Seis horas después del despegue, una perra callejera de tres años de edad llamada Laika falleció dentro del Sputnik 2

 

Durante la segunda mitad del siglo XX muchos animales fueron lanzados al espacio como parte de pruebas que realizaban distintas estaciones espaciales desde la Tierra.

 

Todo comenzó cuando mandaron en un satélite (Sputnik 2), el 3 de noviembre de 1957, a Laika. Se trataba de una perra mestiza que vagaba por las calles de Moscú y aunque no tenía pedigrí, era muy fotogénica, según las declaraciones de la bióloga Adilia Kotovskaya, quien participó en esta misión.

 

El lanzamiento ocurrió justo un mes después de la puesta en órbita del Sputnik, que adelantó momentáneamente a los soviéticos en la carrera espacial.

 

El principal objetivo de esta misión era demostrar que Rusia iba un paso adelante de Estados Unidos en la exploración espacial, todo en el contexto de la Guerra Fría que enfrentó a ambas naciones ideológica, militar y políticamente durante la segunda mitad del siglo XX.

 

El viaje de Laika en el Sputnik 2

Se eligió una hembra por comodidad, pues no levantaría la pata para orinar.

Laika fue seleccionada de entre otros dos caninos por su carácter noble.

Para estas misiones buscaban perros de la calle, pues resultaban menos exigentes y se acoplarían mejor a las condiciones precarias.

La perrita no recibió entrenamiento especial, ya que las condiciones no lo permitirían, sólo iba a estar en un espacio que le permitiría levantarse y sentarse.

En el satélite se implementaron unos electrodos para registrar su respiración, además de un sensor de pulso y presión sanguínea.

Se le acopló un sistema acondicionado de temperatura en la nave, pues era un mes muy frío.

Se planeaba que el satélite tuviera seis meses de vida y luego se desintegrara.

Al ser lanzado el Sputnik 2, la temperatura incrementó a 43ºC.

Laika sólo resistió entre 5 y 7 de horas con vida después del lanzamiento.