El maltrato infantil deja un severo impacto en las infancias, no solo a nivel físico, sino también emocional

 

(Daniela Hernández) El maltrato infantil en Puebla no cesa porque los adultos que lo cometen son incapaces de reconocer el problema. Esto, a su vez, ocasiona que los agresores repitan patrones que, posiblemente, vivieron durante su infancia, condenando a los menores a reproducir el mismo ciclo de violencia en su adultez.

 

A propósito del Día Internacional de la lucha contra el Maltrato Infantil, conmemorado este 25 de abril, El Sol de Puebla conversó con especialistas en neuropsicología y psicoterapia en el estado, quienes señalan que esta situación se agravó porque es difícil detener las conductas de maltrato, toda vez que el acceso a la salud mental es un privilegio y, en consecuencia, no todos tienen la oportunidad de reconocer, sanar y cortar el ciclo de violencia en sus entornos, lo que relaciona al problema social con una carencia en materia de salud pública.

 

Valeria Segura, neuropsicóloga y activista por los derechos de niñas, niños y adolescentes en la entidad, agrega que, este problema también se agudiza porque diversas acciones violentas, que sí clasifican dentro del maltrato infantil, aún son consideradas como métodos de crianza para las personas menores de 18 años.

 

“Es una situación alarmante la que se vive en Puebla y en el país, donde diariamente son asesinados siete menores de edad a causa de la violencia, vemos noticias diariamente, el más reciente del abandono de un menor con síndrome del niño maltratado, que tienen que ver con violencia infantil y que son el reflejo del gran problema que enfrenta Puebla”, señala Segura, quien también es acompañante psicológico procesal por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

 

El maltrato infantil, que ha sido normalizado por varias generaciones de tutores y padres de familia, debe ser un tema de prioridad en las agendas de trabajo de los gobernantes, pues está afectando el pleno desarrollo físico y emocional de los menores de edad, que próximamente serán adultos, agrega Ana Giorgana, maestra en Psicoanálisis y directora del Centro de Estudios en Desarrollo Humano (CEDES).

 

De acuerdo con el reporte de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero de 2015 a enero de este año, se han abierto tres mil 575 carpetas de investigación por lesiones cometidas en contra de menores de edad.

 

Maltrato infantil, entre problema social y de salud pública

 

Si bien el maltrato infantil es un problema social, la falta de acompañamiento psicológico para quienes cometen estos actos está relacionado con un conflicto de salud pública, insiste Valeria.

 

“No estamos hablando de casos aislados, que le suceden a uno y que los solucione en su casa, es un tema de salud pública porque impacta a la ciudadanía en general, porque tiene relación con los sistemas de salud a los que tenemos accesos, a las oportunidades labores, económicas y patrimoniales, pero también con el desarrollo de los derechos humanos de las niñas, niños y adolescentes”, subraya.

 

La principal razón por la que un adulto no asiste a terapia para sanar estas conductas es que la salud mental es un privilegio y los costos de cada sesión psicológica van desde los 500 hasta los mil pesos, las cuales no tienen un número determinado para cada paciente, sino que pueden variar las consultas.

 

“Hay quienes a raíz de vivir violencia replican estos patrones de violencia, se vuelven ahora los agresores o los reproducen, pero en el papel de víctimas, usualmente siempre se ven involucrados en relaciones violentas y no es algo que ellos elijan conscientemente”, remarca.

 

La negligencia es maltrato

 

El maltrato infantil deja un severo impacto en las infancias, no solo a nivel físico, sino también emocional. Parte del problema es que diversas acciones, como la negligencia en el cuidado del menor de edad, son maltrato y ni siquiera son reconocidas como tal, asegura Giorgana.

 

Segura comparte que la violencia infantil puede verse de muchas formas, desde actos que podrían parecer “inocentes” hasta los golpes o agresiones verbales.

 

“Por eso no hay que pensar que los agresores son únicamente personas en escenarios fatídicos, sino que incluso tal vez podríamos ser nosotros con los niños que tenemos en casa cometiendo actos negligentes, que no sabemos que lo son”, afirma Segura.

 

Otra de las negligencias más comunes es lo que define la neuropsicóloga como “adultocentrismo”, que consiste en depositar en el menor expectativas de conducta que sean equiparables al de una persona mayor de edad.

 

A esto, Giorgana abona que realizar esta práctica es incoherente, ya que los menores no tienen el nivel emocional ni psicológico para igualar el comportamiento o la responsabilidad de un adulto.

Tener hijos requiere responsabilidad

 

Tener un hijo no debe ser un acto cualquiera, es una responsabilidad que los padres deben reconocer y alistarse desde el ámbito económico, familiar, físico y emocional, insiste la directora del CEDES.

 

Para evitar conductas de maltrato en la infancia, los padres o tutores deben tener, como mínimo, las condiciones económicas y emocionales necesarias para el mismo, y prepararse en platicas de sensibilización o similares, que les haga entender que la violencia en la formación de una infancia no tiene justificación.

 

“Debemos entender que estamos hablando del desarrollo de una persona, de la vida de futuros adultos, entonces sus primeros años de su vida serán determinantes para saber en qué tipo de ciudadanos se convertirán y por ello es importante brindarles espacios seguros, condiciones adecuadas y garantía de sus derechos humanos”, finaliza Segura.