Un nuevo ensayo sostiene que Próxima b, a solo 4,22 años luz, podría contar con suficiente agua como para que prosperen en él seres vivos, pese a los distintos estudios que sugieren lo contrario.

 

En el verano de 2016, un equipo de investigadores dirigido por el astrofísico Guillem Anglada-Escudé, de la Universidad Queen Mary de Londres, confirmó en la revista Nature que el sistema solar más cercano al nuestro, Próxima Centauri, albergaba un planeta rocoso en su zona de habitabilidad, una región en la que se dan las condiciones necesarias para que exista  agua líquida en su superficie. Ello sugería que podría ser un magnífico candidato para albergar vida, así que, desde entonces, se han multiplicado los estudios que tienen como protagonista este mundo, situado a unos 4,22 años luz.

 

Próxima Centauri b o Próxima b, tal como se conoce, es ligeramente mayor que la Tierra, pero distintos trabajos apuntan que los parecidos podrían terminarse ahí. Según parece, la enana roja alrededor de la cual orbita mantiene una extraordinaria actividad; en ella se producen  superllamaradas y tormentas solares capaces de devastar la  atmósfera de los planetas próximos. Además, los rayos X y la radiación ultravioleta que producen estos objetos cuando aún son jóvenes pueden evaporar los hipotéticos océanos presentes en ellos.

 

Un infierno o un vergel

Otros señalan que, independientemente de todo ello, se encuentra tan cerca de su sol –orbita a unos 7,5 millones de kilómetros del mismo, mientras que Mercurio, por ejemplo, lo hace a 57 millones del astro rey– que sufriría un desmedido efecto invernadero. Así, se parecería más a Venus, y sería un mundo tan poco hospitalario como este.

 

Posible superficie de Próxima b

 

 

No obstante, un nuevo análisis de los datos disponibles impulsado por expertos en Ciencias atmosféricas y computacionales de la NASA sostiene que, pese a todo, Próxima b podría contar con suficiente agua como para que prosperen en él seres vivos. En una entrevista con el portal Universe Today, el astrofísico Anthony D. Del Genio, de la citada agencia espacial estadounidense, que ha coordinado esta iniciativa, recalca que aún hay demasiadas cosas que desconocemos de este planeta. “No sabemos si posee atmósfera, pero sí que las enanas rojas, como Próxima Centauri, son más pequeñas y frías que el Sol, por lo que los planetas tienen que estar mucho más cerca de estas estrellas para que resulten habitables”, indica.

 

Del Genio y sus colaboradores han planteado diversos escenarios en los que esto sería factible. Por ejemplo, existe la posibilidad de que Próxima b se haya formado lejos de su estrella y, con el tiempo, haya migrado hacia el interior del sistema. Ello habría mantenido el objeto a salvo de las mencionadas emisiones de rayos X y ultravioleta. Además, podría haber albergado mucha más agua que la Tierra, de modo que aun cuando hubiera perdido la mayor parte de ella en este tiempo, aún conservaría océanos. Por último, quizá contase con una densa cubierta de gases que una vez laminada por la actividad solar hubiera dado lugar a una atmósfera adecuada para el desarrollo de la vida.

 

 

Un mundo acuático a la vuelta de la esquina

Para apoyar sus planteamientos, los investigadores han construido una serie de simulaciones que utilizan las mismas herramientas informáticas con las que se estudia la historia climática de la Tierra y se intenta predecir su evolución. Igualmente, han tenido en cuenta qué pasaría si la hipotética atmósfera de este exoplaneta se pareciera a la nuestra o a la de Marte, si contara con masas de agua más o menos saladas, si estuviera cubierto por un océano global e incluso si Próxima b mostrase siempre el mismo hemisferio a su estrella.

 

“A partir de los resultados, podemos determinar que si Próxima b poseyera agua y atmósfera, tendría grandes posibilidades de ser habitable”, afirma Del Genio. “También que, aun en el caso de que su estrella solo iluminara una parte de su superficie, las corrientes podrían llevar el agua cálida hasta las regiones donde siempre fuese de noche, de modo que estas podrían albergar vida. Es posible, de hecho, que todo el planeta esté cubierto por agua”.

 

Los autores del ensayo señalan que sus propuestas sirven para otros mundos rocosos que orbiten enanas rojas y, dado que el 70% de todas las estrellas en nuestra galaxia lo son, podría darse un notable impulso a la búsqueda de formas de vida extraterrestre.

 

Referencia: Habitable Climate Scenarios for Proxima Centauri b with a Dynamic Ocean. Anthony D. Del Genio et al. Astrobiology (2018). DOI: 10.1089/ast.2017.1760

 

Imágenes: CfA - ESO / M. Kornmesser