En San José Miahuatlán el fin de año se representa un funeral, sin burlarse de la muerte, pero sí atribuyendo que un año ha finalizado.

 

Finalizar un año se ha convertido en un funeral, pero al mismo tiempo una fiesta en este municipio perteneciente al Valle de Tehuacán, donde los habitantes llevan a cabo un recorrido con un muñeco relleno de hoja de mazorca, el cual simboliza el año que se va, para posteriormente quemarlo y así dar la bienvenida a otros 365 días más, en los que esperan salud, trabajo y bendiciones.

 

A tres horas de la capital poblana se encuentra esta demarcación que colinda con el estado de Oaxaca y que se caracteriza por sus costumbres y tradiciones, entre estas las de fin de año. A ciencia cierta no se sabe cuándo empezaron a realizarse estos festejos, pero, sin duda, se han vuelto parte de la cabecera de esta comunidad.

 

Desde los más jóvenes hasta los más longevos participan en esta tradición de fin de año, que a decir de quienes ya han hecho estas caravanas, se trata de un día especial, pues de manera cómica se da gracias por lo vivido y por lo que vendrá en un nuevo año.

 

En entrevista con El Sol de Puebla, Fernando López de Jesús, quien participó por más de 25 años en la despedida del fin de año, asegura que es una experiencia muy diferente a la que se vive en otros municipios, pues en San José Miahuatlán se representa un funeral, sin burlarse de la muerte, pero sí atribuyendo que un año ha finalizado.

 

Comenta que no sabe cuándo empezaron este tipo de festejos, pero un día decidió ser parte de los integrantes, pues vio que había buen ambiente y se animó a involucrarse.

 

Relata que es el 31 de diciembre cuando alrededor de seis personas salen de sus casas entre las 19:00 y 20:00 horas, sacan un muñeco relleno de hoja de mazorca, el cual previamente ya hicieron, y lo llevan en una tabla como si fuera la caja de un difunto hacia la presidencia de la cabecera municipal. Ahí es donde inicia todo.

 

Una vez en el lugar, se pone en marcha esta tradición relacionada con el catolicismo, pues durante el trayecto visitan las ocho mayordomías donde están los santos como la Virgen de Guadalupe, el Señor de San Ramón, San Miguel, el Niño Dios, entre otros, con lo que se le da el último adiós a los 365 días vividos.

 

“Nosotros despedimos el año. Un año ya nunca va a regresar, por eso le decimos año viejo. A la medianoche el muñeco se quema frente a la presidencia y eso es porque ya falleció el año viejo”, explica.

 

Fernando López externa que no solo es un recorrido cualquiera, pues la gente se suma a este cuando pasan por las casas, y es ahí donde los vecinos les regalan frutas, dinero, dulces y bebidas alcohólicas. Una vez que llegan a la presidencia, reparten todo entre quienes los acompañaron.

 

Un recorrido divertido y original

Entre risas y frases graciosas, la caravana recorre callejones y calles principales. Al pasar por la casa de algún habitante le dicen “sus verdades”, pues si una persona que no ha fallecido observa el pasar de este contingente le dicen que pereció por borracho, por tener muchas mujeres, entre otras cosas.

 

“Aquí todos se aguantan, sabemos que es broma y que no pasa nada, pero eso sí, aquellos que no quieren ver cómo pasa la gente y le dicen de cosas, mejor no salen, aunque no se libran de sus verdades, porque la gente grita para que se oiga dentro de la casa”, menciona Fernando entre risas.

 

Es un día en el que no se respeta a quien estuvo en la presidencia o hasta a los amigos, puesto que se les puede reclamar de todo sin que la autoridad municipal interfiera, debido a que es parte de la despedida del año.

 

Aunado a esto, bailan y hacen rezos para decirle adiós al año viejo, por lo que lo chusco, la melancolía y la alegría se conjuntan en un mismo recorrido.

 

“Llevamos ocote prendido, la gente va diciendo leperadas para que se animen, por ejemplo, en la casa de un expresidente municipal decimos que no trabajó, no hizo esto o aquello, ahora sí que sus verdades. Si alguna persona dijo algo malo, se vale, porque es como relajo”, indica.

 

La música no puede faltar

Asimismo, la música durante el recorrido es elemental, pues no solo se tocan las campanas de la iglesia antes de que salga el grupo de participantes, sino que los saxofones, trompetas y tambores avisan al pueblo que el contingente ya salió de la presidencia.

 

“Una limosna para ese pobre viejo, una limosna para ese pobre viejo que ha dejado hijo para el año nuevo”, es lo que se toca año con año, afirma César Alejandro Guzmán, músico de la comunidad, quien apunta que es parte de ponerle ánimo y sabor al fin de los 365 días.

 

Cuenta que su padre fue uno de los que inició con la banda musical del pueblo, pues durante años participó en estos festejos, por lo que él como su hijo sigue su legado, el cual busca que no se pierda.

 

“Durante el recorrido se toca una sola pieza. Al principio se cantaba, tal cual, ‘una limosna para este pobre viejo’, pero después se musicalizó porque como iban cantando durante varias horas, la garganta se cansa (...) La gente sale de sus casas cuando ya escucha que viene la banda de música, ya saben que viene el muñeco principal”, dice.

 

Gustoso detalla que durante las visitas a las mayordomías se toca la canción “Una Limosna Para Este Pobre Viejo”, pero al llegar a la presidencia, que es el fin del trayecto, se cantan canciones que habitualmente son parte de los funerales, porque es velar a un año que se va, y cuando se quema el muñeco se tocan las golondrinas.

 

Tras lo anterior, la gente se pone feliz y goza de una oportunidad más que es iniciar un nuevo año, en el que ven muchas oportunidades.

 

“Al principio, cuando se está velando el muñeco, porque se vela como si fuera un difunto normal, ahí se tocan los recuerdos fúnebres, es como si estuviéramos en un funeral, después unos festejan de que se va el año viejo y otros se ponen tristes. Cuando se va a quemar el muñeco se empiezan a tocar las golondrinas y la gente se abraza para desearse feliz año nuevo”, expone.

 

En las casas también se festeja

No solo se lleva a cabo una caravana con música, sino también en cada una de las casas, elaboran un muñeco relleno de hoja de mazorca para despedir al año viejo. Al transitar por el lugar se pueden ver fuera de las viviendas.

 

Juan Betanzo Rivera, colono del lugar, platica que este tipo “títeres” se hacen con la ropa de algún familiar, se cose un pantalón con una camisa y solo se deja el hueco de la cabeza; es por ahí donde meten la hoja de mazorca seca, la cual sirve para prenderle fuego. Además, se le ponen manos, unos zapatos y la cabeza hecha de cartón.

 

Una vez terminado se deja afuera de la vivienda o en el jardín, acompañado de algo que le guste a la familia como una comida o bebida. Destaca que esto no es costoso, pues lo máximo que se gasta son 20 pesos para no afectar la economía.

 

Al filo de la medianoche los ciudadanos colocan sus muñecos en medio de las calles y los queman, pues con esto se cierra un año y se da inicio a otro.

 

“Antes de una semana unos sacan su muñeco, otros lo ponen afuera de sus casas tres días antes y a veces otros como no tienen tiempo lo hacen el mismo 31 y ya en la noche lo sacan. En la noche es cuando sacan sus muñecos, la gente lo pone en medio de las calles y ahí se queman para despedir al año viejo, pero con esto también se recibe un nuevo año, es como quemar todo lo pasado y empezar desde cero”, señala.

 

La festividad ha cambiado

Neybet Fernández, cronista de San José Miahuatlán, añade que esta festividad ha cambiado, puesto que con anterioridad solo los adultos salían a bailar y recorrer las mayordomías, pero ahora los niños también lo hacen, no obstante, no dicen groserías, sino que solo danzan con la gente.

 

Al pasar por las calles los vecinos les regalan dulces y dinero que después reparten entre ellos mismos, por eso les gusta salir.

 

“El principal grupo es el que sale directamente de la presidencia, aunque conocemos que los niños han imitado esto, se visten de abuelitos y salen con la emoción de ir bailando y pasar de casa en casa porque reciben muchos dulces, reciben dinero”, refiere.

 

Al ser pocos, los menores no llevan una banda de música, pero se las ingenian y con ayuda de alguna botella, lata, tapa o bote hacen ruido para que la gente salga de sus viviendas a verlos.

 

“Los niños van con mucho gusto en la noche y han contagiado a los jóvenes, quienes también hacen sus caravanas parecidas. Es muy padre ver esta festividad para despedir el año y recibir el año nuevo en San José Miahuatlán”, finaliza.