Se publicó en diciembre de 1983 y el intento de Doyle no funcionó

 

En diciembre de 1893, The Strand Magazine publicó “El problema final”, relato de Sir Arthur Conan Doyle que posteriormente sería recogido en la colección Las memorias de Sherlock Holmes. El propósito era dar un final apropiado a las aventuras del detective, con un logro tan grande que todo lo posterior sería trivial en comparación. Sin embargo, el intento de Doyle no funcionó: la presión de los lectores, quienes incluso le escribían amenazándole, y la insistencia de sus editores, lo persuadieron de seguir escribiendo sobre Holmes y Watson.

 

“Después de la aparición de la primera novela, el éxito vino en cascada. Las obras de Conan Doyle fueron un suceso, y comenzaron a llegar cartas dirigidas al señor Holmes: cientos de cartas que venían del mundo entero. El servicio postal británico, ante la ausencia de la dirección correcta, abrió un apartado de correos especial para las misivas que iban llegando con sellos exóticos. Hoy siguen llegando cartas a esa dirección, le siguen pidiendo ayuda a Holmes”, comentó el escritor Benito Taibo en el podcast La historia detrás de los libros, en cuyo primer episodio narra su experiencia visitando el famoso estudio londinense –convertido en museo para turistas- tras la pista del detective.  

 

 En conversación con Crónica, Taibo apuntó que este aspecto del fenómeno holmesiano es ejemplo de que la literatura existe porque el mundo no basta.  

 

El personaje del detective tiene como referente al Dr. Joseph Bell, uno de los profesores de Conan Doyle durante sus estudios de medicina en la Universidad de Edimburgo, quien se caracterizaba por sus agudas observaciones y capacidad para determinar la ocupación de un paciente, así como detalles personales, tan sólo con analizar su apariencia y modales. Podría decirse que, cuando comenzó a escribir los primeros casos, Doyle era el Watson de Bell; con el éxito que provino de aquellos primeros textos, abandonó la medicina para dedicarse de lleno a escribir. 

 

 Sherlock Holmes es el primer detective en utilizar la ciencia forense como uno de sus métodos de investigación, recurso que hoy es muy solicitado en películas y series policíacas. “La investigación de la escena criminal proviene de ahí, inspirada en los métodos no sólo de Holmes sino del doctor que inspiró a Holmes. La antropología criminal, la lógica de la criminalística aplicada, también le debe mucho a los métodos de Holmes”, destacó Taibo.

 

 Señaló que Sherlock es también el primer detective investigador en anunciarse como tal, después vinieron muchos otros que se inspiraron en sus formas. Consideró que una parte de su éxito se debió a que, en la época en que Conan Doyle publicó estos relatos, las comunicaciones no eran tan rápidas, por lo que el enigma fue formándose y creciendo lentamente. 

 

 “Es un clásico porque sobrepasa la prueba del tiempo, logra que los lectores sigan encariñados con los personajes, y, además, sigue atrayendo nuevas mentes de lectores”, observó Taibo.

 

Destacó que gracias a este personaje, la deducción científica se convirtió en una parte importante de la investigación criminal –ya que antes se basaba en testimonios y la reputación de los sospechosos-, pero advirtió que, si bien Holmes está basado en un cirujano real, el lector no debería acercarse a sus historias con el ánimo de encontrar exactitud, sino de dejarse estimular la imaginación. 

 

“Todos los autores engañan a sus lectores, la literatura está ahí para llevar apasionamiento y divertimento. Grandes detectives de la historia de la literatura de todo el mundo le deben mucho a Holmes”, opinó, y agregó que cuando uno observa “más allá de la apariencia, o se fija en algo por deducción de método científico, ahí es un pequeño homenaje”.