BARCELONA -- El Barcelona saca el máximo provecho de la mínima expresión y ya suma siete victorias, en 21 jornadas, por un 1-0 tan ajustado como suficiente. Lo demuestran los 16 partidos en que Ter Stegen ha dejado su portería a cero y, más si cabe, recordar que de los siete goles encajados en cinco choques tres lo fueron en un mismo encuentro (el Clásico del Bernabéu) y otro, en el Villamarín, se lo marcó en propia puerta Jules Koundé.

 

Xavi ha engrasado una máquina de precisión que traspasado el ecuador de LaLiga funciona a un rendimiento no óptimo ("nos falta acierto en los metros finales, resolver en ataque para sentenciar los partidos sin tanto sufrimiento") pero sí notable en cuanto a la imagen que traslada un grupo que hace del deseo, y urgencia, por ganar su razón de ser.

 

El compromiso global. Las ganas. El hambre. Todo ello visto en esta nueva victoria frente al Villarreal para batir sus mejores números bajo el mando del técnico catalán.

 

Si se dice que los partidos los ganan los delanteros y los campeonatos las defensas, este Barça representa el refrán a la perfección. El empeño con que se entregan sus jugadores en cada representación denota ese ánimo tan incombustible como irreductible. Lo muestra el todocampismo de Gavi, lo representa la movilidad de Lewandowski y lo sustenta, por encima de todo, una defensa, liderada por Ronald Araújo, convertida en capital.

 

Si hace meses que alrededor de Pedri y Gavi se escuchan inevitables comparaciones con Xavi e Iniesta, el central uruguayo ya recuerda al Puyol más resolutivo. Un coloso que arrastra a su vera a todo el equipo en defender con una agresividad innegociable y que se ha especializado en llegar al límite para evitar sustos mayores. Lo hizo en Villarreal como antes en el Villamarín, en Mestalla o el Metropolitano.

 

Un liderazgo en voz baja pero máxima expresión al que acompaña Frenkie de Jong, catapultado a su mejor versión cuando ha recibido del entrenador la libertad que siempre demandó. Ya sea al lado de Sergio Busquets o como mariscal principal cuando no juega, ahora por lesión, el capitán, el rubio neerlandés ha sabido capitalizar el cambio de dibujo instaurado por Xavi, donde los mediocampistas han tomado el mando.

 

No es el Barcelona un equipo perfecto. De hecho, si se rasca en la capa principal, que parece impoluta, se descubre bajo la superficie la necesidad de seguir creciendo para afrontar duelos de máxima exigencia, como el que espera esta semana en la Europa League frente al Manchester United, para sentenciar la solvencia de un proyecto que ha convertido sus ganas de ganar en la mejor carta de presentación.

 

Asegura Xavi que la Liga no está decidida porque "faltan 17 jornadas, que es un mundo", pero ni los números ni la historia le ofrecen la mejor de las noticias a un Real Madrid que ya nota tal presión sobre sus espaldas que cualquier tropiezo antes del Clásico de marzo en el Camp Nou puede suponerle una sentencia definitiva.