Lo que sucedió en días pasados en  Culiacán, fue el gran quiebre, es la prueba más clara de que el estado Mexicano ya no detenta el monopolio en el uso de la fuerza, hay otros mas poderosos que lo ejercen desde la ilegalidad, los mexicanos fuimos testigos de como el Ejercito Mexicano, La Marina y Guardia Nacional, se vieron  rebasados, insuficientes e impotentes  para reterner la captura de Ovidio Guzman, hijo del “Chapo”, la narco-armada sinaloense desafio al estado mexicano y lo obligo a liberar y entregarles  al delicuente que tiene no solo ordenes de aprehensión si no de extradición a E.U. y lo dramático es que los ciudadanos de Culiacán son ahora oficialmente rehenes de un narco-gobierno que demostraron que son los que dictan las reglas del juego por encima del Gobierno Federal, si se quiere sobrevivir hay que tolerarlos y aceptarlos para los detractores del Gobierno de la cuarta transformación lo que se vivio ayer en Culiacán,Sin.fue la mas patética muestra de que la estrategia del nuevo gobierno, guardia nacional de por medio es fallida e incompetente.

 

Meses de trabajo de los grupos de inteligencia ubicaron al hijo de quien fuera el capo mas peligroso del pais, lo cercaron lo detuvierón pero fueron incapaces de retenerlo se los arrebataron por la superioridad numérica de los narcos y por la posibilidad de abrir frentes de violencia por toda la ciudad.

 

Para quienes defienden lo que ayer se vivio en Culiacán, advierten que se trato de una sabia decisión de estado que el Presidente Andres Manuel Lopez Obrador y su gabinete de seguridad asumieron que  el mejor camino para impedir el rio de sangre y no caer en una provocación descomunal, si acaso se peco de impericia para calcular la potencia del enemigo que si somos claros crecio el amparo de los regímenes de Vicente Fox y Felipe Calderon, cuando algunos de sus jefes de seguridad se dedicaron a proteger a Joaquin “El Chapo” Guzmán.

 

Quizá por ello acabaron sacrificando incuestionables accidentes aéreos a un secretario de seguridad Ramon Martin Huerta  y a dos secretarios de gobernación Juan Camilo Muriño y Jose Francisco Black.

 

El poderío del narco, ejercito que sitio a Culiacán, viene desde aquella paz negociada en los últimos tres sexenios, no es producto de los 10 meses de Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y si esa narco-guardia nacional salío ayer de su guarida para mostrar los dientes fue precisamente porque el nuevo gobierno se metio en su madriguera desafiante a capturar uno de los suyos.

 

Curioso que este primer gran golpe a la estrategia de seguridad del gobierno de la cuarta transformación se de el dia en que los mexicanos estamos conociendo de la caída de Carlos Romero Deschamps, uno mas de los pilares políticos y financieros del viejo sistema al que se quiere sepultar es el principio de cuando se empieza a desgranar la mazorca del sindicalismo.

 

¿Mensaje violento? Acaso es el estado profundo, en el que también despachan los jefes del narco en complicidad con grandes políticos y algunos financieros que les lavan sus dineros el que se resiste que les pongan fin a sus privilegios, sea cual fuere la respuesta la del estado  debil y agachado que enarbola la estrategia del “fuchi, guacala” y que espera que las mamás indignadas sometan a sus narco-vástagos o la del estado que  desafiado por los enraizados intereses narco-politicos de un cartel.

 

El gobierno del presidente López Obrador está obligado a replantear su estrategia de seguridad, insistientes de la bondad mezclada con ingenuidad que se prefirió ceder a la amenaza para evitar el baño de sangre de la población es mostrarles a otros carteles y políticos que los patrocinan el camino para ser los dueños de México.Por lo hay que frenar el punto de quiebre.

 

 

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