No hay nada tan extraordinario, tan gratificante y tan esperanzador como la expectativa. Chet Holgrem y Victor Wembanyama traen eso a la mesa: expectativa.

 

El básquetbol 3.0 está entre nosotros. Este deporte, que alguna vez descansó en Bill Russell y Wilt Chamberlain, en Magic Johnson y Larry Bird, hoy tiene un nuevo paradigma a cuestas. El futuro anticipa una nueva rivalidad de estilos similares que puede ser tendencia para las nuevas generaciones: Chet Holmgren frente a Victor Wembanyama.

 

No hay nada tan extraordinario, tan gratificante y tan esperanzador como la expectativa. Holgrem y Wembanyama traen eso a la mesa: expectativa. Pensar no solo en lo que son sino en lo que pueden ser.

 

La evolución del juego invita a un nuevo biotipo hasta ayer desconocido de brazos estilizados, centímetros infinitos, extensión abrumadora y habilidad superlativa. El básquetbol, con esta nueva clase en competencia, es un barajar y dar de nuevo. No se sabe todavía si será, pero lo que seduce es la histeria de lo que podría ser. No es una nueva X en el mapa: es un mapa totalmente distinto. Pueden tirar, pueden rebotear, pueden tapar. Son el verdadero comodín construido en laboratorio: son lo que son porque los entrenadores anticiparon su potencial y los arrinconaron a edades tempranas para lo que sean. Combatir la naturaleza para expulsarlos de la zona de confort. Anticipar este mundo híbrido versátil, con la posibilidad de que uno pueda hacerlo todo.

 

Es, palabras más, palabras menos, la supervivencia del más apto. La versión XXL y la XXXL de Kevin Durant enfrentados espalda con espalda. Dos atletas perennes sobrenaturales que despiertan suspiros desde sus primeros abriles. No se trata tanto de lo que hicieron sino de lo que pueden hacer; es el potencial lo que aquí está en juego.

 

Y en este duelo de notables, Holmgren luce hoy mejor que Wemby en el mano a mano de novatos. Las razones son lógicas: si bien Chet no pudo jugar por su lesión en el pie el año pasado, sí tuvo una temporada completa para observar el sistema del coach Mark Daigneault. Los hábitos no son nuevos: se incluye como una carta adicional a un equipo que ya funcionaba de antes. Con Shai Gilgeous-Alexander y Josh Giddey en el traslado, Holmgren desliza dentro del plantel como una mano en un guante de seda. Es una mejora inmediata: de hecho, nadie se sorprende al ver hoy a OKC como escolta en la Conferencia Oeste.

 

Para llegar a este momento, este joven núcleo del Thunder tuvo que morder el polvo de la derrota en innumerables oportunidades. Chocarse, aprender, crecer y luego competir.

 

El caso de Wembanyama es distinto al de Holmgren porque arribó a un entorno diferente. A un lugar que transita otra etapa. Llegó a una franquicia en plena reconstrucción con la única misión de aprender. Gregg Popovich lanzó al agua al comodín francés para que reciba todos los golpes posibles. Para que entienda que la rosa es bella pero tiene espinas. El camino es arduo, difícil, pero si logra atravesar la oscuridad podrá llegar a la luz.

 

La cultura del hombre en la roca: no se trata del golpe que rompe la piedra sino de los cien que lo precedieron.

 

Holmgren tiene una tasa de uso -el porcentaje de las posesiones de un equipo que toma un jugador cuando está en cancha- de 21.6%. Wembanyama está en 29.4%, pero llegó a tener 30.2%. Se trata de un número escandaloso para un novato que hace sus primeras armas. Que recibe en distintos sectores de la cancha, que aún es un adolescente que tiene que descubrir de que va la vida, y también, de que va este juego. De espaldas y de frente. Tapando tiros y desviándolos.

 

Tanta responsabilidad se traduce, inevitablemente, en pérdidas, con casi cuatro por juego desde que comenzó en temporada regular.

 

Wembanyama aprende en los entrenamientos con el asesoramiento de leyendas como Tim Duncan y Manu Ginóbili, y en los partidos con los propios errores que comete. Con las faltas que recibe. Con los movimientos a destiempo que realiza. Todas equivocaciones de crecimiento: no hay que tener un ojo muy avezado para darse cuenta que estamos en presencia de alguien especial. Un unicornio deportivo, con todo lo que eso significa.

 

Veámoslo así: si Chet tiene a Shai o Giddey en el traslado, Wemby tiene a un base "inventado" en el último tiempo: Jeremy Sochan. El alero multicolor hoy es un nuevo point-forward para Pop y es parte de esta reconstrucción invisible que lleva a cabo la franquicia monocromática. No sorprende que los Spurs estén en el fondo de la tabla de posiciones: esta temporada no fue afrontada para ganar sino para sumar rodaje. Primero hay que leer mucho y escuchar otro tanto para animarse a ensayar unas líneas.

 

En pocas palabras, Wembanyama es el futuro y Holmgren el presente. En potencial, no hay punto de comparación: el interno francés tiene más tamaño, más extensión y más recursos, pero aún está verde. Es una fruta que necesita madurar antes de poder ser saboreada como corresponde. Quien la apure solo sentirá el amargor propio de la decepción por impaciencia.

 

La NBA prepara grandes capítulos para esta rivalidad en ciernes. Nosotros, los amantes de este deporte, sabemos que esta historia recién empieza. Uno es ahora, el otro es mañana, y ambos serán en los próximos años.

 

Elige tu propia aventura.

El básquetbol, dueño recurrente de nuestras noches, tiene bajo la manga, una vez más, otra grandísima historia para contarnos.