Los libros son armas en un mundo en permanente conflicto. La Historia está llena de relatos sobre resistencia a la autoridad y sus excesos que han atentado contra la humanidad y sus derechos fundamentales. Es por eso que se habla de la persona culta como un ser que se resiste a lo dado.

En ocasiones, esa elevación del pensamiento implica procesos de ruptura. En nuestro país, ser una persona letrada implica desmexicanizarse, pues el pensamiento crítico se contrapone al mágico-religioso, al tiempo que el orden ilustrado es la antítesis de la praxis caótica que caracteriza a nuestra sociedad. Mientras que la educación persigue la idea europea de ciudadanía, la cultura diverge del orden civil.

Tales hipótesis fueron arrojadas por el Dr. Gregorio Hernández Zamora durante la edición virtual del Congreso de Lectura y Escritura 2021 (CONLES) albergada por la IBERO Puebla. El sujeto letrado, explicó el académico, es aquel ciudadano que es capaz de realizar complejos ejercicios mentales analíticos y que puede evaluar críticamente las ideas propias y ajenas.

Esto implica necesariamente una emancipación del pensamiento teológico dominante del cual México no ha logrado desentenderse; y no da señales de querer hacerlo: antes del virreinato, los líderes políticos (tlatoanis) lo eran también de orden religioso. Esta herencia tiene un impacto directo en la forma de organización social actual. Basta con observar que México ocupa el cuarto lugar mundial en número de muertes por COVID-19.

Superado en este rubro por países igualmente religiosos como son Estados Unidos, Brasil e India, Hernández Zamora asocia las múltiples tragedias prevenibles que atraviesan estos países con un manejo de la pandemia basado en el misticismo y no en la razón.  “A pesar de que nuestro presidente actual es devoto de Benito Juárez (…) en la práctica es más teocrático que secular”.

Para el experto, tanto el presidente como el responsable de la gestión de la pandemia, Hugo López-Gatell, han dado muestras de un pensamiento mágico-religioso que, de hecho, mimetiza la idiosincrasia mexicana visible en la cultura popular (música, telenovelas, deporte).

La lectura y la escritura que interesa a los profesores se basan en discursos diseñados para dar coherencia lógica al pensamiento y a la acción. Al igual que la facultad crítica como sustituta del pensamiento mágico-religioso, el orden en la forma de pensar se enfrenta a los valores no occidentales en la literacidad, Mientras que el discurso letrado es enfocado y directo al grano, el mexicano es non-sequitur o “cantinflesco”.

El orden impacta en la forma en la que se estructuran los libros de texto, particularmente los de educación primaria. En estudios referentes a la ruptura con el caos a través de la literacidad, Gregorio Hernández ha identificado cómo el uso de relatos anidados, memorias, composición polifónica y estructuras diversas permite proporcionar una pedagogía escalonada.

Todo el mundo entró en la esfera de la modernidad. Al final, en aras de encontrar una forma de resistir a las hegemonías, es necesario poder valerse de todos los elementos de los que provee el presente. “Todas las culturas humanas son parte de un torbellino que se está mezclando. Tenemos que asumir lo que somos y lo que tenemos en la actualidad, y con esos ingredientes reinventar nuestras identidades”, concluyó.