Javier Garciadiego destacó que el conflicto armado que comenzó el 20 de noviembre de 1910 tuvo su propio género literario: la novela de la Revolución Mexicana.

 

La importancia de un proceso histórico no es necesariamente su intensidad y heroicidad, ejemplo de ello es la Revolución de Agua Prieta, la cual fue breve y relativamente pacífica, pero que generó la muerte de Venustiano Carranza, señaló el historiador Javier Garciadiego durante el ciclo de Lecturas estatutarias de la Academia Mexicana de la Lengua.

 

En esta revuelta, explicó, se concentraron un grupo de personajes relevantes en la historia nacional, como pocas veces. Como parte de la oposición al entonces presidente, participaron: Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Adolfo de la Huerta, Pablo González, Pascual Ortiz Rubio y Lázaro Cárdenas. A favor de Venustiano Carranza y junto a él, estuvieron presentes: Francisco Murguía, Juan Barragán, Francisco L. Urquizo, Luis Cabrera e Ignacio Bonillas

 

“Para justificar que este proceso diera lugar a obras literarias, tuvo la participación de personajes horrendos como Manuel Peláez, general en jefe de las Guardias Blancas de las compañías petroleras, y Jesús Guajardo, quien un año antes había asesinado a Emiliano Zapata”.

 

GENERO LITERARIO. Javier Garciadiego destacó que el conflicto armado que comenzó el 20 de noviembre de 1910 tuvo su propio género literario: la novela de la Revolución Mexicana. Sin embargo, pocos hechos concretos durante ese decenio generaron un grupo de obras como el asesinato de Carranza, del cual tenemos crónicas, una novela histórica y ensayos.

 

Por una parte, Martín Luis Guzmán publicó en 1958 Muertes históricas que refiere a los fallecimientos de Porfirio Díaz y de Carranza. La de este último se titula El ineluctable fin de Venustiano Carranza, ya que ineluctable, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, es algo contra lo que no se puede luchar, un destino inapelable.

 

La obra de Luis Guzmán es una recreación literaria, no un testimonio ya que la noche del 21 de mayo de 1920 él no estuvo en Tlaxcalantongo, Puebla. Otra obra destacable, aseguró el miembro de El Colegio Nacional, son México - Tlaxcalantongo (1932) y Asesinato de Venustiano Carranza (1959), ambos de Francisco L. Urquizo. 

 

En tercer lugar, apuntó, está la novela histórica El rey viejo (1959) de Fernando Benítez. No obstante, “si uno lee comparativamente las obras México – Tlaxcalantongo, Asesinato de Venustiano Carranza y El rey viejo, va a encontrar que Benítez tiene una enorme deuda con Urquizo, a las que simplemente le introduce un narrador de nombre Enrique”.