“La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta,

es la misma que entre el rayo y la luciérnaga”. Mark Twain

El ofrecimiento político, además de Productos (puentes, carreteras y obras civiles y de infraestructura) y Servicios (de alcantarillado, aseo, salud, seguridad) también cobija la promoción de Personas (candidatos, lideres, gobernantes), la promoción de Organizaciones (campañas, partidos, movimientos, coaliciones y agrupaciones políticas) y la promoción de ideas (en forma de propuestas, que en el programa político se conciben como Políticas Públicas). Pero también incluye el Cambio Social Voluntario –CSV -como alternativa al cambio violento y que se logra -en forma más efectiva (eficiente y eficaz)- con estrategias de Politing, pues toda campaña política propende por eso: por un CSV por parte del electorado.

Así, el cambio de una idea por otra, la transformación de conductas por unas más propositivas, la adopción de nuevas ideas, actitudes y creencias, son objetivos finales del Politing y son “valores” que se pueden promover efectivamente por medio de él pero NO se pueden asimilar o tratar como simples “productos” tangibles.

Concretamente, las ideas que promueve el Politing, son “creencias, actitudes o valores”. Una creencia, es una concepción que se establece respecto a un asunto o hecho y no incluye una evaluación, por ejemplo la creencia de que el cáncer puede ser controlado si se detecta a tiempo, propósito que puede ser una política pública dentro de un programa político. Corresponder a una actitud si son evaluaciones -positivas o negativas- de personas objetos, ideas o sucesos, como la expresión: “los niños planeados son mejor atendidos que aquellos de embarazos accidentales”, susceptible, también, de ser una política pública. Finalmente, la idea puede ser valores, como ideas globales de lo que es correcto o no, como con los derechos humanos, que pueden motivar una política pública. 

El hecho de “adoptar” una idea, entonces, no solo supera, sino que trasciende -en mucho- y rebasa el concepto de consumo. Y es que el concepto de que todos somos “consumidores de ideas” lamentablemente ha venido haciendo carrera, con la anuencia de académicos, la complicidad de consultores, el silencio de estudiantes, la mirada impávida de candidatos y gobernantes y hasta el beneplácito de algunos ilustres líderes mundiales.

Esa absurda lógica de considerar y tratar a todo ciudadano elector -como Usted o como yo- como si fuéramos consumidores -como Usted o como yo- permite hacer un parangón entre algunos procesos que -tanto Usted como yo- diariamente realizamos y que no necesariamente pertenecen al ámbito del consumo. Miremos algunos.

Será que la gordura física ¿se puede equiparar al exceso de inteligencia?, la facultad de aprendizaje ¿a la capacidad para comer?, la saturación de ideas ¿puede producir indigestiones? el ayuno ¿equivaldría al olvido o a la estupidez?, el hecho de no aceptar una idea ¿se asimilaría a una huelga de hambre?, desechar o descartar ideas ¿se igualaría al acto de defecar o evacuar alimentos? Continuando con estas ridículas similitudes, la comida chatarra equivaldría a ideas malsanas, groseras o sin sentido, en tanto que los alimentos dietéticos ¿serían ideas inocuas, baladíes o anodinas? La falta o carencia de ideas ¿sería como ayuno o hambruna? Y padecer de demencia senil ¿equivaldría a inapetencia o a perder paulatinamente el apetito? ¿Cómo sería, entonces, una digestión ideológica o una diarrea mental? ¿Una consecuencia por aprender demasiado sería el vómito? La frase “oídos abiertos y corazón dispuesto” ¿se reemplazaría por “bocas abiertas y píloros listos”? y en definitiva ¿el tamaño de su estómago o del mío, tiene una relación estrecha y directa con la capacidad mental suya o mía?

En suma, el refinado e ilustre proceso digestivo -aun con sus incómodas flatulencias- ¿se puede considerar como idéntico al vil y truculento proceso de adoptar ideas, asumir actitudes o defender conductas? Si bien es cierto que coloquialmente también se habla de parir ideas, ¿por ese hecho, es posible asegurar que ambos procesos son idénticos?

Sólo algunos consultores de Politing de muy escasa estatura moral, podrían trabajar con esas similitudes y optar por inclinar la balanza a estrategias basadas en estas comparaciones. Y es que no hay que cambiar análisis lógicos por efímeros cantos de sirenas, así sean -a primera vista- útiles para representar asuntos que tienen todo un sitial diferencial en el proceso evolutivo, hasta el punto de que uno de de ellos -y no precisamente el que tiene que ver con el acto físico de ingerir alimentos- es el que nos diferencia de nuestros primos, los primates.

Parecidos así pueden originar lamentables confusiones como en el caso del candidato que cuando le preguntaron que si proponía una INVASIÓN MASIVA, respondió que invasión sí, pero sin cobrarles el “IVA”.