El descenso de natalidad y el aumento de la esperanza de vida no serían tan negativos como cabría pensarse. Según Stephanie Feldstein, del Centro para la Diversidad Biológica, este fenómeno sería beneficioso para el medioambiente.

 

La despoblación es un fenómeno que está transformando gradualmente el panorama demográfico en todo el mundo. A medida que las tasas de natalidad disminuyen y la esperanza de vida aumenta, se da la circunstancia de un cambio notable en la estructura poblacional de muchos países. Una situación que no solo tiene implicaciones socioeconómicas, sino también ambientales.

 

Por ejemplo, la población de China ha descendido tras décadas de crecimiento vertiginoso. Este importante cambio en el país más poblado del mundo sería un gran problema por sí mismo, pero China no es el único país con cifras decrecientes: a pesar de que las previsiones indican que la población mundial superará los ocho mil millones a finales del año pasado, Naciones Unidas espera que docenas de países tendrán poblaciones decrecientes en 2050.

 

Algunos expertos han reflexionado sobre estas cuestiones, con el fin de comprender mejor un panorama tan complejo. Es el caso de Stephanie Feldstein, directora de población y sostenibilidad en el Centro para la Diversidad Biológica, que ha reconocido su inquietud por la conservación del medio ambiente en un artículo de la revista Scientific American.

 

“Es una buena noticia. Teniendo en cuenta que la población de ningún otro animal grande ha crecido tanto, tan rápido o de forma tan devastadora para otras especies como la nuestra, todos deberíamos celebrar el descenso de la población”, sentencia.

 

En primer lugar, es importante reconocer que la despoblación no es un fenómeno uniforme; su impacto varía según la región y las circunstancias socioeconómicas específicas de cada país. Sin embargo, hay tendencias comunes que pueden observarse a nivel global y que requieren atención.

 

Uno de los principales impulsores de la despoblación es la disminución de las tasas de natalidad. En muchas partes del mundo, las parejas están teniendo menos hijos o deciden posponer la paternidad o maternidad debido a una variedad de factores, que van desde la urbanización y el aumento de los costos de vida hasta la expansión de las oportunidades educativas y laborales para las mujeres.

 

Inevitablemente, esta tendencia tiene implicaciones significativas para la estructura demográfica de las sociedades y plantea algunos desafíos en términos de sostenibilidad a largo plazo. Desde la perspectiva de Feldstein, la despoblación es una oportunidad para replantear nuestro enfoque hacia el crecimiento económico y el desarrollo.

 

“El descenso de la población aliviará la presión que ocho mil millones de personas ejercen sobre el planeta. Mientras que nuestro modelo actual económico actual sacrifica a las personas vulnerables y el futuro del planeta, el descenso de la población podría ayudar a crear un futuro con más oportunidades y un mundo sano y biológicamente rico”, en la opinión de Feldstein.

 

Desde su punto de vista, en lugar de centrarnos exclusivamente en el crecimiento poblacional como indicador de éxito, debemos considerar la calidad de vida, la equidad social y la salud del medio ambiente como métricas igualmente importantes. Lo cual implicaría un cambio de paradigma en la forma en que concebimos el progreso y el bienestar humano.

 

Un aspecto clave que Feldstein destaca es la relación entre la despoblación y la conservación del medio ambiente. A medida que disminuye la presión demográfica sobre los recursos naturales, se presenta una oportunidad para restaurar y preservar ecosistemas vitales.

 

“Todos los habitantes del planeta necesitan alimentos, agua, energía y un lugar al que llamar hogar. Y si queremos aumentar la equidad de la riqueza y la calidad de vida -como deberíamos-, las demandas por persona aumentarán, incluso en el mejor de los escenarios”, apunta.

 

En este sentido, pone el ejemplo de China, un país que a medida que crecía en población y riqueza, también lo hacían sus demandas sobre el planeta. “La huella ambiental per cápita de China es menos de la mitad de la de Estados Unidos, pero la huella ambiental total del país es el doble, siendo responsable de una cuarta parte de la deforestación importada y de un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero”.

 

Por tanto, cree que reducir el consumo en los países de renta alta es necesario, pero insuficiente por sí solo si la población mundial sigue aumentando.

 

“Mientras la población humana se ha duplicado en los últimos 50 años, las poblaciones de animales salvajes se han desplomado una media del 69 %. Ya hemos alterado al menos el 70 % de la superficie terrestre, y algunos informes elevan esa cifra al 97%. Nuestras actividades han expulsado a la fauna de sus hogares y han destruido ecosistemas irremplazables”, sostiene en su artículo.

 

Según su argumento, la pérdida de biodiversidad y la degradación ambiental son preocupaciones urgentes que requieren una acción coordinada a nivel global. Ella considera el descenso de población como una oportunidad para adoptar prácticas más sostenibles y promover un equilibrio armonioso entre la humanidad y la naturaleza.

 

Estrategias cruciales

Además, Feldstein resalta la importancia de abordar las desigualdades de género y promover el acceso equitativo a la educación y la atención médica como parte de la respuesta a la despoblación. Desde su perspectiva, las mujeres que tienen acceso a oportunidades educativas y reproductivas tienden a tomar decisiones más informadas sobre el tamaño de sus familias y contribuyen al empoderamiento económico y social de sus comunidades.

 

Por ello, defiende que promover la igualdad de género no solo es una cuestión de justicia social, sino también un medio efectivo para abordar los desafíos asociados con la despoblación y el desarrollo sostenible.

 

En cuanto a las políticas y estrategias para abordar la despoblación, Feldstein aboga por enfoques integrales que involucren a múltiples actores y sectores. Esto incluye la implementación de políticas de planificación familiar y salud reproductiva, la promoción de la educación ambiental y la conservación de la biodiversidad, así como la creación de oportunidades económicas y sociales equitativas para todas las personas, independientemente de su género, edad o condición socioeconómica.

 

“Estamos en una encrucijada, depende de nosotros decidir qué ocurrirá después. Podemos mantener el statu quo económico y seguir persiguiendo un crecimiento infinito en un planeta finito. O bien prestar atención a las señales de advertencia de un planeta llevado a sus límites, poner freno a la catástrofe medioambiental y elegir una forma diferente de definir la prosperidad basada en la equidad y en un mundo natural próspero”, remarca.

 

Referencias:

Center for Biological Diversity (2024)

Feldstein, S. 'Population Decline Will Change the World for the Better' Scientific American (2023)