El gobierno de Morena, está jugando con la salud y la vida de millones de habitantes del área metropolitana de Monterrey.

 

Sus feroces y tóxicas emisiones de azufre, y dióxido de carbono, que salen de las volcánicas de las chimeneas de la refinería de Cadereyta, son una prueba contundente del drama ambiental que se vive en la metrópoli, neolonesa.

 

Irresponsablemente, la dirección de Pemex dice que no hay nada de qué alarmarse, que esas son labores de desfogue controlado como protocolo de seguridad y que no le causan daño a nadie, están a un paso del genocidio.

 

Cuestión de solicitar las estadísticas de los últimos años para certificar el incremento en las enfermedades pulmonares y del sistema respiratorio en Nuevo León, para apuntar el dedo inquisidor hacia la controvertida refinería que opera en esa región desde los años 70.

 

A pesar de uno que otro desafortunado desliz sobre el tema, Samuel García está frente a su segundo momento de asestar un gran golpe medioambiental después del anuncio de la instalación de la armadora automotriz de Tesla en Nuevo León.

 

Cuestión de recordar que, cuando era candidato de Movimiento Ciudadano, el hoy gobernador de Nuevo León, hizo del tema de la contaminación de la refinería su prioridad número dos, solo después de la promesa de buscar un nuevo Pacto Fiscal con la Federación para lograr una mejor redistribución de los impuestos.

 

En el primer año de su joven gobierno, Samuel no le dio prioridad ni a lo uno, ni a al otro.

 

De hecho, abandonó el tema fiscal y el tema de la refinería se perdió tras una cortina de silencio.

 

Debieron elevarse los niveles de contaminación en la gran metrópoli regia para que otro personaje político, Miguel Treviño, saliera a encabezar un espontáneo movimiento ciudadano para exigir, por la vía legal, el amparo para frenar a la contaminante refinería de Cadereyta.

 

La iniciativa del alcalde de San Pedro Garza García, prendió entre el colectivo, sobre todo, cuando dos días después de la protesta, grandes extensiones de la zona conurbada de Monterrey, fueron invadidas masivamente por pestilente olor a azufre.

 

Aquí vino el resbalón de Samuel García, al puro estilo del presidente Andrés Manuel, el gobernador de Nuevo León salió a recriminar en redes sociales que no le cargaran la mano a la refinería de Cadereyta, hoy sale muy puritano.

 

A la misma que como candidato prometió clausurar, una vez que llegara a ser gobernador.

 

En defensa de la paraestatal, Samuel García dijo que la enorme contaminación que flagela a la metrópoli regia era producto de las emisiones de las empresas, las pedreras y de los autos.

 

Crece porque el Estado da un mal servicio de transporte público y entran a circular decenas de miles de autos chatarra.

 

Apenas se abría el debate entre las posturas del alcalde Miguel Treviño, apoyado por la ciudadanía y del gobernador Samuel García, cuando las redes sociales se inundaron de videos e imágenes de enormes erupciones de tóxicos color amarillo y negro, emitidas por la refinería de Cadereyta.

 

Pemex no tenía para dónde hacerse. El color amarillo intenso delataba la presencia tantas veces negada del azufre lanzado hacia los cielos urbanos donde respiran millones de regiomontanos.

 

Ante lo indefendible de las imágenes, el gobernador de Nuevo León, salió en Tik Tok a modificar su postura para anunciar que tomaría medidas serias en contra de la refinería.

 

Pemex apenas alcanzó a emitir un escueto comunicado lavándose las manos y diciendo que esas coloridas erupciones eran de vapor, no de químicos contaminantes.

 

La Secretaría del medio ambiente del estado, se aprestó a clausurar temporalmente la contaminante refinería, pero no les dieron acceso a las instalaciones.

 

Es urgente tomar una decisión con seriedad, el gobierno de Nuevo León, contratara a firmas expertas que auditaran no solo la calidad del aire en la zona metropolitana de Monterrey, sino el origen de los contaminantes para determinar cuánto de esas mortales partículas provienen de la refinería de Cadereyta, para acabar con todo esto Samuel García, tiene la última palabra.