El partido político el PRI está obligado a una refundación, o a una reingeniería política que le devuelva esa fuerza que comenzó a perder a partir de su derrota en el 2000, cuando perdió por primera vez la presidencia de México, y es que desde los días en que la llamada alternancia fallida hasta que llego la cuarta transformación, el cóctel de alianzas con el PAN acabó por restarle fuerza al tricolor.

 

Fue la alianza del PAN de Vicente Fox, con el PRI  de Carlos Salinas, lo que le salvo la plana al blanquiazul para retener la presidencia con Felipe Calderón la consigna era impedir la llegada de AMLO a los Pinos, la devolución de las llaves de la casa presidencial del PAN al PRI se dio en 2012 cuando Fox y Calderón debieron cumplir lo pactado en 2006 y apoyaron abiertamente para la victoria del priista Peña Nieto, quien lejos de aprovechar el momento para relanzar al partido lo hundió en el pantano del descrédito y la corrupción con la casa blanca, Odebrecht, la estafa maestra, y el saqueo a Pemex.

 

La salida del presiente copetes para salvar su pellejo fue pactar la transición con AMLO su calidad de ex presidente intocable en todo el actual sexenio así lo confirma, vendió su capital político a cambio de impunidad, por la de Luis Videgaray, y Osorio Chong, en seis años de una 4t, que presume el combate a la “Corrupción” no se les toco, ni con el pétalo de una mañanera.

 

Lo sabe bien Alejandro “Alito” Moreno, quién como presiente del tricolor ahora si ya articula toda una estrategia para relanzar el partido y devolverle su vida propia, al que fuera alguna vez el poderoso tricolor, y es que a pesar de que se pretende flagelar a la dirigencia actual el PRI, debió pagar por segundo sexenio consecutivo el precio de no postular a un priista a la presidencia, porque ni José Antonio Meade, ni mucho menos Xóchitl Gálvez, tenían genética tricolor, todavía en 2021 con la “Alianza va por México” “Alito” Moreno, logro ser el articulador y la postulación de la candidatura presidencial de Xóchitl Gálvez en 2024.

 

Bajo el estandarte de la coalición “Fuerza y Corazón por México”, fue un acto de generosidad política una jugada de sacrificio buscando frenar el avance de Morena, con quien no se dieron concesiones ni en las votaciones controversiales que acabaron frenadas en las cámaras.

 

Y a pesar de que la candidata Xochilt, tenía más genética azul, que tricolor, fueron las estrategias los apoyos, y los oficios del dirigente del tricolor, por encima de un errático Marco Cortes, lo que logro cohesionar esa alianza opositora Xóchitl Gálvez, encontró en Alejandro Moreno, un mayor respaldo que el que le regateó entre gritos e insultos el líder nacional del PAN, pero en las urnas pero sobre todo en el poder real de las cámaras el PRI, con un millón de militantes activos los votos tricolores alcanzan los siete millones en la elección presidencial y cifras similares se dieron en las elecciones para el Senado y para la Cámara de Diputados,  a nivel municipal 30 millones de mexicanos están hoy bajo la tutela política del PRI a pesar de lo vivido que lo viene desplomando desde el 2000.

 

Y a pesar de las grandes traiciones principalmente la más reciente de Peña Nieto, de la mano de Alfredo del Mazo, quienes entregaron a Morena, el gobierno del Estado de México, esa es la entidad con mayor votación, el PRI superó por 230 mil votos al de todos aquellos mexiquenses que sufragaron a favor de Xóchitl Gálvez.

 

Y lo mismo sucedió en la cámara donde el tricolor en el estado de México logro 255 mil votos más que la coalición opositora, por eso Alejandro Moreno, está pensando activar hoy una nueva e inminente estrategia de fondo que podría ir tan lejos como cambiar el nombre al partido político, sabe que lo puede hacer porque su PRI sobreviviente está cohesionado operando verticalmente hay agenda unificada en las cámaras y hay destino común en los 32 estados.