Cuestionar al dogma tiene consecuencias. Tras la publicación de su libro ¿Infalible? Una pregunta (1979), con críticas abiertas a la Santa Sede y al papa Juan Pablo II, el teólogo Hans Küng fue vetado de la profesión docente. A casi dos meses de su fallecimiento, la IBERO Puebla celebró un panel con especialistas internacionales para dimensionar el legado y aportaciones al estudio de las religiones del pensador suizo.

Nacido en Lucerna en 1928, Küng estudió filosofía y teología en Roma y París. De 1962 a 1965 fue teólogo conciliar, llamado expresamente por el papa Juan XXIII, siendo el más joven asesor del pontífice. Condensó sus saberes en tres memorias teológicas sobre la historia de las religiones: Libertad conquistada (2002), Verdad controvertida (2008) y Humanidad vivida (2014).

El Dr. Juan José Tamayo, docente de la Universidad Carlos III de España y antiguo colega de Küng, recuperó las aportaciones más significativas del suizo. Su ahora célebre cuestionamiento del dogma de infalibilidad papal y de los concilios (que es, desde la filosofía del lenguaje, imposible) fortaleció su argumento de que la Iglesia debe estar al servicio del reino de Dios.

Además, contribuyó a la extensión de la dimensión feminista en las pastorales europeas. “Las Iglesias no pueden seguir enrocadas en modelos que excluyen a las mujeres del acceso a lo sagrado. Deben ser reconocidas como sujetos morales, eclesiales y teológicos”, apunta Küng.

El escritor también planteó algunas de las grandes preguntas de su tiempo, las cuales se relacionan con la reformulación del ser cristiano, la existencia de Dios y la vida eterna. Por otro lado, Tamayo criticó que no tomara en cuenta la teología latinoamericana de la liberación en su proceso de ruptura con la división de la historia del cristianismo.

HACIA LA ÉTICA MUNDIAL

Uno de los proyectos más ambiciosos del teólogo consistió en la elaboración de un proyecto de ética mundial. Fundado en 1993, el Parlamento Mundial de Religiones solicitó a Hans Küng configurar una propuesta que incorporase las epistemologías periféricas históricamente descartadas. En respuesta, el filósofo argumentó la necesidad de construir un mundo respetuoso del humano a través de un lenguaje y un sistema de valores comunes.

Para llegar a un consenso global era necesario distinguir los alcances de los diferentes enfoques posibles. Así lo explicó el Dr. José Sols, investigador de la IBERO Ciudad de México-Tijuana: “Lo universal es la afirmación de que todos somos seres humanos y somos distintos. Siempre está situado en un contexto”.

La ética mundial, a diferencia de los proyectos de ética civil, trasciende los valores establecidos en sociedades plurales para englobar a las culturas disidentes del imaginario occidental. Esto va encaminado por los amplios esfuerzos de Küng por un diálogo ecuménico: “No hay supervivencia para la humanidad sin ética mundial; no hay paz mundial sin paz religiosa, y no hay paz religiosa sin diálogo entre las religiones”.

Según el suizo, una vida en común en la Tierra requiere de valores compartidos universalmente obligantes, cuya ausencia llevaría a las naciones a un desmoronamiento social, político y económico. Las convenciones globales han de darse en un diálogo que permita la aportación de todos los saberes.

Al hablar de una propuesta de ética mundial se dan luces de una teología pública que busca impulsar a la sociedad a cambios por el bien común. Estas aproximaciones a un consenso moral han sido retomadas por diversos teólogos como el brasileño Leonardo Boff, quien aborda en su postura la importancia de la paz como base de una buena política y el papel de las religiones para ello.

En su libro ¿Tiene salvación la Iglesia? (2012), Hans Küng explora el momento crítico que vive la institución, desde la dimisión del papa Benedicto XVI hasta los incontables casos de abusos sexuales. En ese sentido, encuentra mayor consonancia con el pensamiento de Francisco, quien mantiene una agenda de transformación de la Iglesia y del papado mismo.

Para el Dr. César Kuzma, catedrático de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, el legado de Küng para las Américas se centra en la materialización de una teología crítica para la fe y para la sociedad. “La gran cuestión de Küng era la infalibilidad: debemos tener en cuenta nuestra propia teología para saber qué preguntas debemos hacer".