Se cumple el centenario del saxofonista e innovador del jazz. Su legado está en el desarrollo del género por la forma de construir sus canciones, dice el profesor Josh Quinlan.

 

A 100 años de su nacimiento y 65 de su muerte, la impronta del saxofonista Charlie Parker Jr.—The Bird— es ineludible para cualquier músico de jazz.  Nacido en Kansas City (EU) el 29 de agosto de 1920, tres años después de la aparición del primer disco de jazz, Parker inauguró la forma de estudiar este género con el método de transcribir los LP que escuchaba. 

 

“Fue el mejor estudiante del jazz, mezcló la influencia de Coleman Hawkins con el blues y creó un vocabulario nuevo. Como músico uno puede escuchar las frases de Parker en todos los jazzistas, todos tocamos su lenguaje”, dice el saxofonista y profesor de la Universidad Nacional de Costa Rica, Josh Quinlan, quien escucha a Parker desde que tenía 14 años y a lo largo de su vida ha realizado varios conciertos Charlie Parker with strings.

 

Comenta que durante el doctorado, la Universidad de Colorado daba un curso exclusivamente sobre Charlie Parker, y se lo considera el precursor del hecho mismo de poder estudiarlo académicamente. “Ahora puedo estudiar 10 años de jazz en la universidad, pero antes no hubo un sistema de educación. Él hizo la forma de estudiar y fue la primera generación de estudiantes de jazz”, apunta.

 

Señala que musicalmente Parker usó las reglas del compositor Bach, tales como una voz interna que existe en la melodía, la forma de resolver acordes y arpegios, y tonos guía. “Todo eso que viene en las suites de violonchelo de Bach existe también en Charlie Parker. Es, además, el primer saxofonista o músico de jazz que tocaba en semi-corcheas, dobló la velocidad de la subdivisión, cambió el enfoque del ritmo que en la música de swing de Louis Armstrong era más de la tradición negra de New Orleans; y también hizo la estructura de las líneas, subiendo, bajando y la dinámica que es muy parecida a la música barroca”, agrega Quinlan.

 

Parker murió el 12 de marzo de 1955 mientras veía un gag televisivo de los hermanos Dorsey a sus 35 años de edad. Entre las causas de muerte se enumeran ataque cardíaco, neumonía, úlcera, cirrosis, y el deterioro general de su salud, resultado de una vida aquejada por enfermedades mentales, llena de drogas, desenfrenos, y dos intentos de suicidio. Se suele contar la anécdota del médico forense que durante la autopsia  estimó que el cuerpo tenía más de 50 años de edad.

 

“Él era adicto a la heroína porque desde temprana edad cuando intentaba tocar probó esa onda y ya nunca salió. Se dice que incluso los dealers y las prostitutas de la época le tenían respeto y lo favorecían, y hay este mito alrededor de las drogas y la improvisación. En ese momento hubo muchas personas en Europa, por ejemplo, que creían en vivir la vida intensa de las drogas y la trasnochada para agarrar esa calle y grasa con la que tocaba Charlie Parker”, cuenta por su parte el saxofonista mexicano Diego Franco, aunque considera que en la actualidad esa perspectiva del jazz ha cambiado mucho. 

 

Coincide en la idea de que todos los saxofonistas y músicos que se acercan al lenguaje de este género se encuentran inevitablemente con la referencia de Parker que es vigente y global.

 

En su opinión, el movimiento que lideró en Estados Unidos con la creación del estilo bebop es uno de los acontecimientos artísticos más increíbles de la humanidad porque inspiró a muchos músicos, escritores, y movimientos de liberación racial importantes en su momento. 

 

“Los músicos afroamericanos de ese entonces no tenían ni la exposición ni la libertad de expresión que Charlie Parker y sus compañeros —Dizzy Gillespie, Thelonious Monk, Kenny Clarke, Charlie Christian, Miles Davis, y Max Roach entre otros— lograron tener porque todos las miradas estaban puestas en ellos”, ahonda Franco. 

 

Explica que antes de Parker, el jazz se usaba principalmente de entretenimiento para gente blanca en los bailes de salón, y cuando llegaron estos personajes a la escena, siendo negros y con una vida muy diferente a la de la gente para quienes tocaban, tenían mucho más que decir que hacer bailar a un público privilegiado. 

 

“Hoy el jazz se ha academizado, permite mezclar, y hacer comunión con otro tipo de folklores. México no es la excepción, hay una gran comunidad que hace cosas a partir de esta música. Es inmensurable el alcance del legado de Parker, todavía no hemos visto todo lo que va a dar porque es un proceso vivo”, añade.