El escritor señala además que los influencers y booktubers han sustituido a la crítica literaria de los suplementos culturales. Publica La prodigiosa vida del libro impreso

 

Juan Domingo Argüelles señala que las editoriales están apostando a lo comercial y trivial. Rosa María Hernández Montoya

 

El libro impreso no desaparecerá, la lectura en internet no es equivalente a la lectura de libros, existen libros indispensables para la formación cultural y existe el fast book, es decir, el libro rápido o libro chatarra, ésas son algunas ideas que expresa en entrevista Juan Domingo Argüelles (Quintana Roo, 1958) con motivo de su reciente libro La prodigiosa vida del libro impreso.

 

“El mercado tiene como aliados a los influencers, youtubers o booktubers, aunque no todos son iguales, hay unos que tienen una formación muy buena, pero hay quienes hacen publicidad a productos de baja calidad. Así como existe el fast food, existe el fast book, el libro rápido, el libro chatarra, el best seller y la publicación de ocasión que tiene que ver con distintos temas: político, sexual, de espectáculos, de modas”, comenta en entrevista el autor.

 

En opinión de Juan Domingo Argüelles, esa gente con influencia ha sustituido la crítica literaria en los suplementos culturales y en las publicaciones periódicas, logrando un público cautivo sin intenciones de leer un libro cultural, pero sí de leer aquello que le recomiendan, que le dicen que es bueno y que forma parte de las conversaciones de actualidad. 

 

“Esto se agravó cuando los editores se hicieron autores porque buscan un personaje que tenga fama por cualquier motivo… podemos ser famosos hasta por matar a hachazos a nuestra madre. Buscan a esos personajes y les proponen que escriban un libro, el personaje dice que no sabe redactar ni escribir una oración simple, entonces le responden que no se preocupe porque hay dos personas que le ayudarán a escribirlo”, detalla.

 

Entonces, añade Domingo Argüelles, hoy publican libros hasta los analfabetos y venden muy bien porque la parte editorial apuesta a lo comercial y trivial, ha abandonado la formación cultural y educativa.

 

El autor ejemplifica con el supuesto de que una persona no ha leído Romeo y Julieta, de William Shakespeare, título que no leerá hasta que surja una película adaptada o inspirada en ese clásico. “En ese momento lo comentará y leerá el libro; todo está anclado a una civilización del espectáculo, como dice Mario Vargas Llosa”.

 

LARGA VIDA. El argumento que inicia el libro de Juan Domingo Argüelles, editado por Cal y Arena, es que en 1995, Nicholas Negroponte, investigador del Instituto de Massachussets, profetizó la inminente muerte del libro en papel. 

 

“Las profecías apocalípticas de la desaparición del libro físico han fallado. La gente que es fanática de internet y lo virtual se empeñó en que el libro tenía que desaparecer, es decir, no distinguieron que en internet no todo es libro y que en internet no todo es lectura, desde el punto de vista que hacemos lectura de libros”, explica el autor.

 

Domingo Argüelles indica que la actual pandemia por COVID-19 produjo una crisis inédita del libro en papel, ante la imposibilidad de las editoriales por publicar libros, por el cierre de librerías y de no tener distribución de ejemplares. 

 

“El problema está con la edición cultural y con la edición independiente porque se están yendo a la ruina, no han podido publicar en papel y eso demuestra que las profecías apocalípticas sobre el libro en papel no funcionaron, pero tampoco las profecías de que internet sería la herramienta excelente para difundir libros. La mayor parte de las personas sigue leyendo en papel aunque comente sus lecturas en internet”, destaca.

 

En cada uno de los tres capítulos, Domingo Argüelles recomienda una lista de cien libros para formar una pequeña biblioteca.

 

“Pienso que una biblioteca en una casa podría integrarse por 300 o 500 volúmenes, con esa tendríamos una formación cultural extraordinaria. De los autores que recomiendo no se ponen en duda la aportación que han hecho a nuestra cultura”, comenta.

 

—¿Es necesaria una nueva encuesta de lectura en México?

 

—Las estadísticas han sido tramposas porque parten de encuestas que van distribuyendo el número de libros a personas que no han leído nada, quitándoles libros a personas que han leído mucho y acaban diciendo que cada mexicano lee 2.5 libros o 3.2  libros al año.

 

“Lo que se necesita saber es: si realmente los muchachos están leyendo y qué están leyendo. Si dicen: están leyendo mucho en internet, yo les responderé que no leen libros en internet. Que no nos quieran vender la falsa idea de que la lectura en internet es equivalente a la lectura de libros”. 

 

Domingo Argüelles enfatiza que no tiene nada que ver la lectura de un libro con la lectura que se hace en internet. 

 

“Internet está llena de retazos, de fragmentos, es por antonomasia una cultura del fragmento, todo está disperso ahí y en el caso de los libros estamos hablando de un artefacto que tiene la característica de difundir su contenido por sí mismo, de consolidar la cultura, de promover y difundir la cultura”, precisa.