Desde las primeras instituciones de educación superior hasta el jabón en barra, estas son algunas aportaciones e inventos árabes al mundo contemporáneo.
Por su raíz etimológica, cienciaquiere decir conocimiento en latín. En esta lógica, un científico es aquel que produje, pergeña, posee conocimiento. Sin embargo, cuando se piensa históricamente en aquellos dedicados a conocer, mucho se habla de los inefables eruditos europeos. Generalmente, de las academias de las potencias poderosas de Occidente. Este sesgo eurocentrista deja de lado una tradición milenaria de científicos e inventores árabes, cuyas aportaciones contribuyen al flujo de la vida cotidiana sin que reparemos en ellas:
Primera universidad
En el año 859 d.C., fue una mujer árabe acaudalada la primera en fundar una universidad. Se llamó Fatima Al-Fihri y, con los recursos de su familia de comerciantes, abrió las puertas de la Universidad de al-Qarawiyyin en Fez, del actual Marruecos. Originalmente empezó como una mezquita “con fines educativos”, en la que se impartían estudios islámicos, matemáticas, astronomía y ciencias de la salud.
Hoy en día, la institución persiste como una universidad propiamente establecida —y en funciones. De acuerdo con la UNESCO, se trata de la casa de estudios más antigua de la que se tiene registro. Además, cuenta con una de las bibliotecas más ricas y diversas de Medio Oriente, que está abierta para que los estudiantes y profesores accesen libremente.
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Álgebra
Hoy en día, se considera al científico árabe Mohammed ibn Musa al-Khwarizmi como el abuelo común de las ciencias computacionales. Esto es así porque desarrolló, por primera vez en la historia, el álgebra: la base de los algoritmos matemáticos. Además de esto, estableció el sistema numérico arábigo, que Occidente heredó íntegramente.
A partir de sus estudios, se instituyó al álgebra como una ciencia exacta separada. Originalmente, viene de la palabra árabe “Al-jabr”, y muchos de sus postulados teóricos —como la reducción, completar el cuadrado y la cancelación de términos semejantes— se siguen estudiando en la actualidad.
Pluma fuente
A Al-Tamimi se le atribuye el invento de la pluma fuente, un elemento fundamental para la caligrafía preciosista en el mundo árabe. Con él empiezan los registros de plumas estilográficas, a partir de un tomo que escribió él mismo con su desarrollo técnico: Kitab al-Majalis wa ‘l-musayarat (973 d.C.).
Las estrictas exigencias de la época para redactar edictos y documentos oficiales no permitían que la tinta se desparramara sobre los pergaminos. Por esta razón, Al-Tamimi inventó un artefacto que no dejara manchas molestas sobre los textos escritos a mano. La idea era simple: una pluma que contuviera una cápsula de tinta en su interior, de manera que pudiera bajar con la fuerza de la gravedad sin ensuciar el papel.
Cheque
Una de las transacciones bancarias más comunes en la actualidad fue ideada por un científico árabe de nombre desconocido. Se tiene registro de que la palabra original para hacer referencia a este documento era “saqq“, y que era ampliamente utilizado en el mundo árabe antiguo.
De la misma manera, se sabe que fue una manera de facilitar la compraventa de productos en intercambios mercantiles de grandes magnitudes. Además de facilitar el intercambio comercial, era una manera más segura de transportar cantidades significativas de dinero, sin traerlo en efectivo o en doblones de oro. Algunos de los cheques árabes del siglo IX se conservan como evidencia de las relaciones entre Bagdad y China, por ejemplo.
Café
Uno de los mitos más concurridos para explicar el nacimiento de la relación entre los seres humanos y el café data del siglo IX, en Etiopía. Se dice que un pastor de cabras, llamado Khalid, observó a su ganado mascar las frutas directamente de la vaina. De esta manera, decidió probarlas. Eventualmente se dispuso a hervirlas.
Fue así como, con el paso del tiempo, la bebida se popularizó y alcanzó la totalidad del mundo árabe. No llegó al mundo Occidental sino hasta 1650, cuando un comerciante turco estableció la primera cafetería en Londres, Inglaterra. Desde entonces, es quizá la bebida más popular en todo el mundo.
Jabón en barra
Se sabe que los babilónicos fueron los primeros en usar un material parecido al jabón 2 mil años antes de nuestra era. Sin embargo, los primeros en desarrollar el jabón en barra como lo conocemos en la actualidad fueron los científicos e inventores árabes. Los primeros registros que se tienen datan de la Edad de Oro Islámica, cuando se combinaron elementos vegetales con sodio, aromáticos y aceite de oliva.
Este desarrollo clave para la industria de cosmética contemporánea se le atribuye a un erudito persa: Zakariya al-Razi, quien escribió algo similar a un recetario con las fórmulas para sus jabones sólidos. A partir de entonces, el mundo árabe exportó este artículo a todas sus entradas comerciales, como un elemento de higiene exótico para otras civilizaciones.