Los perros rescatistas requieren de ciertas características como un oído y olfato sensible para cumplir su importante labor.

 

Navegando los escombros y polvo de un edificio o una casa derrumbada; ante los gritos de personas que frenéticamente llaman a un familiar, vecino o amigo; cuando se siente latente la desesperación y la impotencia humana al darse cuenta que ante la fuerza de la naturaleza poco podemos hacer; entre todo este caos hay un grupo de animales cuya mera presencia llena de esperanza, los perros rescatistas.

 

En México existen múltiples unidades de binomios caninos, es decir, una dupla conformada por un humano - manejador - y un perro. La Secretaría de Marina, la Secretaría de la Defensa Nacional, Cruz Roja, la Universidad Nacional Autónoma de México y múltiples instituciones cuentan con binomios para el apoyo durante emergencias, no solo en territorio nacional, sino también en escenarios internacionales.

 

Popularmente conocidos como perros rescatistas, no cualquier can puede ser parte de un binomio, ya que se requieren ciertas características tanto biológicas como de comportamiento para que un perrito sea adecuado para una labor tan importante como peligrosa.

 

Una relación con miles de años de antigüedad

La domesticación de los perros es uno de los ejemplos más cercanos de mutualismo que podemos atestiguar. El mutualismo es una relación entre dos especies en la cual cada una aporta algo que contribuye a la supervivencia de ambos. Cualquiera de las dos especies puede sobrevivir por su cuenta sin ningún problema, pero la colaboración otorga múltiples beneficios mutuos.

 

La historia de nuestra relación con estos cánidos se remonta a hace por lo menos 14,000 años cuando las poblaciones humanas se dedicaban a recolectar y cazar. Los humanos proveían de refugio y alimento a los lobos, mientras que ellos brindaban protección y ayuda durante las cacerías.

Desde perros enormes hasta diminutos, el humano ha desarrollado razas para cumplir distintas funciones.

 

Pero, conforme los humanos iban cambiando sus actividades al volverse sedentarios, desarrollando la agricultura, expandiendo su población y asentamientos, y conquistando nuevos territorios gracias a ello, las funciones de los perros se fueron diversificando. El ser humano comenzó a elegir a ciertos perros que tenían características deseables particulares, como olfato u oído más sensible, que fueran más fuertes, pelajes más gruesos para resistir el frío, etc.

 

La elección no era suficiente, claro está, ya que para conservar esa característica había que promover su reproducción. De esta forma, por medio de la reproducción selectiva se fueron desarrollando las múltiples razas de perros que tenemos en la actualidad y uno de los más importantes componentes para la elección de perros rescatistas.

 

¿Qué necesita un perro para ser rescatista?

Aunque parezca contradictorio a la pesada labor que desarrollan, uno de los más importantes requisitos para los canes es que sean juguetones. Durante su entrenamiento se busca crear una relación entre la búsqueda de personas y el juego por medio de refuerzos positivos.

 

Esto debido a que, por más que tengan características físicas que los vuelvan ideales para la actividad - como lo son un excelente olfato, un fino oído y agilidad -, si no son capaces de obedecer los comandos de su pareja humana, no podrán contribuir a la noble causa para la cual entrenan.

 

Además de su disposición para el juego, otras cualidades ideales de acuerdo a la Secretaría de Marina son independencia, concentración, temperamento equilibrado, intrepidez, curiosidad, fácil habituación a diferentes ambientes, facilidad de aprendizaje, empatía hacia las personas y facilidad para la convivencia social.

 

Y claro está, también se requieren ciertas características físicas que son propias de razas desarrolladas por medio de la reproducción selectiva. Según Moisés Belloch, fundador de la organización no gubernamental (ONG) Intervención, Ayuda y Emergencias, los perros entrenados “suelen ser tipo border collie, golden retriever, labradores, pastores alemanes y pastores belgas”. Sin embargo, también existen perritos mestizos y callejeros que pueden ser parte de binomios si cumplen con las características deseables para dicha labor.

 

Entrenamiento y juego

Para los binomios caninos el entrenamiento comienza a una muy temprana edad, bueno, para el perro. Desde cachorros los perros comienzan con actividades que los acostumbran a recorrer zonas derruidas, a ladrar y señalar cuando encuentran a una víctima, etc., todo bajo el contexto de que, tras cumplir su misión reciben su recompensa, que es jugar.

 

El periodo de adiestramiento varía mucho dependiendo del perro, siendo entre 1 y 2 años el tiempo regular; sin embargo, en ocasiones hay perros sumamente talentosos, como el caso de nuestra querida Frida - o Marina-chan, como con cariño le llamaron en Japón -, que acabó su entrenamiento en un tiempo récord de ocho meses.

 

Tanto los perros como sus manejadores, sean personal militar, personal médico o incluso personal civil, deben de entrenar continuamente, no solamente para reforzar su vínculo y mantener la relación entre rescate y juego, sino también para ejecutar de forma adecuada las acciones pertinentes mientras están en una zona de desastre. Para ello durante los entrenamientos se suelen simular distintos escenarios; además, ruido, fuego y otros múltiples distractores son parte fundamental del entrenamiento de los binomios caninos.

 

Los accidentes o desastres naturales son impredecibles, y ante estas situaciones de emergencia al ser humano se le recuerda lo vulnerable que puede ser ante el poder de la naturaleza, pero una constante en todo el mundo es que los perros rescatistas se han convertido en un foco de esperanza en lugares donde la desesperación se puede sentir en el ambiente. Los binomios caninos, casi en contra de cualquier lógica, salvan a miles de personas mientras realizan su actividad favorita, jugar.