El 23 de marzo por la tarde, Colosio candidato del PRI, era asesinado en Lomas Taurinas, Tijuana Baja California; en Tlaxcala Cuauhtémoc Cárdenas, Candidato del PRD, pronunciaba un discurso en el Zócalo de la Capital.
Plaza llena de simpatizantes que aclamaban al primer al primer Jefe de Gobierno Electo del D.F. que con licencia en mano buscaba por segunda vez la Presidencia de México.
En pleno discurso Cárdenas recibió la noticia del atentado a Colosio y su semblante cambió por completo: del opositor intransigente pasó al político conciliador pacifista. México se cimbró esa tarde; muchos que se decían cercanos al Sonorense ultimado se quedaban en la orfandad política.
Mucho se ha dicho en las últimas semanas de ese trágico hecho, hasta el Presidente López Obrador ha dicho que dos días antes (21 de marzo en su caso) había cenado con el aspirante presidencial priista. ¿Quién no ha expresado una opinión sobre el caso en estos días?, Netflix, nuevos videos; información reservada; investigadores interesados, opinadores, amigos del occiso, políticos, vaya el caso tomo vida cinco lustros después. Lo único “cierto” hasta hoy es la versión del asesino solitario: aunque “Vox Populli” asegura que se trató de más de una acción concertada, Mario Aburto autor material purga condena de 4 décadas en prisión ¿y el autor intelectual? Nunca se sabrá.
Así ocurre con este tipo de tragedias en cualquier parte del mundo, lo único cierto: Lomas Taurinas fue el inicio de la devacle del PRI del régimen, del sistema, vale la pena recordar dos textos sobre el asesinato: el de Jorge Volpi, nunca publicado pero revelador como investigación “La paz de los sepulcros”, también el de Laura Collin publicado por el Colegio de Tlaxcala, “El poder sacralizado” que en su parte final aporta datos muy reveladores.
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