“Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa” V. Hugo

 

Lamentable y desesperanzador, es cuándo la mitad de los ciudadanos de una Nación dejan de creer en su líder moral, y desconfían de su presidente.

 

La manifestación rosa en todo México, dejó de ser una protesta en contra de Andrés Manuel, y su capricho de acotarle sus excesos, atribuciones y capacidades al árbitro electoral.

 

Los miles de mexicanos que marcharon en 120 ciudades de México y del extranjero ya no esperaban convencer al inquilino de Palacio Nacional para que recapacitara sobre su intentona de su Plan B en contra del Instituto Nacional Electoral.

 

Sienten que es una causa perdida, por eso los exhortos, las propuestas, los discursos se centraron con un solo objetivo: hacer un llamado a la SCJN, para que descarrile la afrenta inconstitucional.

 

Los discursos oficiales de Beatriz Pagés y de José Ramón Cossío en el Zócalo fueron en sentido más partidistas que ciudadanos.

 

La esperanza de los mexicanos que libremente marcharon descansa hoy en los once ministros de la Corte que son el último paso, muro de contención contra una ilegalidad que, de pasar libre, pondría en peligro la democracia en nuestro país, principalmente a los partidos políticos del país.

 

La elección de la ministra Cecilia N. Piña como presidenta del máximo órgano judicial, aunado al marcaje de su distancia frente al presidente López Obrador, dejan bien abierta la puerta para que la Corte recupere el equilibrio que algún día la caracterizó y que debe de ser.

 

Hable lo que hable, en su mañanera, el inquilino de Palacio Nacional, desprecie a quien desprecie, insulte a quien insulte, está visto que, frente a la mentira reiterada, su mensaje pierde fuerza y su cargo pierde respeto.

 

El presidente Andrés Manuel, tendrá que reconocer que la acción que nació en aquella marcha del 13 de noviembre creció y se avivó todavía más.

 

Por más que diga del pueblo bueno y sabio que presume que lo apoya, él sabe en su interior que es un pueblo bueno, sí, pero cooptado también por la dádiva mensual y, sobre todo, ignorante de los detalles que significan los des piedades recortes al INE.

 

Pero la gran mayoría de quienes marcharon, quienes llenaron lo mismo el Zócalo de la Ciudad de México, que la Macro plaza de Monterrey, sí tienen conciencia clara del daño que se le estaría infringiendo a la democracia ciudadana con la eliminación de miles de empleados a un INE que todavía en las condiciones actuales nada a contracorriente para sacar adelante unas elecciones decorosa.

 

Los que marcharon ayer son los que saben que la prometida transparencia presupuestal es otra de las grandes medias verdades de un gobierno que esconde sus cuestionados presupuestos detrás de los uniformes verde olivo.

 

Este gobierno prefiere elevar los presupuestos de sus sectores autoritarios y recortar los de aquellos que promueven y custodian la democracia/electoral, pero esto realmente demuestra miedo, preocupación, que la próxima elección del 2024 pueda perderla; ya no tiene los 30 millones de electores con los que gano, las últimas acciones de votación marcan que solo tiene la mitad de los votos con que gano la elección presidencial.

 

Los que marcharon, están convencidos que tenemos el más pobre gabinete de gobierno del que se tenga memoria, porque casi todos los que valían la pena ya se fueron, porque los que se quedaron son los que están dispuestos a tolerar todos los berrinches y caprichos de un presidente que en privado los insulta y los sojuzga con exigencias hasta la ignominia, sintiéndose poderoso, ignorando que es un ser humano como todos y que además el poder es temporal y pasajero, como la vida misma.

Los que caminaron en protesta son los que saben que en la medida en que se debilite al INE, se fortalecerá el aparato paralelo que, con la ayuda del crimen organizado, está financiando las campañas, principalmente las de sus candidatos de la 4T, en más de una docena de estados en los que ya cogobiernan con ellos.

 

Esto se mira, sin duda venir en las elecciones presidenciales del año 2024.

 

Por eso decimos que el presidente Andrés Manuel, volverá a decir que respeta las marchas por la libertad de expresión, pero que quienes participaron en esa ola rosa son mexicanos manipulados por los conservadores, por los fifís, por los liberales, y por sus adversarios.

 

Él sabe bien que no es así, su tarea entre hoy y el día en que la SCJN, emita su último fallo sobre el Plan B y el INE, será descalificar a los ministros buscando bajarles la guardia en un intento por acabar con ellos.