Ella ha vivido mucho tiempo en la ciudad de México y en otras partes del mundo; ese hecho le ha permitido observar las relaciones humanas y le ha dado los instrumentos necesarios  para profundizar en la psique de los personajes que crea.

 

Cada una de las cinco escritoras las seleccioné segura de mi juicio; no quise realizar un directorio telefónico sino más bien dar un testimonio importante sobre la nueva narrativa mexicana.

 

Con ello, no quiero negar la importancia de Elena Garro, Rosario Castellanos o Nelie Campobello, cuya obra es muy importante y fundamental para las letras Latinoamericanas. Las tres son  ejemplos fundamentales de una estética lingüística muy particular  y única. Sin lugar a dudas, ningún estudio estaría completo si faltara el reconocimiento que se han ganado estas pioneras de las letras.

 

—¿Hay realmente un interés por la literatura de estas mujeres en las universidades norteamericanas?

 

—Sí, desde luego no tienen la importancia de Octavio Paz o Carlos Fuentes, pero creo que poco a poco el mercado editorial y de lectores se va abriendo. México es un país preocupado por su pasado: sus escritores también, hay que recordar casos como los de Marín Luis Guzmán o Mariano Azuela.

 

Hay en los últimos tiempos un interés creciente, en especial por las escritoras mexicanas. Son muchas ya las traducciones, además de que en las universidades ya se incluyen sus textos en las carreras de letras.