Al presidente AMLO su iniciativa de Reforma Electoral, se le cayó incluía golpes mortales al INE, fue bloqueada por la oposición, con algunos morenistas incluidos.

 

De los 330 votos que se esperarían de Morena y sus aliados solo lograron 269, La oposición logró 225 y se dio una abstención y cinco ausencias. sencillamente no pasó.

 

El PRI, PAN, PRD, MC, cumplieron su promesa y rechazaron la intentona. Otro corto circuito como el de la frenada Reforma Eléctrica.

 

Pero ya conocen al inquilino de Palacio Nacional, nunca pierde. Y si le cantan el tercer strike buscará que se lo pasen como base por bola o intentará convertirlo en un jonrón.

 

Apenas se enteró de que su propuesta original de Reforma Electoral, no prosperó y sin esperar un día envió de rápido su Plan B, el que le permite ejecutar severos recortes presupuestales que incluyen despidos por cambios administrativos y la reducción de los organismos electorales locales OPLES.

 

Un absurdo pensar que las elecciones en cada municipio, de cada estado y de todo el país puedan ser operadas, todas, por un organismo desde el centro del país.

 

Eso no es democrático, es autoritario y centralista. Como absurdo también es el intento de quitar los dientes al árbitro y al tribunal electoral para que sean incapaces de sancionar alguna candidatura que no cumpla con las exigencias de ley o no puedan disponer de su autoridad para aplicar multas, a candidatos o partidos políticos que violentan lo prohibido.

 

Más que una propuesta de avanzada, el Plan B, de López Obrador, suena a una vendetta personal.

 

Y en particular contra los consejeros Lorenzo Córdova Presidente del INE y Ciro Murayama, a quienes el inquilino de Palacio Nacional les tiene particular fobia.

 

Desde el momento en que el presidente López Obrador, planteó su embestida contra el INE, lo que siempre salió a flote fue el trauma del presunto robo de la elección presidencial de 2006, en la que Felipe Calderón, se le adjudicó el triunfo por apenas 256 mil votos.

 

A pesar de que la actuación del INE en 2018, fue impecable y reconoció sin demoras la victoria del candidato de Morena, la herida de doce años antes no había sanado.

 

Era solo cuestión de tiempo para que, como presidente, López Obrador, buscará publicarle al INE, su esquela.

 

Los efectos de la mega marcha espontánea del 13 de noviembre, calaron hondo en el ego presidencial, que anticipó el rechazo a su propuesta original, echándole a perder el festejo de su cumpleaños.

 

Pero vino la contraofensiva, financiada con dinero público en la llamada marcha del acarreo, de nada sirvió porque incluso algunos de los aliados de Morena, 31 para ser exactos dieron la espalda a la iniciativa presidencial y fueron cruciales para detener la intentona.

 

Vamos a esperar para ver en qué paredón de la 4ta serán fusilados los traidores que le dieron la espalda a la propuesta presidencial.

 

Mientras tanto, las fuerzas que lograron detener la intentona de Reforma Electoral se reagrupan anoche detrás de su victoria para buscar frenar también el Plan B, que sólo exige de mayoría simple, y con 251 lo sacarán adelante.

 

Sin embargo, la Oposición no se quedará cruzada de brazos y ya prepara su ofensiva a través de una denuncia ante la Suprema Corte.

 

Hoy solo podemos decir que, el capricho presidencial de sacar a pasear sus odios, ubicó a la iniciativa electoral rechazada como un nuevo error de diciembre.

 

Prepárense, porque el inquilino de Palacio Nacional hará lo que sea en su obsesión de adueñarse del silbato del árbitro para dirigir el crucial partido de la elección del año 2024.