Cuando las críticas generalizadas a Vinicius Junior se encontraban en su punto más equivocado, más impaciente, la narrativa principal giraba en torno a su toma de decisiones. Pues resulta que dichas opiniones miopes no solo estaban completamente equivocadas con respecto a lo que este inteligente y explosivo brasileño era capaz de hacer sobre la cancha. También ignoraban por completo la fantástica decisión que tomó, cuando apenas tenía 16 años, al optar por fichar por el Real Madrid y rechazar al Barcelona.

 

Qué decisión tan brutal para un jovencito oriundo de Río de Janeiro: ¿intentar emular a Ronaldinho y Neymar, o a Roberto Carlos y Casemiro? ¿Ir a jugar con Lionel Messi o fichar por un club en pleno proceso de alzar el triplete en Champions League?

 

Mi punto es que Vinicius era el jugador que todos querían. Los dos clubes más grandes de España lucharon con uñas y dientes para ganarse su lealtad. Sin embargo, su decisión fue la correcta: en aquél entonces, Vini daba evidencias de que, independientemente de lo poco pulidas que pudieran estar sus condiciones, independientemente de cuánto fueron afectadas las impresiones que la mayoría tuvo de él por la forma como suena o su aspecto (no precisamente el más cosmopolita o juvenil), tuvo agallas suficientes para ir con su genialidad en el juego. Volveremos a eso en uno o dos segundos.

 

En este momento, Vinicius es el objeto más preciado de los afectos en la Casa Blanca. Sigue produciendo cifras de goles y asistencias comparables, o que incluso llegan a superar, a las de Messi y Cristiano Ronaldo cuando tenían la misma edad. Está propulsando a su equipo, sirviéndole de motor en las campañas de LaLiga y Champions. Aún más, se encuentra a punto de renovar su contrato con mejores condiciones, un sueldo más sustancioso y una cláusula de rescisión intocable.

 

Vinicius no sólo ha tenido un poderoso inicio de temporada, encabezado por momentos de absoluta grandeza contra Shakhtar Donetsk en Kiev, Barcelona en el Clásico disputado en el Camp Nou y dos goles sublimes en su visita al Elche. Vini marca y juega con más autoridad y regularidad que en cualquier otro momento de su carrera en el fútbol de mayores. Ha ocupado 12 de las últimas 24 portadas de los diarios Marca y AS las cuales, en su conjunto, han llegado a decenas de millones de lectores durante dicho periodo de 12 días. Ese es territorio de Messi y Cristiano.

 

El tema que deseo plasmar, para no extenderme, es la habilidad notable de Vinicius para tomar decisiones en momentos de máxima presión. Y dos de sus tres últimos partidos han sido demostraciones brillantes de ello.

 

Durante el viaje del Madrid a la cancha del Elche del pasado fin de semana, Vini no sólo convirtió dos goles divinos, sino también merecedores de un examen más celoso.

 

Para el primer tanto, Vinicius definió gracias a una hermosa asistencia de Mariano. Sin embargo, el brasileño se encuentra del lado izquierdo del área contraria y si remata primero, en vez de recortar hacía su derecha, se vería obligado a definir con su zurda, menos favorecida y potente. Su toma de decisiones, en fracciones de segundo, es buena. Calcula que la jugada de Mariano ha sido tan inesperada que el portero Kiko Casilla se verá obligado a esforzarse para conseguir la posición correcta, y si remata hacia abajo y diagonalmente, es probable que el balón se cruce con la posición del portero lo demasiado pronto como para neutralizarlo. Bingo con ambas decisiones. Una definición de primera clase.

 

El segundo tanto nos demuestra algo de su genialidad, aunque también es un derroche de sus condiciones innatas. La definición es atlética, inventiva y requiere de un talento, a semejante velocidad y proximidad tan cercana a un portero en acción. Una definición poseída por muy pocos. Sin embargo, la decisión de Vinicius es merecedora de aplausos cuando el esférico se encuentra a los pies de Toni Kroos.

 

El volante de la selección de Alemania vio un pase de volea de 25 metros de distancia, que pasó a través de un grupo de jugadores hasta llegar a Luka Modric, libre dentro de un espacio a las afueras del área del Elche. Vinicius se desmarca por el extremo izquierdo; sin embargo, éste logra anticiparse. Mientras que el balón (tocado por primera vez por Kroos) se encuentra a 10 metros de llegar a Modric, la nueva superestrella del Madrid ya está en movimiento. Comienza a hacer un sprint y su sentido del tiempo es perfecto. Cuando el internacional croata, ganador del Balón de Oro 2018, se da la vuelta, éste tiene una visión perfecta de Vinicius habilitado, que irrumpe en el área y (¡presto!) el pase y la definición son, literalmente, gloriosos.

 

Todo lo anterior forma parte de una decisión más importante tomada por el artillero hace muchos, muchos meses atrás. Vinicius vio, y se le alentó a comprender, que si éste cedía la posesión del balón a algunos de los jugadores de clase mundial que le rodean (particularmente Karim Benzema, Modric, Casemiro y Kroos) en vez de seguir su instinto natural para enfrentarse mano a mano contra su oponente directo todo el tiempo; éste volvería a recibir el esférico, con intereses, en la mayoría de las ocasiones.

 

El triunfo madridista en el Clásico fue otro ejemplo de ello.

 

Para el primer tanto merengue, cuando David Alaba envió el balón a Vinicius, y el volátilmente talentoso extremo del Madrid hizo su truco de "aquí ves el balón, ahora no" contra Oscar Mingueza, es fácil imaginar la explosión de adrenalina y endorfinas recorriendo su cuerpo y mente. Esa es la razón de vivir para muchos extremos. El perfecto momento de fútbol callejero en el que te lo juegas todo, te enfrentas a un rival directo y le dejas sin aliento ni sentido de comprensión.

 

Hubo una época en la cual esa explosión de energía a veces superaba al sentido del juicio de Vinicius, y éste sentía que sus pies tenían alas. Esta vez, Vinicus tomó un segundo para pensar, de inmediato. En vez de lanzarse hacia la izquierda por sí mismo, cambió con un precioso centro a Rodrygo. Y lo hizo por un motivo. Como las fichas de dominó que caen cuando se empuja al primero de la fila, los jugadores barcelonistas se fueron hacia la diestra del Madrid, abriendo un enorme espacio frente a Alaba en pleno vuelo hacia la banda izquierda y ... gol.

 

No obstante, ahora regresemos a la toma de decisiones de Vinicius fuera de la cancha, cuando apenas era un futbolista juvenil a quien se le arrojaban las joyas del mundo entero.

 

Durante el minuto 21 del Clásico, ¿se dieron cuenta de lo que ocurrió cuando Vinicius retó a Mingueza para que lo marcase, y que estuvo a poco de conceder un penal? Enfadado por lo que consideraba era un piscinazo, Jordi Alba chocó narices y, después, frentes con Vinicius. La situación no estaba lejos de merecer una tarjeta roja, lo que habría ocurrido si alguno de ellos hubiera inclinado su frente hacia adelante o alzara la mano para apartar la cabeza del otro. Sin embargo, no fue un jugador del Real Madrid quien intentó convencer a Vinicius de que no dejarse provocar era algo realmente importante. Fue Gerard Pique, compañero de Alba en el equipo catalán.

 

A Piqué le encanta ganar y no le importa provocar de vez en cuando a un rival. Entonces, verle intentar mantener a la figura del Madrid sobre la cancha podría ser un suceso muy extraño. De todos modos, el ‘3’ del Barcelona siente gran afecto por Vinicius, y ha dado testimonio de lo cerca que estuvo el brasileño de vestir la camiseta blaugrana, en vez de la blanca.

 

Poco antes del Clásico, Piqué reveló a su amigo, el influencer de internet Ibai Llanos: "Vinicius tiene gran talento. ¿Sabías que estuvo a punto de venir al Barça? No, [llegó el Madrid y] a Vinicius le ofrecieron el doble. Yo hablé personalmente antes de ir al Madrid y en la llamada el tío me reconoció que estaba hecho por el Barça. Estaba hecho. No me acuerdo como fue. Era para recibirlo en el vestuario. Estaba hecho ya. Llegó el Madrid en el último segundo y le ofreció todo".

 

André Cury, cazatalentos brasileño y que laboraba con el Barça, se hace eco de la versión de los eventos contada por Piqué (él lo diría, ¿no?), afirmando que él y el club catalán se sintieron traicionados, y que lo único que hizo que la Casa Blanca ganara la Batalla por Vinicius fue tirar de chequera de forma impactante. Pero el propio jugador, y ésta es la versión que me llama la atención, siempre ha explicado las cosas de forma muy distinta.

 

En esta misma columna el año pasado, informé que Vinicius dejó muy en claro que sus prioridades principales habían sido el "proyecto" y su "desarrollo" como jugador, una vez equilibradas con los beneficios económicos de ambas ofertas. De hecho, Vinicius sigue afirmando que el Madrid eventualmente se ganó su fichaje a pesar de ofrecer incentivos financieros menores que el Barcelona.

 

Vinicius ha declarado al respecto en la radio: "Marcelo llegó al Madrid cuando solo tenía 18 años y jugó. [Marco] Asensio tuvo minutos y parecía que el Madrid confiaba en los jóvenes".

 

"En la toma de decisiones, siempre he intentado pensar en lo mejor para mi formación. Este parecía ser un proyecto muy bueno, me prometieron que me darían la oportunidad de aprender y formarme".

 

"Todo esto me ayudó a elegir al Madrid sobre Barcelona. El Barcelona quería pagarnos más, pero yo hablé con Marcelo y Casemiro, y eso me hizo tener más claro que no se trataba de ganar más dinero, sino de elegir bien".

 

Y aquí está. Sorprendentemente, Vinicius sigue intentando convencer a Tite, seleccionador de Brasil, quien aparentemente conoce de sus jugadores mejor que el resto o es un tonto. Pero piensen en las volteretas de felicidad que debieron hacer Carlo Ancelotti y Florentino Pérez cuando vieron la convocatoria del combinado Amarelo y se enteraron de que Vini tendría la oportunidad de quedarse en la capital española y descansar para la fuerte oleada de partidos a disputar de aquí a Navidad.

 

Vinicius tomó la decisión correcta hace cinco años, cuando habría sido sencillo aceptar la mejor oferta económica y creer que jugar al lado de Messi era una propuesta demasiado atractiva como para rechazar. Por el contrario, se centró en la política impuesta por Florentino de encontrar y fichar a los mejores talentos jóvenes, creyendo que el Santiago Bernabéu era tierra fértil para su genialidad anárquica en ciernes.

 

Viendo las dos situaciones actuales de ambos clubes, sopesando los avances mostrados en el juego de Vinicius, y apreciando la calidad futbolística de la cual somos testigos, tenemos que decir con toda sinceridad: "Buena decisión, hijo".