Historiadores, antropólogos y lingüistas elaboran un glosario para tener una visión amplia de lo que engloba el término: Deborah Dorotinsky

 

¿Cómo definió Alfonso Caso al arte popular?, ¿qué entendió Roberto Montenegro de ese mismo concepto?, ¿qué pensó Miguel Covarrubias?, ¿qué escribió Justino Fernández o Manuel Toussaint sobre arte popular? Todas las respuestas serán compiladas en un glosario de artes populares que realizan historiadores, antropólogos y lingüistas gracias a la iniciativa del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

 

 En entrevista, la antropóloga Deborah Dorotinsky, directora del proyecto Artesanías en transición 1950-1980, platica que uno de los grandes problemas existentes es que al escuchar “arte popular” aparecen ideas muy diferentes en la cabeza de cada persona.

 

 “No todos entendemos lo mismo y eso tiene que ver mucho porque en los años 80 del siglo pasado se creó el Museo de Culturas Populares, entonces el énfasis pasó de los objetos a las prácticas, del arte popular a la cultura popular que es mucho más inclusiva”, expresa.

 

Actualmente, Deborah Dorotinsky trabaja con Haydeé López Hernández, investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, en las definiciones de arte popular de 1920 a 1940.

 

“Otro problema es definir las ramas artesanales porque a veces es en función del material y a veces por la técnica. No es lo mismo decir cerámica de alta temperatura que barro: una indica la técnica y la otra el material; y además de eso nos preguntamos ¿qué piensan los productores, cómo le llaman ellos?, y eso queremos incluirlo”, detalla.

 

El grupo de investigadores ha hecho una revisión de la bibliografía, de las fuentes primarias, por ejemplo, en obras y textos de Gerardo Murillo “Dr. Atl”, Alfonso Caso y Daniel Rubín de la Borbolla.

 

ARTISTAS. “Uno de los cambios que se perciben entre la primera mitad y la segunda mitad del siglo XX es la idea de qué cosas son las artesanías y qué se tiene que hacer con ellas”, comenta Deborah Dorotinsky.

 

En la primera mitad se pensaba que había de dejarlas intactas, no contaminarlas con ideas sofisticadas y artísticas de la alta cultura, de lo contrario, se pervertirían y se perderían, añade.

 

“En la segunda mitad del siglo XX inició la autoconciencia de los pueblos originarios sobre su papel en la historia, hubo una transición en las políticas públicas y se consideró que todas estas producciones son artísticas, independientemente de si pertenecen a la estética refinada de las academias, y por tanto, formaron parte del mercado del arte”, expresa.

 

No obstante, la investigadora señala que hasta la fecha hay quienes piensan que las artesanías son cosas menores a nivel artístico.

 

 “El peor mito de todo es pensar que un indígena porque es artesano no puede ser artista. A la gente se le olvida que antes del Renacimiento, los artistas eran agremiados en talleres artesanales”, narra.

 

FONART Y PAGOS INJUSTOS

 

A partir de 1951, cuando Daniel Rubín de la Borbolla fue director del Museo de Artes e Industrias Populares, iniciaron las preguntas de cómo proteger las artesanías, cómo se comercializan y cómo lograr precios justos. Después, en 1974, se creó el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart).

 

“Y de alguna manera se aplanaron las calidades en la producción. Por ejemplo, el caso del amate es terrible: en la zona del Río Balsas, los pintores de amate dejaron de vender sus piezas como si fueran objetos únicos y empezaron a venderlas por peso, Fonart empezó a comprarles por peso las artesanías; mientras se promovió la deforestación de la zona otomí para obtener la corteza y hacer el papel amate”, señala.

 

 Esa conciencia ecológica es un tema que hoy los pueblos originarios advierten, detalla Dorotinsky. “Están pensando en la conservación de su territorio y de sus recursos naturales”.

 

 Por ejemplo, sus técnicas han cambiado al introducir anilinas ya que algunos líquenes que usaban de tintura se extinguieron.

 

CAMBIO. Las artesanías también cambiaron su presencia a nivel internacional ya que al igual que el arte prehispánico y el muralismo se relaciona a una identidad mexicana, la artesanía también obtuvo, en distintos momentos de la historia y con distintos objetos, un lugar preminente a partir de la segunda mitad del siglo XX.

 

“Me refiero a la pura cultura material, no hablo de tradiciones que se piensan como folclor como la música, la danza ni las prácticas culturales ceremoniales”, explica Deborah Dorotinsky.