A pesar de las cargas de moralidad que todavía menosprecian la experiencia erótica humana, durante la primavera el deseo sexual se desinhibe.

 

Cuando la temperatura aumenta, los sentidos se despiertan. El tacto se hace más fino. El olfato, más receptivo al entorno. Los sonidos parecen más cercanos y nítidos. A lo largo de la historia, este fenómeno se agudiza cuando la primavera se impone. Entre abril y mayo, el deseo sexual en los seres humanos aumenta. Ésta es la razón.

 

¿Qué pasa con el deseo sexual en primavera?

 

Conocido coloquialmente como “fiebre primaveral“, este fenómeno orgánico ha sido observado desde hace siglos por la ciencia. Incluso al día de hoy, la medicina contemporánea duda al categorizarla, ya que los cambios hormonales provocados por el cambio de estación son relativos a cada organismo y a cada cuerpo.

 

Esta condición natural afecta a todos los seres vivos. Después de meses de invierno, las plantas reflorecen y las sensaciones en el cuerpo se adecúan al clima más cálido. Se tiene registro, incluso, de que los estados emocionales de las personas afectan su comportamiento íntimo, conduciéndolos a tener mayor actividad sexual.

 

Este cambio de conducta es común en todos los mamíferos. Hay especies, incluso, que migran a latitudes más tropicales para reproducirse. Este fenómeno promueve la supervivencia de los animales quienes, promovidos por su reloj biológico, buscan las condiciones propicias para gestar nueva vida.

 

Reloj biológico: ¿responsable del deseo sexual?

 

Los seres humanos no están exentos de este condicionamiento natural. A grandes rasgos, el reloj biológico controla los ciclos reproductivos de los animales. La ciencia lo ha ubicado en el hipotálamo de los mamíferos, y está relacionado con la glándula pineal: la encargada de las experiencias eróticas y trascendentes.

 

De esta manera, la líbido se desinhibe durante la primavera. Es común que el deseo sexual se desencadene, además, por la energía que guardó el cuerpo durante los meses de relativa inactividad que se tienen durante el invierno. Según Thomas Wehr, científico del Instituto Nacional de Salud Mental, esto incide en los índices de natalidad humanos:

 

“Desde una perspectiva biológica, la mayoría de los tipos de animales, y tal vez incluso plantas, tienen variaciones estacionales en el comportamiento y la fisiología; hay ciclos estacionales en las tasas de concepción humana”.

 

Además de este condicionamiento natural, el comportamiento sexual de los seres humanos está influido por los factores culturales, sociales y políticos inherentes a su contexto histórico. A pesar de que estos parámetros determinan en gran medida la actividad sexual, es una realidad que la respuesta biológica puede ser más poderosa.