Esta es la historia de Winnie, el oso negro rescatado durante la Primera Guerra Mundial que inspiró la creación de Winnie the Pooh.

 

Un veterinario en camino a la guerra; una pequeña osa vendida por el cazador que terminó con la vida de su madre; un escritor con dificultad para retomar su vida después del trauma que dejan los conflictos bélicos; y un niño que ama a su oso de peluche. De todos los elementos que se conjugaron para dar origen a la historia de Winnie the Pooh, uno de los personajes emanados de la literatura infantil inglesa más populares de todos los tiempos, estos cuatro deben ser los más importantes.

 

Lo son porque nos cuentan dos historias marcadas por la Primera Guerra Mundial y también porque demuestran que la salvación puede encontrarse en los eventos más pequeños, como una buena acción antes de adentrarse en terrenos peligrosos o un paseo por el bosque mientras escuchas a tu hijo hablar con los animales de felpa que lo acompañan ante el desamparo de su familia. Pero, para entender esto, vale la pena repasar la creación del encantador oso amante de la miel desde el evento que lo inició todo: la aparición de una curiosa mascota militar en Europa.

 

La mascota militar que inspiró la creación de Winnie the Pooh

 

  1. El soldado y veterinario canadiense Harry Colebourn esperaba el tren en la estación de White River, Ontario cuando vio a una pequeña osa negra a la venta. El vendedor se jactaba de ser el cazador que había asesinado a la madre del animal. Colebourn supo de inmediato que tenía que comprarla y darle una mejor vida. Pagó $20 dólares canadienses por ella y la nombró Winnie, en honor a la ciudad de Winnipeg, que Harry consideraba su hogar adoptivo.

 

Sin embargo, el militar no podría llevarse a la osa a su casa. La Primera Guerra Mundial acababa de estallar en Europa y el hombre estaba por reportarse con el Cuerpo Veterinario del Real Ejército Canadiense (CAVC) para zarpar hacia la zona de conflicto. Colebourn, sin opción, se llevó a Winnie a su misión.

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Un militar canadiense y la osa Winnie – Manitoba Provincial Archives, vía Wikimedia Commons

Tras un viaje de quince días por el Atlántico, los batallones de infantería canadiense llegaron a Manchester. Allí, Winnie descendió como una integrante más de las tropas. Todos la cuidaban y procuraban, jugaban con ella, posaban para fotos y le recompensaban el cariño que el peludo animal les daba en un momento tan complicado. Al borde del abismo de la guerra, la CAVC tenía una mascota especial.

 

El nacimiento de la amistad entre Christopher Robin y su oso Winnie

 

Por desgracia, los caminos de Winnie y sus compañeros castrenses tuvieron que separarse cuando el conflicto empeoró en Europa. El 9 de diciembre de 1914, Harry Colebourn dejó a la osa en el Zoológico de Londres y se dirigió a Francia. Sus planes de llevarla al Assiniboine Park Zoo, en Winnipeg, tendrían que posponerse.

 

Tres años después, Harry regresó a Londres para reencontrarse con Winnie. La facilidad con la que la osa se había acostumbrado a su nueva vida puso punto final a cualquier aspiración canadiense de Colebourn. En ese momento, Winnie se convirtió oficialmente en uno de los huéspedes más relevantes del zoológico de la capital inglesa.

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National Portrait Gallery, vía Wikimedia Commons

 

En 1924, el pequeño Christopher Robin –hijo de un autor inglés lejano y una socialite desobligada– se encontró con Winnie en una de sus recurrentes visitas al Zoológico de Londres junto a su niñera Olive Rand. El menor quedó maravillado con la majestuosidad del animal. Tanto que decidió llamar al oso de peluche que había recibido en su primer cumpleaños como aquella osa que veía detrás de una vitrina.

Un oso llamado Winnie the Pooh

 

Un día, el escritor A.A. Milne escuchó a su hijo jugar con su oso. Le sorprendió que el animal de peluche tuviera otro nombre que no conocía (Winnie y no Ernest, como originalmente había sido bautizado) y la cercanía con la que su vástago se comunicaba con él. Fue en ese momento que Milne comenzó a desarrollar en su cabeza una historia de amistad entre un pequeño y su oso.

 

En ese entonces, el autor inglés sufría de episodios de estrés producto de su participación en la Guerra. Esos eventos traumáticos lo alejaron de su familia y recluyeron en un hogar ubicado a la mitad de un bosque. Pero la escritura y su acercamiento a los juegos de Christopher y su oso Winnie levantaron toda barrera que se había autoimpuesto. Ese mismo año publicó su primer cuento: ‘Teddy Bear’.

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Aunque el texto aún no consideraba algunos de los elementos más conocidos del personaje –incluyendo el nombre de sus protagonistas en un homenaje que costaría varios dolores de cabeza a su vástago–, ya era posible visualizar los alcances que podría tener el universo planteado por Milne. El resto, como suele decirse, es historia.

 

¿Qué pasó con la osa Winnie, Harry Colebourn, A.A. Milne y Christopher Robin?

 

La osa Winnie murió en el Zoológico de Londres el 12 de mayo de 1934. Para ese momento, Milne ya había publicado dos libros de aventuras protagonizados por Winnie the Pooh y sus amigos Piglet, Tigger, Eoyore, Kanga y Roo. Las ilustraciones a cargo de E.H. Shepard solo hicieron más evidente la dulzura de los personajes.

 

En 1947, Harry Colebourn falleció en Winnipeg. Después de todo, el veterinario y soldado pudo regresar a la ciudad de la provincia de Manitoba tal y como había prometido. Once años después, A.A. Milne perdió la vida en Sussex.

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  1. H. Shepard, vía Wikimedia Commons

 

El círculo de personajes involucrados en la historia de Winnie the Pooh se cerró el 20 de abril de 1996, cuando Christopher Robin murió mientras dormía en un hospital de Devon, Inglaterra.