El sábado, MILENIO publicó Los 13 momentos que marcaron los primeros 100 días de AMLO y algunas de sus decisiones más polémicas: la masiva y mortífera explosión huachicolera en Hidalgo, el nepotismo en dependencias federales, las visitas de jefes de Estado, los vuelos en líneas comerciales, las cancelaciones de obras para el aeropuerto en Texcoco y el Programa de Estancias Infantiles, la caída del helicóptero en que murieron la gobernadora de Puebla y su esposo, y la abrogación de la reforma educativa.

 

Otros medios resaltan lo que cada cual supone aciertos, errores y pasos en falso. Lo mismo hacen los representantes de distintos sectores. Todas las valoraciones difieren porque, obvio, entrañan una carga consustancial de subjetividad.

 

Añádase complejidad: aunque cada Presidente imprime un sello personal a su gestión, Andrés Manuel López Obrador no solo estampa su peculiar estilo, sino quiere dar un viraje sustantivo a México, un “cambio de sistema”, una “cuarta transformación” equiparable a la Independencia, la Reforma y la Revolución bajo el lema “primero los pobres”, exhortando (como ayer en Puebla) al “amor a la familia, a la naturaleza, al prójimo y a la patria”. Y, sobre todo, a acabar con la corrupción, “principal problema de México”, eludiendo poner fin a la otra cara del flagelo: la impunidad, porque va “para adelante”.

 

Honrado, carismático, místico y dicharachero, AMLO es también contradictorio extremo. Con frecuencia, por ejemplo, alude a la “conciliación”, pero no cesa de pitorrearse de “nuestros adversarios” ni de la “minoría rapaz” de la que, sin embargo, tanto necesita para que confíe en él, se anime a invertir y genere empleos. En 100 días, como durante su campaña por la Presidencia y desde muchos años atrás, no deja de satanizar a sus críticos.

 

Es propenso a ver moros con tranchetes (“hasta en la ciencia, en la cultura y en la intelectualidad hay mafias”), en “la prensa fifí”, en los articulistas “conservadores”, y en las organizaciones civiles, a las que reprocha no ser “de izquierda”. No obstante, sus principales aciertos nada tienen que ver con ideologías: a) el combate al robo de combustible y b) que se apoye en el Ejército y la Marina Armada para sacar adelante la Guardia Nacional.

 

Errores onerosos y estelares: el NAIM y dejar en la calle a 45 mil trabajadores, mas decenas de miles de confianza en el aparato gubernamental, proponer incondicionales y gente sin atributos para el Poder Judicial y organismos autónomos, matar las estancias para menores a cuatro años y tener de su representante en Veracruz a un promotor de la explotación de “Yalitzas”. Reconsideraciones plausibles: desistir de poner a la Secretaría de la Defensa a competir con desarrolladores inmobiliarios en Santa Fe y mantener los refugios para mujeres y sus hijos en situación de violencia. Vulnerabilidades: ufanarse de tener “las riendas del poder” y su exposición cotidiana en las mañaneras. 

 

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Fuente: https://bit.ly/2Uw5Kme