Nayib Bukele triunfó en las elecciones de El Salvador con un margen tan abismal que confirma que es un fanatismo letal para la democracia un hombre que llegó al poder por la vía democrática, cambió todas las reglas hasta capturar el poder legislativo y la corte desapareció a la oposición.

 

Y todo porque logró de forma absolutamente cuestionable y siniestra devolverle la seguridad a la gente Bukele, perdió el miedo a las pandillas, lo politiza y a cambio las personas le concedieron derechos que habían ganado Bukele, no es un demócrata  en el Salvador no hay democracia  Bukele se vendió como un político “sui generis”, aunque en realidad nunca lo fue porque la empresa de su familia ya estaba vinculada con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional o el FMLN como lo llaman en El Salvador.

 

Tras haber sido alcalde de Nuevo Cuscatlán y de San Salvador terminó haciendo todo lo posible por ser expulsado de ese partido cuando le negaron ser candidato presidencial, tras la expulsión se puso el traje de mártir y con un nuevo proyecto político se vendió como un aspirante que rompería los paradigmas de la vieja clase política nada más alejado de la realidad, lo que hizo fue capitalizar los errores del bipartidismo en su país  tomó la bandera de la indignación y prometió solucionar los grandes problemas de El Salvador con tecnología al estilo millenial habló de sus enormes cripto-sueños para hacer del Bitcoin una moneda de uso corriente, por cierto un proyecto con cargo al erario que fue un fracaso.

 

Una vez que triunfó y llegó a la presidencia, mostró su rostro autoritario,  entró en febrero del 2020 con militares armados al Congreso exigiendo que le dieran 109 millones de dólares para poner en marcha un plan de seguridad del que sólo él conocía los detalles.

 

Recién iniciada la pandemia fue aplaudido por declarar en cuarentena al país y dar apoyos de 300 dólares, pero también por detener a cualquier ciudadano que no respetara las restricciones de movilidad ya entonces demostraba esa mano dura, ese comportamiento paternalista diciendo que la medicina para corregir el rumbo del país sería amarga.

 

Y en efecto, Bukele tiene a el Salvador en estado de excepción desde el 27 marzo de 2022 algo que no sucedía desde que acabó la guerra civil en 1992 entro, en ese punto cuando su pacto con las pandillas se vino abajo el fin de semana que las maras asesinaron a 87 personas varias de ellas civiles desarmados que no tenían nada que ver con organizaciones criminales un poco después se supo a través de documentos judiciales que fueron revelados por la prensa que Bukele negocio con las pandillas para disminuir los homicidios que su gobierno liberó a presos de gran calado para luego capturarlos y mostrarlos como un triunfo de su gobierno.

 

Incluso, la semana pasada se supo que Bukele, estaba dispuesto a pagar un millón de dólares al CJNG, para que secuestraran al líder de la Mara Salvatrucha y lo entregará al gobierno, con el poder y las elecciones intermedias Bukele capturó al Congreso y a la sala constitucional y los convirtió en correas de transmisión de su poder.

 

Consiguió reelegirse por una interpretación muy torcida de la ley e hizo campaña a través del miedo de decirle a la gente de que sin él en el poder volverían las Maras a las calles porque así de frágil es lo que presume como un logro, al frente del Salvador Bukele ha encarcelado a más de 70 mil personas en dos años en las prisiones han sido asesinadas 185 personas que estaban bajo custodia del estado, alrededor del mundo activistas han señalado graves violaciones de derechos humanos.

 

Las detenciones arbitrarias y ausencias de garantías en los juicios y que a pesar del montón de detenciones hay muy pocas sentencias, en el Salvador bajo el régimen de Bukele, se encarcela a quién sea porque militares llegan a las casas a sacar gente y detenerla eso es vivir en un régimen de excepción Bukele es incapaz de presumir otra cosa que no sea atestar las cárceles de personas sin importar si son culpables o no mientras la tasa de pobreza en el Salvador sigue siendo una de las más altas de América latina alcanzando un 28.4 % hoy 1.8 millones de salvadoreños se van ir a dormir en la pobreza extrema según datos del Banco Mundial.