El filósofo plantea integrar el pensamiento sobre el futuro en las democracias, con énfasis en la prevención de riesgos y la transformación social, Inaugura las sesiones del Primer Coloquio Internacional de Primavera, organizado por el Programa Universitario de Gobierno de la UNAM.

 

Daniel Innerarity Grau es investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco y titular de la Cátedra Inteligencia Artificial y Democracia en el Instituto Europeo de Florencia.

 

Considerado como uno de 25 grandes pensadores del mundo por la revista francesa “Le Nouvel Observateur”, autor del libro “La sociedad del desconocimiento” y Director del Instituto de Gobernanza Democrática, de la Universidad del País Vasco, el filósofo Daniel Innerarity Grau abrirá hoy las sesiones del Primer Coloquio Internacional de Primavera, organizado por el Programa Universitario de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

 

En entrevista exclusiva para los lectores de Crónica, Innerarity plantea que la sociedad actual vive volcada en lo inmediato y en un presentismo que ha dejado fuera del sistema político ideas como prevención de riesgos y capacidad de transformación.

 

– Queremos construir democracias más éticas y participativas, pero al mismo tiempo vivimos en sociedades más complejas e hiperpobladas, ¿cómo nos movemos desde lo que es hacia lo que debe ser?

 

– A un primer vistazo, la complejidad parecería incompatible con la democracia y podría pensarse que sólo se debe confiar en quienes más saben y cerrar los cauces de participación, pero mi punto de vista es completamente lo contrario. La complejidad es un terreno propicio para la democracia porque genera la necesidad de abrir nuevos cauces para la participación de la gente, integrar más actores, más valores y más niveles de gobierno en un sistema político.

 

– Pero, ¿cómo cambia a la democracia participativa la variable demográfica, en sociedades pobladas por millones o hasta miles de millones?

 

– Es un gran problema, pero la idea de que la democracia solamente es posible en entornos donde todos nos conocemos, como planteaba Aristóteles hace 2 mil 500 años o Tocqueville, en el siglo XIX, cuando hablaba de la democracia en las pequeñas villas americanas, es una idea que ha sido desmentida por la realidad. En el surgimiento de los estados nacionales ya hay un gap o hueco entre los ciudadanos y las personas requeridas para tomar las decisiones políticas. Esto se ha resuelto con un gran instrumento que es la democracia representativa, que no es una disminución del poder del ciudadano, sino una ampliación de ese poder porque ha permitido la construcción de nuevos mecanismos para que la voz de las personas se haga presente de manera representativa y mediada en decisiones colectivas.

 

– ¿Y de qué forma influye en una democracia ética y participativa la disminución de la lectura y el acortamiento del lenguaje, que provoca acortamiento de la comprensión?

 

– Eso es un gran problema porque la democracia sólo funciona si los ciudadanos y las ciudadanas tienen capacidad de comprensión de lo que está en juego. La Ilustración pensaba en el ciudadano como una persona con capacidad de comprensión, que realizaba algo similar a lo que se hace con la lectura reflexiva que es avanzar, detenerse, reflexionar, regresar y volver a leer. Frente a esto, hoy tenemos nuevos medios audiovisuales donde no se estimula la lectura reflexiva, sino la inmediatez y una experiencia efectista. Como consecuencia de esto, tenemos una baja calidad de nuestra conversación pública. La democracia no va a funcionar bien si no hay una conversación de calidad. Hoy en día la conversación pública ha integrado a más participantes, con las redes sociales, lo que es un gran avance democrático, pero vemos que esa conversación adolece de baja calidad y falta de profundidad, un problema que debemos abordar.

 

– ¿Qué línea de reflexión abordará usted en el Coloquio que inicia este lunes en la UNAM, en torno al tema La humanidad amenazada: ¿Quién se hace cargo del futuro?

 

– Voy a hacer una reflexión sobre la importancia que tiene considerar el tema del futuro en las sociedades actuales, que están muy volcadas en el presentismo, en lo inmediato, y que están hipotecando el futuro y generando riesgos de una manera muy irresponsable que nos afectará más adelante.

 

“Quiero transmitir una idea de integración del pensamiento del futuro en las actuales democracias, en dos dimensiones: una, en lo preventivo, evitación de riesgos y amenazas, y dos, en el punto de vista positivo de la capacidad de transformación de la sociedad. Creo que esas dos dimensiones del futuro no están siendo atendidas por nuestros actuales sistemas políticos y sería una gran innovación que podamos introducirlas: prevención de riesgos y voluntad de transformación”.

Ciudadanos y Estados han perdido el sentido de lo que nos es común

 

El profesor Innerarity, articulista y autor de influyentes libros de filosofía política como "Pandemocracia", "Política para perplejos" y "Una teoría de la democracia compleja", sostiene que hay algo equivalente en fenómenos tan diferentes como el ciudadano que tira la basura en la calle o los Estados que no se responsabilizan de su influencia en el cambio climático. “Esto está relacionado con la pérdida del sentido de lo que no es común. El que tira la basura no se da cuenta que, a la larga se está dañando a sí mismo. Pero también a nivel de Estados nacionales se evita reconocer las acciones que afectan negativamente al futuro de la humanidad. Vemos mucha dificultad para dar a entender a los ciudadanos y a los Estados qué es lo que está en juego y cómo nos afecta a todos la acción individual. Esa es una gran tarea para la cual la política debe servir”, apuntó.