Vemos una crisis en la democracia desde los años de Trump, Bolsonaro… Presenta su libro “República de Weimar”.

 

Los artistas son los primeros en alertar cuando las democracias entran en crisis, son los que denuncian los actos inconstitucionales, el control del ejército en asuntos civiles y la violencia hacia la población. Ejemplo de ello fue el papel de activismo que emprendieron los artistas alemanes al advertir la llegada del nazismo y que el escritor Jacobo Dayán narra en el libro “República de Weimar”.

 

“Empecé a escribir el libro en el encierro de la pandemia y, en ese momento, buena parte de la difusión que se daba era sobre la crisis de la democracia, eran los años de Trump, de Bolsonaro y de inicios de López Obrador. Cuando el Secretario General de la ONU hizo una declaración, se me prendieron los focos, dijo: cuidado porque el mundo de hoy se empieza a ser parecido al mundo de los años 20 y 30 europeos del siglo pasado”, comenta Dayán.

 

A partir de entonces, el autor inició una reflexión sobre la generación de intelectuales y artistas que vivieron en la Alemania entre guerras, es decir, Thomas Man, Berthold Brecht, Otto Dix y George Grosz, por mencionar algunos.

 

“Fueron artistas que tuvieron un activismo muy fuerte en la vida democrática y que hoy existe un paralelismo con nuestras sociedades polarizadas, una clase política con absoluto descrédito, con grupos criminales, gobiernos respaldados en el ejército, violencia de género, una clase política que está más preocupada por pelearse el poder que consolidar una democracia”, destaca.

 

En el libro, el autor refiere obras icónicas que marcaron la crítica política y económica de un imperio alemán devastado por la Primera Guerra Mundial. Por ejemplo, Otto Dix realizó el cuadro “El vendedor de cerillos”, donde aparece un hombre mutilado y ciego vendiendo en la calle, frente a él pasa la gente sin hacerle caso mientras un perro lo orina.

 

Otras obras que menciona Dayán son las pinturas de George Grosz: “Asesinato de lujuria”, “Asesinato de lujuria I” y “Muerte y resurrección II” en donde se muestran a mujeres asesinadas y en un cuadro, frente a la muerte, dos perros tienen sexo.

 

“El arte decidió jugar el papel de activismo en una gran generación de artistas, se dice que después del Renacimiento alemán, la generación de artistas que coexistieron en Alemania en esos años fue única, fueron los años en que surgió en la arquitectura el Bauhaus, es una irrupción y efervescencia artística”, indica.

 

El autor añade que existe una frase famosa de esa época: los primeros en darse cuenta de lo que ocurre en una sociedad son los artistas, por su sensibilidad, después se advirtió desde el periodismo y al final desde la clase política.

 

En el libro, que se presentará este 25 de enero a las 19:00 horas en la librería Gandhi Mauricio Achar, se mencionan ejemplos de novelas proféticas que narraron, desde la sátira, la persecución judía y los campos de concentración, por ejemplo, “La ciudad sin judíos”, de Hugo Bettauer, donde se plasma el antisemitismo; o “Conversaciones con el judío errante”, de Lion Feuchtwanger, en la que personas desnudas o en harapos se arrastran por una plaza y algunos son incinerados.

 

“Hay muchas narrativas que empezaron a prever esta crisis y el posterior ascenso del nazismo, está ‘La ópera de tres centavos’, de Bertolt Brecht, que habla de la desigualdad y pobreza, del vínculo político, criminal y económico; o tenemos ‘Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny’ que es una premonición clara del nazismo”, indica.

 

El autor menciona que una pintura importante para el arte alemán es “Angelus novus”, de Paul Klee, obra que Walter Benjamin cargó toda su vida.

 

El libro se presentará este 25 de enero a las 19:00 horas en la librería Gandhi Mauricio Achar.

 

“Benjamin decía que el ángel de la historia es un ángel que voltea al pasado y se horroriza, por eso está representado con las alas hacia arriba y lo único que ve es destrucción, entonces intenta regresar al pasado y alertarles a los humanos que el camino tomado es el equivocado, pero un viento lo empuja hacia el futuro y ese viento es llamado progreso”, explica Dayán.

 

Desde esa visión, el progreso es la construcción sobre los cadáveres y escombros, la evolución humana es una evolución violenta, añade.

 

Finalmente, Dayán indica que entender las guerras, aunque nos resulten lejanas, nos hace preguntarnos si lo que vivimos es una democrática normal. “Si no percibimos el deterioro de un país con 400 fosas clandestinas y pretendemos ir a unas elecciones pensando que no pasa nada, pensemos que las democracias no aguantan todo, ahí tenemos el ejemplo de Weimar”.