Un estudio reciente habla de un total de 19 características que nos hacen parecer sabios y se agrupan en dos dimensiones. La buena noticia: puedes cultivar alguna de ellas.

La sabiduría es un concepto que ha fascinado a filósofos, psicólogos y sociólogos a lo largo de la historia. En la actualidad, entender cómo percibimos la sabiduría en nosotros mismos y en los demás se vuelve crucial. Un reciente estudio publicado en Nature Communications por un equipo internacional de investigadores se adentra en este tema, mediante un análisis de cómo diferentes culturas evalúan la sabiduría y qué dimensiones la componen. Este artículo tiene como objetivo desglosar los hallazgos de este estudio, por lo que nos adentraremos en su metodología, resultados y las implicaciones que tienen para nuestra comprensión de la sabiduría en la vida diaria.

 

Un estudio multicultural

Los datos de la muestra se recopilaron en 16 grupos que representaban una diversidad socioeconómica y cultural significativa de 12 países en cinco continentes. Cada grupo incluyó evaluaciones de participantes de varios individuos en 19 características socio-cognitivas, identificadas previamente por la literatura de la sabiduría. Todas las características se seleccionaron para contener aspectos racionales y emocionales de la toma de decisiones, permitiendo así una medición exhaustiva de lo que significa ser sabio en diferentes contextos. Para garantizar la validez y la confiabilidad de los resultados, se procedió a un análisis factorial multinivel. Esta es una técnica estadística que permite analizar las relaciones entre varias variables simultáneamente, mientras controla las diferencias individuales en participación.

 

El equipo de investigación se aseguró de que el instrumento fuera culturalmente relevante, para lo cual adaptaron los términos y conceptos a las particularidades de cada cultura. Este proceso supuso la colaboración con expertos en lingüística y antropología, quienes ayudaron a traducir y validar los materiales utilizados en el estudio. De esta manera, los investigadores pudieron recopilar datos que reflejaban de manera más precisa las percepciones de sabiduría en diferentes contextos culturales.

 

Las dos dimensiones de la sabiduría

Los hallazgos del estudio revelaron dos dimensiones clave que guían la evaluación de la sabiduría: la orientación reflexiva y la conciencia xocio-emocional. La orientación reflexiva se refiere a la capacidad de pensar críticamente y reflexionar sobre las experiencias, mientras que la conciencia socio-emocional implica la habilidad de comprender y gestionar las emociones propias y ajenas.

 

La orientación reflexiva abarca una serie de características que destacan la importancia de un pensamiento profundo y analítico. Esta dimensión incluye la capacidad de pensar lógicamente, considerar múltiples perspectivas, y aplicar experiencias pasadas en la toma de decisiones. Las personas con una alta orientación reflexiva tienden a ser meticulosas y deliberadas, lo que les permite evaluar situaciones complejas con un enfoque equilibrado y racional. Esta dimensión también está relacionada con el autocontrol emocional, ya que una reflexión cuidadosa requiere la capacidad de mantener las emociones bajo control para no nublar el juicio. En esencia, la orientación reflexiva representa la parte cognitiva de la sabiduría, donde el pensamiento crítico y la reflexión sobre las experiencias pasadas son fundamentales para tomar decisiones sabias.

 

La conciencia socio-emocional se centra en las habilidades relacionadas con la empatía, la compasión y la sensibilidad social. Esta dimensión abarca la capacidad de cuidar los sentimientos de los demás, mostrar humildad, y comprender las dinámicas interpersonales. Las personas con una alta conciencia socio-emocional son aquellas que no solo reconocen y regulan sus propias emociones, sino que también son capaces de leer y responder adecuadamente a las emociones de los demás. Este aspecto de la sabiduría es crucial en contextos sociales, donde la capacidad de coordinar y colaborar con otros es esencial. Además, esta dimensión está estrechamente vinculada a la humildad, ya que reconocer las limitaciones propias y aceptar que uno no tiene todas las respuestas es un componente central de la sabiduría social. La conciencia socio-emocional, por tanto, complementa la orientación reflexiva al agregar una capa de comprensión emocional y social a la percepción de la sabiduría.

 

Estas dimensiones son consistentes en las diversas culturas estudiadas.

 

Las personas que son vistas como más sabias suelen obtener puntuaciones altas en ambas dimensiones. Por otro lado, quienes son considerados menos sabios tienden a ser menos reflexivos y muestran una conciencia socio-emocional moderada. Esto sugiere que ambas dimensiones se combinan en la percepción y evaluación de la sabiduría.

 

Estas dimensiones no solo son relevantes para la evaluación de la sabiduría en otros, sino que también se aplican a la autoevaluación. Los participantes del estudio mostraron una tendencia a compararse favorablemente en términos de características socio-emocionales, lo que sugiere que la percepción de la sabiduría está intrínsecamente ligada a la autoestima y la autoimagen.

 

"Estas dimensiones son consistentes en las diversas culturas estudiadas, lo que sugiere que, a pesar de las variaciones culturales, hay ciertos aspectos universales en cómo se evalúa la sabiduría. Sin embargo, las calificaciones en la dimensión socio-emocional varían según la cultura, lo que indica que las normas y valores culturales pueden afectar en cómo se perciben y valoran las cualidades socio-emocionales asociadas con la sabiduría", puede leerse en el Abstract del estudio.

 

El estudio también subraya que las tradiciones filosóficas de diversas culturas ponen énfasis en diferentes facetas de la sabiduría, tales como el pensamiento crítico, la autoconciencia, la espiritualidad y la inteligencia social. Esto indica que la percepción común de quién es visto como sabio puede variar significativamente entre las sociedades, dependiendo de si se valoran más las habilidades analíticas y reflexivas o la sensibilidad social y emocional.

 

Las 19 características que nos hacen parecer sabio

Las 19 características asociadas con la sabiduría que se mencionan en el estudio se agrupan en las dos dimensiones que ya se han discutido.

 

Orientación reflexiva

 

Pensar lógicamente

Pensar de muchas formas diferentes

Aplicar experiencias pasadas

Reconocer el cambio

Tener buen control de las emociones

Reflexionar antes de actuar

Controlar las propias emociones

Evitar tomar decisiones apresuradas

Conciencia socio-emocional

 

Considerar las perspectivas de otros

Cuidar los sentimientos de los demás

Mostrar humildad (reconocer que uno podría estar equivocado)

Tener en cuenta las emociones de los demás

Ser consciente de las expresiones corporales propias y de los demás

Mostrar empatía hacia los demás

Prestar atención a la naturaleza

Aceptar que uno no tiene todas las respuestas

No presumir de uno mismo

Mostrar modestia

Ser capaz de cooperar y trabajar bien con otros

La importancia de la edad

En el estudio, se evaluaron figuras de diferentes edades, lo que incluía a una persona de 12 años y a una de 75 años, para observar cómo la edad influía en la evaluación de las dos dimensiones principales de la sabiduría. No es sorprendente que la persona de 75 años haya obtenido puntajes altos en ambas dimensiones, lo que refuerza la noción culturalmente extendida de que con la edad viene la sabiduría.

 

Sin embargo, aunque la edad fue un factor relevante, el estudio también subraya que no es el único determinante de la sabiduría. Las características personales, como la capacidad de reflexión crítica, la empatía y la humildad, también juegan un papel crucial en cómo se percibe la sabiduría, independientemente de la edad. Esto sugiere que, aunque la experiencia que viene con la edad es altamente valorada, la sabiduría también puede manifestarse en personas más jóvenes que demuestren estas cualidades. Así, el estudio ofrece una visión matizada, destacando que la sabiduría no es exclusiva de la vejez, sino que es un atributo complejo influenciado tanto por la madurez cronológica como por el desarrollo personal y emocional.

 

La utilidad del estudio

La utilidad de estudio va más allá de una simple lista curiosa de características. Este trabajo nos brinda una nueva perspectiva sobre la sabiduría, basada en que esta esta no es una cualidad estática, sino un constructo dinámico que se compone de dos dimensiones principales: la reflexión profunda y la inteligencia emocional. Es decir, cuando consideramos a alguien sabio, lo hacemos porque valoramos tanto su capacidad para pensar de manera crítica y lógica, como su habilidad para comprender y responder a las emociones de los demás. Esta combinación de cognición y emoción es lo que define la sabiduría en el contexto de este estudio.

 

Los hallazgos de esta investigación tienen importantes implicaciones para diversos campos, como la psicología social, el liderazgo y la educación. Al identificar las dimensiones clave de la sabiduría, este estudio nos proporciona un marco teórico sólido para comprender cómo las personas toman decisiones, evalúan a otros y navegan por situaciones complejas. Además, al destacar la importancia de la empatía y la conciencia social en la sabiduría, este estudio nos hacer pensar de otro modo respecto a la visión tradicional del liderazgo, que a menudo se centra únicamente en las habilidades cognitivas. En última instancia, este trabajo contribuye a una comprensión más rica y completa de la naturaleza humana y su capacidad para la sabiduría.

 

Por otra parte, surge la pregunta de si la sabiduría es una cualidad inherente o si puede desarrollarse a lo largo de la vida. Los resultados del estudio sugieren que, aunque algunos aspectos de la sabiduría, como la capacidad reflexiva y la empatía, pueden estar en parte influenciados por factores innatos y experiencias tempranas, la sabiduría en sí no es un rasgo fijo. La orientación reflexiva y la conciencia socio-emocional son habilidades que pueden cultivarse mediante la práctica deliberada, la reflexión crítica y el desarrollo de una mayor sensibilidad hacia las experiencias y emociones propias y ajenas. Así, la sabiduría puede ser vista no como un don reservado para unos pocos, sino como una meta alcanzable para cualquier persona dispuesta a aprender de sus experiencias, cuestionar sus propias suposiciones, y comprometerse con un crecimiento continuo en su comprensión del mundo y de los demás.

 

Referencias

Rudnev, M., Barrett, H. C., Buckwalter, W., Machery, E., Stich, S., Barr, K., Bencherifa, A., Clancy, R. F., Crone, D. L., Deguchi, Y., Fabiano, E., Fodeman, A. D., Guennoun, B., Halamová, J., Hashimoto, T., Homan, J., Kanovský, M., Karasawa, K., Kim, H., ... & Grossmann, I. (2024). Dimensions of wisdom perception across twelve countries on five continents. Nature Communications, 15, 6375. https://doi.org/10.1038/s41467-024-50294-0