El libro "Prometeo 71", de Federico Rubli, narra ese encuentro de contracultura que deliberadamente fue olvidado de la historia oficial.

 

El 4 de diciembre de 1971, en el Palacio de Bellas Artes se dieron cita estrellas del rock nacional con acróbatas, desnudistas, magos, entre otros, para ejecutar un encuentro de contracultura. Sin embargo, ese evento le costó el puesto al entonces director del recinto, Miguel Bueno, y también hizo que las autoridades ocultaran la información 50 años después.

 

La historia de cómo fue ese concierto, quiénes participaron y qué artistas lideraron el proyecto se narra en el libro "Prometeo 71", de Federico Rubli Kaiser, editado por Trilce.

 

"Se trata de una excavación en la subcultura de los jóvenes de los años 1970 y 1971. Digo que es una excavación porque fue un evento deliberadamente olvidado de la historia oficial, fue un evento de única función (4 de diciembre de 1971) donde hubo un espectáculo de lo que en ese entonces se llamaban happening", señaló el autor en entrevista.

 

¿Qué expresiones culturales hubo en Prometeo?

 

Tragafuegos, luchadores, striptease y mujeres con cuerpos desnudos pintados, un antecedente del body paint.

 

Lo importante de esto es que es la única vez en toda la historia del Palacio de Bellas Artes que hubo grupos de rock, eso es muy peculiar porque estamos hablando del 4 de diciembre, veníamos de la censura del Festival de Avándaro, a menos de 3 meses después.

 

A Rubli Kaiser le llamó la atención que el evento estaba totalmente olvidado e incluso solicitó vía Transparencia al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) información sobre “Prometeo”, no obstante, la respuesta fue la inexistencia de datos y documentos.

 

"Me llegó un programa de la época y eso me motivó para escarbar. Me di cuenta que los organizadores y promotores de todo este espectáculo pop fueron los hermanos Coen, en especial Arnaldo Coen, pintor de la Ruptura", expresa.

 

Para la realización del libro, el autor contactó a Coen y al productor Roberto Mosqueira. “Fueron muy amables porque me dieron materiales, recuentos de la memoria, anécdotas, fotografías, en fin, todo un acervo muy rico que me permitió armar este libro, a la vez también complementé con entrevistas a los músicos que participaron, que fueron 15”.

 

La trascendencia, añade Rubli Kaiser, es que Prometeo fue un evento importante de la contracultura juvenil de México y había que rescatarlo.

 

“Había que reintegrarlo a la memoria colectiva de alguna manera, ya pasaron más de 50 años y no se justifica que se borre simplemente porque en su momento fue un evento bochornoso para las autoridades de Bellas Artes de ese momento porque cómo era posible que abrieran la puerta del Palacio a desnudos y al rock”, comenta.

 

Cuando menciona que el INBA no tenía información, ¿a qué se refiere?

 

(Las autoridades) escarbaron y escarbé en los archivos de Bellas Artes, no apareció nada, es como si el espectáculo no hubiera existido para ellos y es entendible por la censura de Avándaro, toda la censura a la contracultura, era entendible que para las autoridades de esos años era un acto bochornoso, no digno de Bellas Artes, el máximo palacio de la cultura en México y simplemente lo hundieron, no dejaron trazo de esto.

 

Investigué en todos los archivos porque tengo el programa y las notas de prensa, investigué en la hemeroteca y claramente la prensa cubrió el evento.

 

¿Por qué el director de Bellas Artes accedió a un evento así?

Los hermanos Coen, antes de Bellas Artes, en el mes de agosto, hicieron una escenificación de Prometeo en el Club Israelita, en ese entonces muy conocido por la tradición cultural que promovía. Semanas después de esa presentación, cuenta Arnaldo Coen, que en una cena de una escultora, le platicaron a Miguel Bueno, director del INBA sobre su obra y él les dijo que les prestaba el palacio. Les dijo: no tengo dinero, les doy la taquilla, ustedes organícense con los artistas.

 

Miguel Bueno era amigo personal del presidente Echeverría, sin embargo, Bellas Artes dependía de la Secretaría de Educación y el entonces secretario chocó desde el primer día con Bueno porque fue colocado y no le permitió elegir alguien de su confianza, entonces le hizo la vida imposible: le cortaba el presupuesto y le creó intrigas.

 

Bueno vio el concierto como una oportunidad, sabía que lo iban a renunciar, pero quiso darle el último golpe al secretario de educación para decirle: yo hago lo que yo quiera, yo hago algo para promover el arte nuevo y no el arte convencional tradicional.