La revolución mexicana fue un movimiento armado que, entre otras cosas, buscó el cambio de régimen y organizar elecciones libres, ambos propósitos se cumplieron de manera parcial, pero a más de un siglo de distancia, algunos pendientes siguen sin resolverse.

 

Ciento nueve años ha cumplido el inicio de este conflicto, que llevó al país a transitar por una de las etapas más sangrientas de su historia con alrededor de 900 mil bajas de combatientes y 500 mil muertes extra a causa de las epidemias (como el tifo y la influenza española). Caudillos, traiciones y venganzas marcaron este periodo del cual también quedan reminiscencias.

 

¿Qué trajo la revolución?

 

La “Tercera Transformación”, como es llamada la revolución por el actual gobierno federal, desembocó en una nueva Constitución, la implementación de un sistema educativo (aunque poco eficiente), reparto agrario, estabilidad política y en la época de la Guerra Fría, un crecimiento económico sostenible.

 

Por su parte, la marginación, pobreza, justicia (social), democracia consolidada y -a partir de los setenta- una economía inestable, son ejemplo de las dificultades que no se atendieron y a decir de Andrés Manuel López Obrador, se atacarán y resolverán a finales de su administración.

 

La realidad, hoy

 

En 2018, las clases desfavorecidas (herederas de esa revolución) fueron la pieza importante en el triunfo electoral del morenista; sin embargo, éstas siempre han fungido a través del tiempo como clientela de diferentes partidos sin obtener los grandes beneficios prometidos y que ahora ven en la izquierda la solución para salir de la precariedad.

 

Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), hasta el año pasado en México había 52.4 millones de personas en situación de pobreza, de las cuales 9.3 millones se encontraban en condiciones de pobreza extrema.

En otras palabras, 4 de cada 10 connacionales vivían en circunstancias adversas, una cifra que demuestra la poca consolidación del movimiento encabezado en un principio por Francisco I. Madero y retomado por Venustiano Carranza y Álvaro Obregón.

 

“Bola de nieve”

 

Si se toma en cuenta que en 1910 la población en este país llegaba a los 15 millones, en más de un siglo se multiplicó por 8, lo que significa que las necesidades crecen y la brecha socioeconómica se amplía y menos personas cuentan con lo mínimo para subsistir.

 

Para hacer efectiva la revolución, se requiere un cambio de raíz en muchos sectores, como lo legal, operativo, presupuestal y el discursivo. Es difícil porque el andamiaje institucional es frágil y en el mejor de los casos, sólo se podría si hubiese un proyecto a largo plazo y la continuidad debida.

 

No quedan claro los alcances que puedan tener los programas sociales o asistenciales impulsados por la Presidencia de la República, acciones que sin duda buscan equilibrar las desigualdades, no obstante, los rezagos son tan grandes, producto de 109 (o quizá más) años que el Estado en su conjunto ignoró, pero que no dejan de ser una deuda urgente pero por desgracia, impagable.

 

TWITTER: 

@LccPibe