Durante su visita a EE. UU. esta semana, el presidente Isaac Herzog se reunirá con su homólogo norteamericano Joe Biden y altos funcionarios de la Administración y hablará ante una sesión conjunta del Congreso.

 

La Casa Blanca declaró que, en su reunión, «el presidente Biden reafirmará el compromiso férreo de Estados Unidos con la seguridad de Israel… y enfatizará la importancia de [los] valores democráticos compartidos».

 

Los dos líderes también “discutirán oportunidades para profundizar la integración regional de Israel y… discutirán formas de promover medidas iguales de libertad, prosperidad y seguridad para palestinos e israelíes… [así como] la relación militar cada vez más profunda de Rusia con Irán y el comportamiento desestabilizador de Irán en la región».

 

La visita del presidente Herzog a Washington se produce en el contexto de una grave crisis entre la Administración y el Gobierno de Israel, que en una entrevista reciente con la CNN, el presidente Biden calificó como «uno de los gobiernos más extremistas» de la historia de Israel.

 

Esta caracterización se refiere a la política de Israel frente a la cuestión palestina y la propuesta de reforma judicial.

 

A los ojos de la Administración, la invitación de Herzog a Estados Unidos para conmemorar los 75 años del Estado de Israel y el gran honor que recibirá tienen dos propósitos principales.

 

En primer lugar, vuelve a enfatizar, como se destacó en la visita de Biden a Jerusalén (junio de 2022), el compromiso inquebrantable de los Estados Unidos con la seguridad y la prosperidad de Israel.

 

Además, sin embargo, transmite un mensaje claro a los líderes israelíes, especialmente dada la negativa del presidente hasta el momento de invitar al primer ministro Netanyahu a la Casa Blanca, que la insatisfacción de Estados Unidos con la conducta israelí tiene un precio.

 

De hecho, incluso después de la llamada telefónica del 17 de julio entre el presidente y el primer ministro, no está claro cuándo ni dónde se reunirán.

 

Incluso si la visita de Herzog demuestra la actitud fundamentalmente positiva de la Administración hacia Israel, no reemplaza una relación normal y sólida con el Gobierno israelí.

 

Mientras la Administración no estime que Israel también tiene en cuenta las posiciones de EE. UU., las relaciones seguirán siendo problemáticas e inevitablemente tendrán un precio que perjudicará directamente los intereses israelíes, que requieren coordinación entre los dos países y, en particular, una relación estrecha y cercana entre sus dirigencias.

 

Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies