Es la hipótesis de un equipo científico internacional, que explicaría por primera vez de manera íntegra las peculiares características de este asteroide interestelar.

 

Su nombre significa ‘visitante de la lejanía’, dado que es el primer objeto interestelar (que hayamos detectado) que visita nuestro sistema solar. Dado su carácter exótico, el origen de Oumuamua se ha convertido en fuente de especulación desde su descubrimiento por un telescopio de Hawái en octubre de 2017.

 

Este objeto interestelar tiene la forma alargada de un gran ‘cigarillo cósmico’ de 400 metros de longitud y muestra una rotación caótica, lo que desconcierta a los científicos. Dado su rápido desplazamiento (a 95 000 kilómetros por hora), sabemos que es imposible que se haya formado en nuestro sistema solar. El hecho de que no tenga cola, como otros asteroides, también despista a los expertos. De color rojo oscuro y muy denso, debido probablemente a que contiene mucho metal, Omuamua no se parece en nada a ningún objeto conocido.

 

Aunque la hipótesis más avalada por los científicos es la de que no es más que un peculiar asteroide interestelar, algunos otros, como ciertos miembros del Centro de Astrofísica del Harvard–Smithsonian, propusieron que en realidad se trata de una sonda de luz de una civilización extraterrestre. Pero no hay radiación electromagnética detectable ni ninguna otra prueba que demuestre que esta conclusión, no exenta de polémica, sea algo más que una mera (y sensacionalista) intuición.

 

Ahora, un nuevo estudio publicado el 13 de abril en Nature Astronomy ofrece una de las primeras respuestas íntegras a las preguntas de cómo se formó y de dónde vino Oumuamua.

 

La investigación consistió en simulaciones por ordenador para mostrar cómo se pueden formar objetos como Oumuamua bajo la influencia de las fuerzas de marea similares las de los océanos de la Tierra pero, en este caso, estelares. Esta hipótesis de formación, según los autores del estudio, explicaría todas las características inusuales de Oumuamua.

 

Para comprenderlo, hay que partir de la hipótesis de que Oumuamua ha tenido un sistema solar de origen: “Los objetos interestelares similares a Oumuamua se pueden formar a través de una extensa fragmentación durante encuentros cercanos a sus estrellas anfitrionas, y luego se expulsan al espacio interestelar”, cita el documento.

Fragmentación provocada por una ‘marea estelar’

 

Cuando un cuerpo más pequeño pasa muy cerca de uno mucho más grande, las fuerzas de marea del cuerpo más grande pueden romper el más pequeño, como sucedió con el cometa Shoemaker-Levy 9 cuando se acercó a Júpiter. Según las simulaciones por ordenador, si un objeto se acerca lo suficiente a su estrella, esta puede romperlo en fragmentos extremadamente alargados “en una relación de eje largo a eje corto que puede ser incluso mayor de diez a uno”, como cita el documento; y luego sería expulsado al espacio interestelar. Este proceso, al que han llamado marea estelar, es el que se ha sugerido como posible origen para Oumuamua.

 

Es más, para desilusión de algunos, de nuevo, los investigadores insisten: “La ausencia de emisiones de radio apunta a que Oumuamua es un objeto natural”.

 

Además, los investigadores han aplicado un modelado térmico de la superficie de Oumuamua, que también resulta coherente con su hipótesis de fractura: los fragmentos iniciales se derretirían a una distancia muy corta de la estrella y se volverían a condensar a mayores distancias, formando así una corteza cohesiva que garantizaría la estabilidad estructural de la forma alargada.

 

Una familia de objetos como Oumuamua

 

Por otra parte, los investigadores también han calculado que debe haber una población extremadamente grande de objetos interestelares como Oumuamua, y que este es solo la punta del iceberg. "El descubrimiento de Oumuamua implica que la población de objetos interestelares rocosos es mucho mayor de lo que pensábamos anteriormente. De media, creemos que cada sistema planetario debería expulsar unos cien mil millones de objetos como Oumuamua".

 

Los cálculos de los investigadores demuestran la eficiencia de las fuerzas de marea estelares en la producción de este tipo de objetos. Esto también implica que otros objetos, como cometas de larga duración, discos de escombros e incluso las supertierras podrían transformarse en piezas con la forma de Oumuamua durante sus encuentros estelares.

 

Oumuamua ha permitido a los astrofísicos y astrobiólogos abrir campos muy novedosos de trabajo: dado que estos objetos pueden atravesar los dominios de zonas habitables (como ha ocurrido en nuestro caso) no se puede descartar la posibilidad de que puedan transportar materia capaz generar vida (la teoría de la panspermia). Además, estos objetos interestelares podrían proporcionar pistas sobre cómo se forman y evolucionan los sistemas planetarios.