Reunión de emergencia en Morena, con una presunta operación multimillonaria de financiamiento paralelo atribuida al Grupo Atlacomulco, los datos de la elección de 2021 sugieren que la elección a la gubernatura del Estado de México, será mucho muy cerrada de lo que se tenía pensado originalmente por la coalición del presidente López Obrador.

 

En días recientes Mario Delgado, presidente nacional de Morena, convocó a prácticamente todos los operadores políticos del partido a nivel nacional para movilizar urgentemente recursos humanos y financieros para la campaña de la candidata de Morena en el Estado de México, Delfina Gómez.

 

En opinión de personas muy cercanas a la estructura de tierra de Morena, con conocimiento del asunto, se hizo un llamado urgente a todos los poderes fácticos asociados a Morena, incluso a los operadores nacionales que estaban trabajando en la campaña de Armando Guadiana, en Coahuila.

 

El mensaje reboto también con los aspirantes (corcholatas) de Morena a la candidatura presidencial: Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal.

 

Vamos a concentrarnos, no perdamos el foco, no nos distraigamos y concentrémonos en el triunfo en Coahuila y del Estado de México, sentencio.

 

Este mensaje se ha interpretado como un reconocimiento implícito del ambiente de incertidumbre que prevalece en el cuarto de guerra de Delfina Gómez, que comandan los líderes del Grupo Texcoco, por el senador Higinio Martínez y el ex administrador general de Aduanas, Horacio Duarte.

 

La petición de Mario Delgado, representa una reacción a una operación estratégica, del equipo de Alejandra del Moral, candidata de la Alianza Va por México, para afiliar a líderes de todas las estructuras que militan en los partidos de la coalición Juntos Haremos Historia.

 

El fin de semana pasada, en un mitin en el municipio de Coacalco, Alejandra del Moral declaró que 600 liderazgos de Morena y del Partido Verde se han sumado a su proyecto.

 

La operación habría sido financiada por un grupo de la élite política y empresarial que durante décadas ha dominado el gobierno del Estado de México: el llamado “Grupo Atlacomulco”, que se ha decidido a no ceder el control de la entidad y que ha marcado distancia de la postura de neutralidad del actual gobernador, Alfredo del Mazo, y del ex presidente Enrique Peña Nieto.

 

La campaña de Delfina Gómez, ha intentado construir la narrativa del triunfo inevitable a través de encuestas y líderes de opinión.

 

Morena sostiene que tiene una ventaja de 20 puntos porcentuales, de preferencia electoral efectiva sobre Alejandra del Moral, candidata del PRI-PAN-PRD.

 

A siete días de la elección, las encuestas no ofrecen una ruta clara de lo que va a suceder el domingo 4 de junio.

 

Un ejercicio estadístico elaborado por el periódico, “El País” que sigue la evolución del promedio de encuestas de voto efectivo, concede a Delfina Gómez una preferencia de 57.8 por ciento contra 41.8 por ciento de Alejandra del Moral.

 

Sin embargo, la variedad de las encuestas es significativa, una encuesta realizada por el periódico” “El Financiero” y que fue publicada el 11 de mayo, dibuja una ventaja de 24 puntos porcentuales para la candidata de Morena.

 

La fotografía contrasta con la encuesta que Demoscopia Digital publicó una semana antes, en la que la diferencia efectiva de Gómez sobre Del Moral es de apenas seis puntos porcentuales.

 

Alejandra del Moral ha reiterado, públicamente, que el proceso electoral ha llegado al punto del empate técnico.

 

En contraste, Higinio Martínez, senador de Morena y operador político de Delfina Gómez, declaró la semana pasada que la candidata de Morena, ganará la elección por más de 500 mil votos.

 

La elección federal del 2021 ofrece un punto de referencia. En ese año, los partidos de la Alianza Va por México obtuvieron 50 mil votos más que los partidos de la coalición del presidente López Obrador, se trata de una mínima diferencia de un padrón de casi 13 millones de electores.

 

El Estado de México, se está polarizado por un referéndum sobre Morena. lo señala Carlos Hernández, de “México Big Data” Morena ha perdido votantes desde 2018 en el Estado de México, ese año, el partido de Andrés Manuel López Obrador, obtuvo 3.3 millones de votos. En la elección federal de 2021, obtuvo 2.4 millones y en la consulta de 2022, apenas 1.7 millones, equivalente al 14 por ciento del padrón electoral.

 

El análisis de estos datos estima que este es el voto duro real de Morena en el Estado de México. De manera paralela, la tasa de abstencionismo ha crecido de manera significativa: 33 por ciento en 2018, 46 por ciento en 2021 y 84 por ciento en 2022.

 

Este fenómeno les otorga una influencia desproporcionada a las estructuras de tierra y a la entrega de apoyos y dinero en efectivo para movilizar el voto.

 

La candidata del PRI-PAN-PRD, que fue secretaria de Desarrollo Social en el gobierno de Alfredo del Mazo, ha sido enfática en este sentido. No es casualidad que su principal proyecto de política pública sea la continuidad del salario rosa.

 

Por su lado la candidata de Morena tampoco es ajena a esta situación: fue sentenciada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por haber sido parte de un esquema para desviar parte del salario de los trabajadores municipales de Texcoco al partido de Morena.

 

La competencia electoral del Estado de México es, entonces, una lucha de dinero, y de la movilización electoral, las consecuencias políticas son, muy importantes, para los partidos políticos.

 

En la oposición, entienden que el desempeño de la coalición PRI-PAN-PRD en la elección a la gubernatura del Estado de México, va a definir la supervivencia de la Alianza “Va por México”, de cara al 2024, particularmente en un momento en que figuras nacionales como el senador panista, Damián Zepeda, cuestionan su viabilidad política.

 

En Morena, una derrota significaría la primera fractura de la coalición de López Obrador, en la antesala de la definición del candidato presidencial de Morena, que está programada para septiembre.

 

Lo que inicio como una disputa entre el Grupo Atlacomulco y el Grupo Texcoco se ha convertido en el mapa de ruta del sistema político mexicano de cara a la sucesión presidencial del año 2024.