Cuando llegaron a México, las pastorelas se utilizaron como una estrategia de adoctrinamiento religioso de los españoles a los pueblos originarios.

 

Mientras hacen su recorrido para conocer al recién nacido, los pastores habrán de enfrentarse a tentaciones y trampas de Lucifer, el Ángel Caído en la tradición católica. En las pastorelas se escenifica la batalla del Bien contra el Mal, basándose en personajes y arquetipos típicos de esta tradición religiosa.

¿De dónde vienen?

 

Se sabe que, durante la Edad Media, San Francisco de Asís propuso las primeras representaciones escénicas del nacimiento de Jesús. Incluso, se le atribuye la fecha oficial de Navidad a este santo italiano. Por esta razón, se tiene registro de que la primera pastorela se montó hacia el siglo XIII.

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Generalmente, los personajes principales de estas puestas en escena son el Niño Jesús, María y José. En la iconografía cristiana, representan a la Sagrada Familia. Se narra a nivel visual y dramático la visita de los Reyes Magos, la Huida de Herodes, entre otros pasajes bíblicos relacionados con la Natividad.

 

En tiempos de la Colonia, la primera pastorela se montó en Cuernavaca. No fue hasta 1530 que fray Juan de Zumárraga, permitió celebrar la Farsa de la Navidad gozosa de nuestro Salvador en el Virreinato. Ésta fue la primera pastorela en náhuatl, escrita para los pobladores originarios por fray Andrés de Olmos.

¿Para qué sirven?

 

Con la extensión del catolicismo en Occidente en el Medioevo, muy pronto se adoptó como una tradición en los países que siguen esta fe. Cuando alcanzó la Nueva España, sin embargo, la costumbre tuvo un nuevo giro: se utilizó como una estrategia de adoctrinamiento religioso por parte de los españoles a los pueblos originarios.

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Hoy en día, sin embargo, se les da una connotación distinta, no tan colonizadora. Para los seguidores del catolicismo, las pastorelas cumplen con una función simbólica. Es una manera de prepararse a nivel espiritual, durante el tiempo de Adviento, para el nacimiento de Jesús.